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La dramática historia del nadador chileno paralímpico que es N°1 del mundo y que pronto quedará postrado en cama para siempre

Alberto Abarza, de 33 años, dice saber que "está jugando el tiempo de descuento" en su carrera y que en algún minuto sus músculos ya no responderán más.

30 de Diciembre de 2017 | 16:01 | Por Matías Harz, Emol
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Una historia de lucha y sacrificio.

El Mercurio
SANTIAGO.- 11 de julio de 2017, Berlín, Alemania. Alberto Abarza braceaba y braceaba con un tranco, a simple vista, dificultoso. El chileno seguía su marcha, poco estética, a máxima velocidad y no se detenía. Después de largos 57 segundos nadando tan sólo 50 metros, el nacional ganaba el World Series, celebraba con una emoción incontenible el oro obtenido y se convertía por primera vez, a sus 33 años de edad, en el número uno del mundo en su disciplina. Algo completamente histórico para el país.

El público alemán aplaudía sin cesar el magnífico logro del criollo. No se cuestionaban nada. No se preguntaban lo obvio para un conocedor de este deporte que no estuviese presenciando el evento: "¿Cómo con un tiempo tan alto va a ganar una competencia así de importante? Es imposible, considerando que el récord mundial lo tiene el brasileño César Cielo con cerca de 21 segundos", sería lo que diría un entendido.

"No hay nada que detenga la enfermedad. El deporte ayuda, pero voy a quedar postrado en cama si o si"

ALBERTO ABARZA
Sin embargo, para los espectadores no era ninguna casualidad ni algo inédito, ya que se sí trataba de una de las competencias más importantes del mundo, pero en el deporte paralímpico.

"Jugando los descuentos"


Treinta años antes de convertirse en el mejor en lo que hace, el "Beto", como le dicen sus cercanos, comenzó a mostrar los primeros síntomas del síndrome que lo ha dejado gran parte de su vida en silla de ruedas. Charcot-Marie-Tooth se llama la enfermedad, la cual es degenerativa y va atrofiando poco a poco los músculos hasta dejar el cuerpo sin fuerzas y completamente postrado en una cama.

En su adolescencia, por su condición física, Alberto lo pasó muy mal. "A los 15 años no hacía nada en todo el día. Dejé el colegio y no salí de mi casa por dos años. Pasé por una etapa de negación. No le veía el sentido a estudiar si ni siquiera podía escribir", cuenta tratando de contener las lágrimas después de obtener el premio al mejor deportista paralímpico otorgado por el COCh.

Sin embargo, después de pasar mucho tiempo encerrado y sin querer saber nada, Abarza relata cómo fue el episodio que le cambió radicalmente la vida a los 21 años y el cual permitió ser quién es el día de hoy. "Mi papá me hizo una simple analogía que me hizo abrir los ojos. Me dijo 'lo tuyo es como la historia de un pescador. Yo siempre voy a pescar por ti cuando tengas hambre, pero algún día yo no voy a estar y tú tendrás que aprender, o si no morirás de hambre'", revela el oriundo de Maipú.

Desde ese momento en adelante, dejó de a poco las frustraciones de lado y salió al mundo con su silla de ruellas. Entró a trabajar en el banco BCI, se emparejó y tuvo una hija llamada Becciée Saray (significa "amada princesa" en una mezcla de francés y hebreo).


Así, agarrándole el gusto a su vida, a sus 29 años, conoció a Sebastián Cárdenas, un entrenador que trabajaba en la Teletón, quien le ofreció comenzar a practicar el nado como una especie de terapia. Desde ahí en adelante, lo que empezó como algo pasajero, tomó vuelo y su ascenso fue meteórico en el deporte, hasta convertirse en quien es hoy, el mejor nadador paralímpico del mundo después de conseguir cuatro medallas de oro en el World Series de Alemania.

A pesar de su gran rendimiento, la realidad del nacional es dramática: Sabe que la enfermedad que tiene lo está atacando día tras día y en algún minuto lo dejará inhabilitado para seguir compitiendo.

"El doctor me dijo que a los 24 iba a quedar en cama, pero ya tengo 33. Por eso sé que estoy jugando los descuentos, como en un partido de fútbol. No hay nada que detenga la enfermedad. El deporte ayuda, pero voy a quedar postrado en cama sí o sí", comenta el chileno con un sorprendente rostro de felicidad.

Ante mí reacción de extrañeza por la normalidad en que Alberto toma su enfermedad, agrega que "no hay que victimizarse con esto, no hay que dar lástima. Necesitamos ayuda, pero no hay que aprovecharse. Hace un año movía las manos, pero ya no las muevo. Cada vez se hace más progresivo, pero yo sé a lo que voy a llegar. Tengo la fortuna de saber qué es lo que me va a pasar, así que disfruto todo".

"Quiero dejarle la enseñanza a mi hija de que tiene que disfrutar el día a día", finaliza el nadador.

Mira a Alberto Abarza compitiendo (en el carril 1) en los Juegos Paralímpicos de Río 2016:



Abarza con su trofeo por se elegido el "Mejor Deportista Paralímpico" de 2017 por el Comité Olímpico de Chile:

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