De diez a 600 al año: El explosivo crecimiento del blindaje de vehículos en Chile por aumento de inseguridad

El blindaje de vehículos en Chile ha experimentado un significativo auge en los últimos años como respuesta, en gran medida, al aumento en la percepción de inseguridad en la población y a un incremento en la ocurrencia de delitos violentos como portonazos y encerronas.

Este escenario ha llevado a que cada vez más personas o empresas decidan proteger a sus seres queridos, trabajadores o bienes, incorporando protección adicional a sus vehículos, proceso que no es económico y que exige una fase previa de análisis no sólo para determinar si el automóvil puede ser blindado, sino también para establecer qué clase de protección se necesita.

Juan Paulo Urrutia, Gerente Comercial de Blindatek, una de las empresas más reconocidas en este segmento a nivel nacional, explicó a Emol que este mercado ha crecido rápidamente en el país durante el último lustro. Si en 2019 se blindaban diez autos al año, hoy esa cifra salta hasta las 500 o 600 unidades, explicó el experto.

Lamentablemente, añadió, ese número no es exacto "porque como no está regulada la industria nadie lleva el reporte de vehículos blindados realizados”, por lo que insistió en la necesidad de que la autoridad tome cartas en este asunto, evitando de esta manera que los vehículos terminen en manos equivocadas.

Juan Paulo Urrutia agregó que una vez que se decidió blindar un vehículo la primera barrera para concretar la transformación es el alto precio que esto significa, con valores que parten en los 16.000 dólares, pudiendo superar fácilmente los 60.000 dólares dependiendo de la protección que se requiera.

Respecto del tipo de vehículo que se puede blindar, el ejecutivo explicó que en su empresa establecen ciertos criterios básicos que aseguran un buen trabajo como que los autos sean de marcas tradicionales -japonesas, americanas o europeas- debido a que la gran mayoría de los fabricantes de vidrios de seguridad operan con patrones provenientes de esas compañías.

“Las marcas chinas han tenido un avance tan explosivo en modelos y versiones que muchas veces el auto que está en Brasil no es el mismo que está en Chile. Entonces, los fabricantes no tienen todavía desarrollado el diseño de los vidrios para todos esos autos. Los vidrios son los que delimitan la posibilidad de poder hacer un blindaje o no. Si no están los vidrios, tú no puedes blindar el auto. Y los vidrios son exclusivos del modelo o versión a instalar”, agregó Urrutia.

Añadió que otros requisitos a cumplir para añadir seguridad al vehículo es que este no tenga más de cuatro años de uso y no más de 50.000 kilómetros recorridos. Debe ser lo más nuevo posible dado el alto valor que se pagará para volverlo más seguro. Además, debe montar un motor 2.0 o superior, toda vez que un blindaje promedio agrega entre 240 y 260 kilos extras al automóvil.

Otro factor que se debe considerar es qué nivel de protección desean tener. En ese contexto, el gerente comercial de Blindatek dijo que aún cuando hay muchas categorías de protección, ellos recomiendan una que sea proporcional “a las armas que están siendo utilizadas por los delincuentes”.

“Si tú ves que en el 90% de los asaltos que ocurren en la vía pública relacionados con automóviles están utilizando armas automáticas de 9 milímetros, tú tienes que buscar un blindaje que en lo óptimo te cubra de un ataque con balas 9 milímetros. No tendría sentido ofrecerle al público de Santiago un blindaje, por ejemplo, para un calibre 38 o calibre 22, que son calibres mucho más inferiores al que está utilizando el delincuente”, dijo Urrutia.

En esa línea explicó que Blindatek no ofrece protección inferior a proyectiles de 9 mm, aún cuando existen en el mercado opciones para proyectiles de menor calibre. “Ese es el blindaje que recomendamos para Santiago y no hacemos blindajes inferiores a ese (...) Porque si a ese cliente que yo le vendí un blindaje inferior lo asaltan con una automática, no va a servir de nada y mi blindadora va a salir en la prensa”, aseguró.

El experto llamó además a quienes desean blindar su auto a conocer en profundidad la empresa a la que le van a confiar el trabajo, visitar sus instalaciones y asegurarse que trabajan con materiales de primer nivel y no dejarse encandilar por páginas web llamativas o publicaciones en redes sociales, así como también desconfiar de ofertas muy económicas.

“Si yo cotizo un blindaje para una Chevrolet Silverado en 20 mil dólares, mientras que otra empresa ofrece hacer lo mismo por 16 mil dólares. Esa diferencia ya debería hacerme dudar. ¿Por qué? Porque los precios son internacionales. Lo que cuesta un blindaje aquí es lo mismo que cuesta en México, Colombia o Brasil, ya que los proveedores son los mismos. Todos debemos comprar los vidrios a las tres o cuatro fábricas más importantes del mundo. Además, el Kevlar, que es el material utilizado para blindar la carrocería del auto, es fabricado por Dupont, una multinacional estadounidense con precios establecidos. Estos precios son similares para Chile, Colombia u otros países. La única diferencia puede ser que en Chile el blindaje resulte un poco más caro debido a su transporte”, agregó el profesional.

Por su parte, Alberto Escobar, director de movilidad del Automóvil Club de Chile, dijo a Emol que en los últimos años han insistido en la necesidad de que esta industria sea regulada para tener un mayor control de los vehículos blindados que circulan en el país.

Explicó que esto permitirá fiscalizar aspectos tan sencillos pero fundamentales en materia de seguridad vial como que el vehículo en cuestión mantenga sus capacidades de freno y dinámica de conducción, tomando en consideración que se le agrega un peso considerable.

En otros países, añadió, incluso se hacen cursos para aprender a manejar estos automóviles y se certifica a los conductores. “Al tener mayor peso, cambia el manejo del auto, su carga dinámica cambia, cambia la distancia de frenado, cambia la forma como se conduce. O sea, es otro auto una vez que es blindado”, explicó.

Finalmente, Escobar se sumó al llamado a las autoridades para legislar y regular este sector, estableciendo controles rigurosos, similares a los que se aplican a la tenencia de armas, con el objetivo de proteger la seguridad pública.