La UE inició una amplia ronda de diálogo con empresas de la industria automotriz del bloque con el objetivo de apoyar al sector, y adelantó que presentará en marzo un plan de acción para auxiliarlos ante las dificultades que han encontrado en la transición hacia los modelos eléctricos y la fuerte competencia de los productores de China.
"La industria automotriz europea está en un momento crucial, y reconocemos los desafíos que enfrenta", admitió en un comunicado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Las primeras reuniones, añadió, marcaron "el comienzo de un diálogo que nos ayudará a navegar por los cambios que se avecinan" y adelantó que el resultado de estas conversaciones "será un plan de acción integral, que presentaremos el 5 de marzo".
Von der Leyen encabezó la reunión inicial, con representantes de 22 actores centrales de la industria, como Volkswagen, BMW, Mercedes y Renault, informó la Comisión.
Tras la cita, Williams Todts, director del grupo de reflexión sobre transportes limpios T&E, dijo que la UE no formuló grandes propuestas sobre "la forma de estimular el mercado en Europa para los autos eléctricos, y eso fue un poco decepcionante".
En tanto, Patrick Koller, director de la empresa FORVIA (fabricante de autopartes), dijo que "la reunión fue buena, pero quedamos en la expectativa de resultados".
De acuerdo con la Comisión -el brazo ejecutivo de la UE-, el sector emplea directa o indirectamente a unos 13 millones de personas en el bloque de países, y "contribuye alrededor de un billón de euros a nuestro PIB".
Dado estos números, la Unión Europea está bajo fuerte presión para ayudar a esas empresas y al mismo tiempo mantener vigentes sus ambiciosos objetivos ambientales, en especial alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.
Esta semana la UE presentó su nueva estrategia para recuperar la competitividad de sus empresas, y Von der Leyen sugirió "flexibilidad" para enfrentar la coyuntura.
En esa línea, una de las opciones en consideración es eximir a las automotrices europeas del pago de las pesadas multas previstas en caso de no respetar las metas de reducción de las emisiones de CO2 en 2025.
Países como Alemania e Italia, donde la industria automovilística es muy poderosa, se oponen a esas multas, frente a las entidades ambientalistas, que las defienden con firmeza.