El fuego artificial que impactó a Nicolás Blandi y que motivó la suspensión del clásico entre Colo Colo y Universidad Católica fue solo la punta del iceberg de todo lo que se vivió ayer en el estadio Monumental.
Fue una verdadera tarde del terror lo que se registró en Pedrero. Si bien en la previa todo se desarrolló en perfecta normalidad, poco a poco la tensión fue creciendo y los incidentes comenzaron a multiplicarse.
El temor con lo que ocurría en las inmediaciones
Apenas el árbitro Piero Maza dio el pitazo inicial, en las tribunas del estadio existía algo de preocupación entre los aficionados: Comenzó a correr la noticia de que a las afueras del reducto ya comenzaban incidentes entre barristas que no pudieron ingresar y Carabineros.
Pero adentro de la cancha todo transcurría dentro de los parámetros normales. Hasta que llegó el minuto 19, momento en el que se iniciaron las primeras escaramuzas en las gradas.
Bombas de ruido se detonaron en la galería Arica y Lautaro donde se ubica la Garra Blanca. Incluso cayeron unas bengalas en el área custodiada por Brayan Cortés. En el sector de cordillera se desplegó un lienzo en señal de protesta por la muerte de Jorge Mora, el hincha que perdió la vida el pasado 29 de enero a la salida del estadio albo. Carabineros amagó con ingresar a las tribunas, pero finalmente volvieron a sus lugares.
Siete minutos estuvo interrumpido el encuentro. Se pensó en una eventual suspensión y el temor crecía. Muchas familias decidieron retirarse del espectáculo. Pero en la cancha se decidía seguir jugando y los aplausos se reprodujeron en todo el sector de Océano y Rapa Nui.
La violencia se desató y Piero Maza no perdonó en el informe
Parecía que el fútbol estaba ganándole el gallito a la violencia de un cierto sector de la hinchada alba. Dentro de la cancha, la paridad del marcador se rompió con un gol de camarín de Luciano Aued a 35 segundos de iniciado el segundo período.
La superioridad cruzada dio pie a que la hinchada volviera a desordenar el ambiente. Los bombas de ruido otra vez se hicieron sentir y el ruido de los fuegos artificiales era ensordecedor. Además, hubo un incendio que afortunadamente pudo ser controlado.
En las gradas, la mayoría de los forofos reprobaba lo que estaba pasando. Niños llorando y nuevamente familias que se levantaban de sus asientos para retirarse. El reloj corría y ya había enfrentamientos entre barristas y Carabineros al interior del recinto. Por el altoparlante se llamaba a la tranquilidad, pero no había caso.
El segundo tanto de la UC de César Pinares fue la detonante para dar rienda suelta a algo insólito: Blandi recibió las esquirlas de un fuego artificial lanzado por la propia hinchada local y después de eso daba la sensación de que todo finalizaba ahí.
Y así ocurrió. Tras largas conversaciones con los planteles, Piero Maza dio por suspendido el encuentro y el caos se desató: Volaban asientos y proyectiles para todos los que estaban dentro de la cancha. Los jugadores se retiraron rápidamente, al igual que todos los espectadores.
La imagen de lo que se pudo ver a las afueras del sector Arica una vez sentenciado el fin del pleito fue desoladora: Un destrozo total. Dispensadores de bebidas en el suelo, pedazos de vidrios y piedras en todos los rincones.
Piero Maza ya adelantó que el informe es lapidario y que consigna cada una de las duras incidencias registradas a lo largo de todo el período que alcanzó a durar el encuentro.
Un informe que podría enterrar por completo las aspiraciones albas de jugar los 19 minutos restantes y que sin lugar a dudas alimentarán los argumentos para un posible suspensión del estadio Monumental...