SANTIAGO.- La tenista chilena Leyla Musalem registró un notable logro.
La última actualización del ranking ITF dejó a la criolla en el primer lugar del listado mundial en la categoría senior, la que incluye a jugadoras de más de 70 años.
Su gran actuación la semana pasada en el Miami Beach Tennis Cup–ITF Regional Championships le permitió escalar en el ranking y alcanzar el mejor puesto de su trayectoria. Sin embargo, alcanzar este logro no estaba en sus planes hasta hace mucho tiempo.
"Jugué todo el año pasado, me fue muy bien y me vi número cinco. Pero no estaba preocupada del ranking, fue mi nieto quien me dijo que estaba en ese lugar. Recién ahí le dije mi marido Sergio Elías, que es el presidente de la Federación, que iba a pelear para el número uno. Llegué al segundo puesto y vino el torneo de Miami, que daba mucho puntaje. Yo estaba a 20 puntos y si lo ganaba iba a pasar a la número uno sí o sí", reconoció Musalem en conversación con Emol.
Fue en aquel momento, recién en 2018, que modificó su rutina pensando en alcanzar la cima del escalafón mundial en su categoría.
Aunque si bien quería lograrlo, confiesa que no era algo que le quitara el sueño.
De hecho, según relata, de haber sentido la presión de llegar al número uno del ranking quizás no lo hubiera logrado. "Nadie puede ganar con esa presión. No me puse presiones y jugué para demostrarme que aún era una buena tenista, porque me enfrenté a muy buenas jugadoras. Me encontré con la número uno y dos de Estados Unidos y les gané en partidos extraordinarios. Hace muchos años que no competía a ese nivel", explica.
¿Cómo cambió su sistema de entrenamiento ya pensando en el número uno del ranking?
"Tomé a un preparador físico el último mes, a Pablo Polanco, que es el preparador de (Gonzalo) Lama. Me ayudó bastante. Empezamos un poco fuerte, así que le dije que bajáramos la dosis porque no iba a transformarme en alguien de 50 en un mes. Trabajamos con elásticos y me hizo alguien más fuerte de lo que estaba".
"Nací en la época equivocada"
Leyla recuerda con mucho orgullo lo hecho en su juventud en el deporte. Se define como una guerrera y asegura que el tiempo en que se desenvolvió como jugadora no le ayudó a destacar aún más en el tenis.
"Mis hijos me dijeron que nací en la época equivocada. Yo alcancé a jugar profesional, pero me había casado a los 21 años, ya era mamá y seguía jugando. Pero era otro mundo, donde la mujer tenía que casarse y tener hijos. Y esa es la época en que vivía", narra la hoy número uno el mundo.
De hecho, en la misma línea, la propia tenista recuerda que "cambié de la raqueta de madera a la de grafito después de los 30 años. Había que ser buena para pegarle con eso, que era un garrote. Luis Ayala me dijo que cambiara a grafito y me cambió la vida. Yo podría haber hecho muchísimo más, pero no era el momento. No fue mi momento".
Aunque nada de eso le impidió deslumbrar y demostrar su gran nivel. Es más, sus grandes actuaciones la hicieron buscar desafíos mayores, por lo que solicitó a la Federación de Tenis jugar en la serie de honor de varones, algo que al poco tiempo comenzó a generar rechazo entre sus nuevos rivales.
"Me permitieron jugar. Empecé a ganarle a la mayoría de los hombres y empezó a quedar la embarrada. Los molestaban porque les ganaba una mujer. A uno de los que le gané era el padre de la ministra (Pauline) Kantor. Lo molestaban, le pusieron 'Leylo', y al final fueron tantos los reclamos que me sacó la Federación y no pude seguir jugando con varones", recuerda.
Ahora, ya con el primer lugar en el ranking mundial, comienzan nuevos cuestionamientos. Debe decidir si seguir compitiendo a nivel sudamericano, lo que cree que le hará perder este sitial, o seguir en la alta competencia. "Si decido defender el número uno paso a otra etapa. Tengo que ver qué decisión tomo, pero creo que será defenderlo unos años más. Es que de la nada me vi en esta situación", confiesa.