Un 16 de junio de 1962 la "Roja" hizo historia. Ante más de 66 mil personas en el Estadio Nacional, derrotó de manera agónica por 1-0 a Yugoslavia y consiguió el tercer lugar de la Copa del Mundo realizada en Chile, dejando así una huella indeleble para el fútbol nacional.
Hoy, a casi 58 años de esa hazaña que aún no es superada por otro plantel nacional, Humberto Cruz, quien disputó ese encuentro por el tercer puesto, recuerda en Emol cómo fue ese día inolvidable y que solo puede ser comparado con los títulos de Copa América en 2015 y 2016.
"Antes del partido estábamos ansiosos, pero no teníamos nerviosismo, porque habíamos perdido en semifinales ante Brasil, que fue campeón del Mundo. En el partido contra Yugoslavia, don Fernando (Riera) necesitaba que no le hicieran goles de cabeza, porque contra Brasil nos hicieron 3, y se tiró el salto conmigo. Siendo yo que era el más chico, pero entré a la pelea", recuerda el "Chita", quien actualmente tiene 80 años.
"Jugué el último partido, el más bonito, a estadio lleno. Me veía más grande que los yugoslavos y eso que al lado de ellos yo parecía un cabro de 15 años", añade el histórico de Colo Colo.
-¿Cómo fue la previa de ese partido?
"Había mucha expectación en la gente, porque nosotros (Chile) conseguimos organizar un Mundial sin nada. Antes del Mundial tuvimos un terremoto (1960) y con eso don Fernando nos motivaba. Nos decía que teníamos que darle una alegría a la gente".
-¿Qué recuerda de esos 90 minutos ante Yugoslavia?
"Bueno, durante el partido, que fue muy friccionado, se nos lesionaron tres jugadores. Se desgarró al minuto Carlos Campos y después se lesionaron Manuel Rodríguez y Jorge Toro (...) Ese día corrí como nunca, bajé como seis kilos. Yo creo que fue el partido que más corrí en mi carrera. La gente lo pedía, nos multiplicabamos en la cancha.
-El gol de Eladio Rojas fue a los 90', ¿Cómo fueron esos minutos finales?
"Ni pensábamos en los minutos que faltaban. Estábamos jugando con ocho y daba la sensación que estábamos jugando con 22, porque teníamos siempre la pelota nosotros y los yugoslavos estaban apretados. Fue uno de los partidos más hermosos y con razón la gente nos decía después: 'Gracias por lo que nos dieron'.
Y el gol fue un golazo. Salió una pelota desde atrás y Eladio corrió, pasó la mitad de la cancha y le pegó. Ahí en el área grande se iba cruzando un defensa yugoslavo y la pelota se desvió justo en su talón".
-¿Cuál fue la clave de ese partido?
"No es por jactarme, pero Eladio Rojas y otros me decían que por qué no había jugado antes, pero yo les dije: 'Donde manda capitán, no manda marinero'".
-A pesar del tercer puesto, ¿quedaron con una espina clavada?
"El equipo estaba para haber sido campeón. Don Fernando dejó una cachada de jugadores afuera que eran buenísimos, como Enrique Hormazábal, que era tan bueno que uno se deleitaba cuando lo veías jugar".
-Luego del triunfo, ¿cómo fue la celebración del plantel?
"Eramos unos verdaderos angelitos, nada que ver como ahora. Nos bañamos, nos subimos al bus y nos fueron a dejar a Hernándo de Magallanes con Colón, en una casa que nos estábamos quedando en Las Condes. Estaba lleno de gente en la calle, desde el Estadio Nacional hasta allá arriba.
En la casa comimos juntos y después de 3 horas nos dio permiso, chipe libre para hacer hacer lo que queramos en la noche. Algunos se fueron a sus casas y otros a fiestas. Yo me fui para la casa y después me fueron a buscar unos amigos y fuimos a mirar un 'bailongo' en la Avenida España, pero fuimos un ratito. Andaba muy cansado, además quedé súper flaco después del partido. No me recuperaba todavía".