El manto de la muerte cubrió al boxeo hace un mes. Primero fue Maxim Dadashev. El ruso sufrió un brutal castigo en su pelea ante el puertorriqueño Subriel Matías en Estados Unidos y se desvaneció rumbo a camarines por un edema cerebral. Se le extirpó parte del cráneo en el hospital, pero terminó muriendo por una falla en el corazón.
Pocos días después la escena se repitió en Argentina. Mientras escuchaba el fallo que lo daba perdedor frente al uruguayo Eduardo Abreu, el trasandino Hugo Santillán no pudo seguir en pie. Fue operado por un coágulo cerebral y padeció dos paros cardiorespiratorias antes de fallecer.
El boxeo, a diferencia de otros deportes, no es juego. Con el paso de los años, la Federación Mundial de Boxeo ha ido aumentando la exigencia: exámenes médicos, autocuidado, tiempos de descanso entre una pelea y otra. Precisamente, en el incumplimiento de esas medidas se han buscado razones para explicar los dos recientes fallecimientos. Dadashev no se habría hidratado de buena manera tras pasar por la báscula y Santillán venía de un combate feroz hace apenas 35 días en Alemania. Sin embargo, todos los que suben al ring saben que están poniendo su vida en riesgo. Basta un golpe mal colocado para que se desate la tragedia.
"Uno sabe desde el principio que el boxeo es una profesión riesgosa. Por eso yo me preparo bien antes de cada pelea. Me hago los chequeos médicos en los plazos del reglamento. Antes de mi última pelea (el pasado viernes), el neurocirujano que me controla me indicó una resonancia magnética de cerebro, para darme el pase. Además yo me cuido bastante. Llevo una vida ordenada, acorde a un deportista profesional. No acepto peleas si no estoy en buenas condiciones físicas y bien entrenado. Así bajamos el riesgo, pero siempre va a estar", comenta a Emol el púgil chileno Miguel "Aguja" González, campeón latino de la Asociación Mundial de Boxeo.
Envueltos en el calor del combate, a los púgiles muchas veces los nubla el ímpetu o el orgullo. La imagen de Buddy McGirt, ex campeón del mundo y salón de la fama, preguntándole a su pupilo Dadashev si podía parar la pelea dio la vuelta al mundo. No recibió ninguna respuesta del ruso.
"El boxeador siempre va a querer seguir", comenta "Aguja" González, que también es entrenador. Misma opinión tiene Ricardo Vera. El ex campeón de Chile sabe que la pasión puede jugar malas pasadas y pide serenidad a las esquinas en momento de euforia.
"Llevo 22 años en esto. Si mi entrenador me ve mal, no tendría por qué preguntarme si puede parar o no la pelea. Él tendría que pararla enseguida, ya viendo que estoy recibiendo golpes de más. En ese instante uno no piensa nada, quiere competir y tratar de ganar", afirma.
Vera también piensa que los árbitros deben estar mejor preparados. Desde su privilegiado primer plano puede mirar a los combatientes a los ojos y saber cuán verdaderas sus palabras al decir "estoy bien, estoy bien".
"Falta más práctica en los árbitros. Si ven que uno de los de los peleadores está recibiendo más de la cuenta, yo creo que deberían parar la pelea sin pensarlo. Uno puede estar haciendo un muy buen espectáculo, pero antes está la integridad física", comenta.
La opinión médica
En 2012, el mexicano Juan Manuel Márquez se enfrentaba con el filipino Manny Pacquiao. "Pac-Man" dominaba la pelea, pero su rival conectó un brutal cañoñazo (golpe) de derecha que lo dejó boca abajo por varios minutos. Se pensó lo peor. Un estudio realizado con posterioridad por la cadena ESPN demostró que el puñetazo fue equivalente a un golpe con un mazo de más de cuatro kilos.
Rodrigo Flores, neurólogo y neuroradiólogo del Labotario Blanco, explica qué pasa en el cerebro con un nocaut. Según él, se puede comparar con un accidente automovilístico.
El cráneo acelera de cero a cien en una fracción de segundo, produciendo un daño sobre el encéfalo.
"Eso puede generar lesiones inmediatas, como fue el caso de los dos boxeadores. Podría generar un daño importante en el deportista, con secuela o incluso llevar a la muerte del deportista si es que el daño es muy importante a nivel encefálico", apunta.
David Remnick, autor de una biografía sobre Mohamed Ali, ha dicho que muchas personas creen que hay una belleza poética en el boxeo, una metáfora del estado natural del ser humano. Sin embargo, para él esa belleza es para quien observa.
"Hay un daño crónico del encéfalo producto de los golpes repetidos. . Se descubrió en un primer momento que los que practican deportes de alto impacto, como también lo es el fútbol americano, van desarrollando un grado de demencia que es diferente al alzheimer y que se produce en pacientes jóvenes. Básicamente son pacientes que en la cuarta o quinta década de vida", expresa el doctor Flores.
No es raro que luego de fallecimientos en el boxeo aparezcan voces pidiendo que se deje de considerar un deporte y que, incluso, se deje de practicar o se implementen nuevas reglas. Pasó en Australia hace poco y también en Chile a comienzos de los 90's, tras la muerte de David Ellis. Ricardo "Ventarrón" Vera toma distancia y cree que hay muchos "mitos" sobre el arte de los puños.
"Si fuese así deberían suspender todos los deportes de contacto. En el MMA han habido deportistas a los que les han partido el cráneo, con codazos, muchos que han muerto con patadas. No podría ser solo el boxeo, tendrían que sacar todo lo que es deporte de contacto, no se podría competir, siempre ha pasado lo mismo. En el boxeo son contadas las tragedias que ha habido, pero en el MMA o el kingboxing han habido más accidentes fatales que en el boxeo. Yo creo que es un mito de la gente", declaró.
Hugo Santillán, padre del boxeador homónimo recientemente fallecido, tampoco le carga la culpa al deporte. Para él, hay cosas que no se pueden controlar: "El boxeo no tiene la culpa. Hay muchos chicos que están empezando el boxeo y por una tragedia como ésta pueden pensar que el boxeo te mata. Me da bronca todo lo que ponen, lo que escriben algunos. Yo soy el que lo preparó, el que lo entrenó. Yo soy el que sabe cómo estaba. ¿Vos mandarías a tu hijo a la guerra sin estar bien? No. Yo sé cómo estaba mi hijo".