La transición hacia la electromovilidad no ha sido fácil y todo apunta a que esta tecnología aún tiene mucho por avanzar para lograr su plena adopción por parte de los consumidores. Así lo dejó en evidencia un estudio de mercado realizado a nivel global, el que reveló que uno de cada tres conductores de vehículos eléctricos considera volver a ejemplares con motores térmicos, ya sea de gasolina o diésel.
El estudio fue realizado por la consultora McKinsey&Co y en él se revela que el 29% de los propietarios de estos vehículos a batería considera dar marcha atrás y regresar a los vehículos tradicionales debido principalmente a los problemas que se generan con su recarga, especialmente durante viajes extensos.
Entre los encuestados, el 35% señaló que la infraestructura pública de recarga no es suficiente, mientras que el 32% asegura que la planificación de viajes basada en puntos de carga es un inconveniente importante. Además, el 21% de los entrevistados destacó que el estrés asociado con la recarga de los vehículos y el 24% resaltó la falta de puntos de carga en sus domicilios son factores desalentadores.
El costo de estos vehículos también juega un rol relevante en este desencanto de los consumidores, ya que un 34% de los participantes consideró que el precio total de tener un vehículo eléctrico, incluyendo el costo de compra y la recarga, es demasiado elevado, factores limitan el atractivo del cambio hacia una movilidad más sostenible.
Diferentes opiniones según el mercado
El estudio, basado en encuestas realizadas en países como Australia, Estados Unidos, Brasil, China, Alemania, Noruega, Francia, Italia y Japón, mostró variaciones regionales significativas.
En Australia y Estados Unidos, por ejemplo, casi la mitad de los usuarios de autos eléctricos se inclinan por regresar a los motores de combustión, mientras que en países como Francia, Italia y Japón, este porcentaje cae a menos del 20%.
La insuficiencia de puntos de recarga en áreas rurales y la baja cantidad de cargadores rápidos son aspectos críticos en regiones extensas como Australia. Aunque en 2023 los puntos de carga pública en ese país crecieron un 75%, siguen siendo insuficientes para cubrir las necesidades de los usuarios.
En Europa, pese a mejores porcentajes de aceptación, la instalación de cargadores rápidos también enfrenta desafíos, como procesos burocráticos que pueden extenderse hasta tres años. Este retraso complica la planificación de trayectos largos, un aspecto que un tercio de los conductores considera como “engorroso”.