Un estudio que analizó más de 7.000 vehículos eléctricos usados desmintió uno de los principales argumentos críticos hacia la movilidad eléctrica y que se refiere a la acelerada degradación que presentan las baterías tras un determinado periodo de uso.
Lejos de la creencia popular, los resultados obtenidos demuestran que las celdas de energía no solo son fiables, sino que mantienen su capacidad de carga sin mayores variaciones por más tiempo del esperado, superando incluso los estándares garantizados por los fabricantes.
Según el informe publicado por la consultora P3 Group, las baterías sufren una degradación inicial rápida en los primeros 30.000 kilómetros, cayendo del 100% al 95% de su capacidad.
Esto, explican, se debe a la formación de una capa protectora llamada SEI en las celdas. Sin embargo, la pérdida de rendimiento disminuye significativamente después de este punto, estabilizándose tras los 100.000 kilómetros.
A los 300.000 kilómetros, la mayoría de las baterías mantienen un estado de salud (SoH) promedio del 87%, muy por encima del 70-80% garantizado por las marcas.
El estudio destaca que prácticas como una carga adecuada pueden prolongar aún más la vida útil de la batería, comparándola con el mantenimiento regular necesario en autos de combustión interna. Además, se señala que los problemas de fiabilidad en los vehículos eléctricos suelen estar relacionados más con el software que con los motores o las baterías.