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Las anécdotas con Jozic y la "espina clavada" con Salah... Habla Rubén Martínez, trigoleador del fútbol chileno y campeón de la Libertadores

El ídolo de Colo Colo recordó sus inicios en Cobresal, la histórica semifinal con Boca Juniors y la frustrada transferencia a Europa. Dice que la gran pena de su carrera es haber quedado fuera de la Copa América del '91.

16 de Abril de 2020 | 16:45 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Martínez festeja su segundo gol contra Boca.

El Mercurio
El plantel de Colo Colo terminó de almorzar y se devolvió a sus habitaciones en el hotel de concentración. Por la noche, enfrentarían a Boca Juniors en el duelo cumbre de su camino hacia la Copa Libertadores del '91. Al entrar en el ascensor, Rubén Martínez y otros jugadores se encontraron de frente con Mirko Jozic.

En su rudimentario español, el técnico les dijo: "Estoy preocupado, partido difícil". Todos se sorprendieron con la declaración de ese hombre volcánico e intrépido. El que quebró el silencio fue el representante de Martínez: "Usted, tranquilo. Hoy Rubén hace dos goles y nos metemos en la final".

"No sé si lo dijo por agrandado o fue un designio. Después del partido, Mirko me lo comenta y me dice: 'Increíble la confianza que te tenía'", le cuenta el trigoleador del fútbol chileno a Emol.

De El Salvador a la gloria en el Monumental

Martínez era un artista del área. Con oportunismo, trazos finos y una zurda afilada martirizaba a las defensas rivales. Se curtió en el club Campos de Batalla de Maipú. Un día, jugando un partido de tercera división, lo vieron de Cobresal y lo incorporaron a la filial juvenil de Santiago. Casi al año llegó la llamada para que se fuera al norte.

"Estuve en un equipo que mostró una mística increíble, jugara quien jugara"

Rubén Martínez sobre el equipo del '91

Viajó más de mil kilómetros para instalarse en El Salvador, un lugar al que muchos futbolistas le hacen el quite. "Es feo" o "es fome", han dicho varios sobre el campamento minero.

"Allá no hay muchas alternativas para la gente joven, menos en ese tiempo. Tampoco había redes sociales, yo iba a una librería para saber cómo estaban mis padres. Había un cine, un supermercado y nada más. Pero yo fui con la idea de que Cobresal pudiese ser el club que me diera la posibilidad de empezar mi carrera. Me lo tomé con la seriedad que corresponde y para mí Cobresal es mi segunda casa, le tengo mucho cariño a la gente de El Salvador, que es de esfuerzo y muy sacrificada", comenta Martínez.

El delantero fue protagonista de una de las mejores épocas en la historia del cuadro minero. Fue subcampeón del Torneo Nacional, ganó una Copa Chile el '87 y el mismo año lideró al equipo que clasificó a la Libertadores haciendo dupla con un joven Iván Zamorano. Dos años después dio el golpe a la cátedra consagrándose goleador del Campeonato. A esas alturas sintió que debía dar el siguiente paso y retornó a la capital para firmar con Colo Colo.

A Macul llegó de la mano de Arturo Salah, pero a los pocos meses asumió Mirko Jozic con vientos de revolución. El croata, con sus famosos rombos, diseñó un equipo agresivo y de presión constante. Uno de los tres devoraalmas de arriba era Martínez. El ariete todavía recuerda un encuentro contra Santiago Wanderers en el que anotó cuatro dianas. Jozic entró hecho una furia al camarín.

"Va directamente hacia donde yo estaba sentado y me empieza a retar porque después del cuarto gol sintió que yo había querido hacer el quinto y el sexto 'de taquito'. Se enojó y me sacó de la citación de la semana siguiente. Pensó que me estaba sobrando. Él me dijo: ‘Con la rodilla o el talón vale igual'. El resto de mis compañeros no lo podían creer, quedaron pa´dentro", narra.

Al momento de llegar a Chile, el entrenador croata había afirmado, con mucha serenidad, que tenía un objetivo "simple": "Sacar a Colo Colo campeón y llevarlo al título de la Copa Libertadores de América". El '90 logró lo primero con Martínez siendo otra vez el máximo artillero y el '91 se cristalizaría su promesa más ambiciosa.

El "11" define con clase ante Navarro Montoya (El Mercurio).

Tras dejar en el camino a Universitario de Lima y a Nacional de Montevideo, los albos debían medirse con el Boca Juniors de Gabriel Batistuta en semis. La ida en Buenos Aires fue 1-0 en favor de los xeneizes y la vuelta se esperaba con efervescencia. "Los rioplatenses siempre nos eliminaban", apunta Martínez.

Un tanto de él y otro de Marcelo Barticciotto le estaban dando el paso a la final al elenco chileno, pero apareció Diego Latorre para ponerle angustia a la definición. En la celebración, el argentino le gritó el gol en la cara a Lizardo Garrido. La rabia que produjo esa humillación se transformó en una potente motivación: "Realmente el indio despertó".

A los 37’ del segundo tiempo Martínez recibió sobre la banda izquierda y a la entrada del área tiró una vistosa pared con Patricio Yáñez. Navarro Montoya salió velozmente a achicar, pero con el arquero encima, el ex Cobresal definió con un sútil toque de zurda. La pelota entró dando botecitos al arco norte del Estadio Monumental.

"Te enorgullece, pero es lamentable que hayan pasado 28 años y ningún equipo se haya acercado a ese logro"

Martínez

Luego de ese tanto, vino una trifulca épica. Los jugadores de Boca a los golpes con camarógrafos, un perro policial mordiendo a Navarro Montoya y los de Colo Colo tratando de apartarse para no perder ningún hombre para la final. "Ellos quisieron desviar la atención del partido con lo que sucedió externamente. Fuimos muy superiores", afirma.

El rival por el título era Olimpia de Paraguay. El primer partido se jugó en Asunción y fue un empate a cero que dejó un tinte amargo: Martínez fue expulsado. Jozic le dijo de todo, pero el goleador no le entendió nada porque le gritaba en croata.

"Estuve en un equipo que mostró una mística increíble, jugara quien jugara. Para muestra un botón, en la final no estuvo Dabrowski, no estuvo el Pato Yáñez, no estuve yo y lo más bien que los que entraron pudieron cumplir, como Lucho Pérez, el Leo Herrera. Te enorgullece haber sido parte, pero por otro lado es lamentable que hayan pasado 28 años y ningún otro club siquiera se haya acercado a ese logro", expresa.

Su gran pena

Tras ser campeón de la Libertadores, una polémica se tomó las tapas de los diarios. Arturo Salah, pese al buen momento que atravesaba, no convocó a Martínez para la Copa América del mismo año, que se iba a disputar en Chile.

Años después, ambos coincidieron en una cancha. El atacante le preguntó al que había sido su DT por qué lo había relegado.

Martínez anotando en un clásico (El Mercurio).

"Lo conversamos en México. Me dijo que era una cosa de gustos futbolísticos, que en ese momento llamó a los que él creía que necesitaba. No me convenció su argumento. Cuando yo estaba en Cobresal pude irme a Colo Colo, al Saint Gallen de Suiza o a la Católica. Preferí Colo Colo. En ese tiempo estaba Arturo, conversó conmigo. Me dijo que era un jugador que venía siguiendo hace tiempo y que era un jugador de su paladar futbolístico. Son espinitas que te quedan", relata.

Nunca más volvió a vestir la "Roja".

La frustrada transferencia a Europa y el retiro en Cobresal

Martínez siguió acumulando logros con Colo Colo. Campeonato Nacional, Recopa Sudamericana, Copa Interamericana, trigoleador a nivel local. En 1993 dejó Pedrero y se fue al Santos Laguna de México. No podía dejar pasar la oportunidad. El '91 vio frustrada una transferencia a Europa.

Cobresal, la última estación (El Mercurio).

"Muchos equipos españoles nos querían, pero ofrecían un préstamo con opción de compra. Colo Colo solo quería venta. Pedía tres o cuatro millones de dólares. Eso hizo molestar a muchos de nosotros. Barti tuvo la posibilidad de ir a España, yo también. Nosotros teníamos mucha confianza en nuestros medios, que esa opción de compra se iba a convertir en venta, porque el nivel que estábamos mostrando era muy alto", detalla el hoy técnico.

Tras la aventura por México, volvió a Chile para jugar por Unión Española, Provincial Osorno, La Serena y Cobresal. Los mineros no pasaban su mejor momento, pero con Martínez lograron volver a Primera División. Allí pasó sus últimos días como jugador. Sentía que era una forma de agradecer todo lo que habían hecho por él. Su carrera inició y terminó en el mismo aislado punto. Él, callado como siempre, se fue sin hacer ruido.
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