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Qué fue de Ben Johnson, el protagonista de "la carrera más sucia de la historia" en los Olímpicos y que escandalizó al mundo con su dopaje

Dos días después de ganar el oro en Seúl 1988, se descubrió que el canadiense usó anabolizantes. Con el tiempo ha admitido sus culpas, aunque insiste en que el equipo de Estados Unidos le echó algo a su bebida.

02 de Junio de 2020 | 11:45 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Johnson le sacó una enorme distancia al resto de los competidores.

Reuters
La vista clavada en el objetivo y la gargantilla de oro colgando del cuello. Escucha el disparo del juez de salida y arranca con una potencia descomunal por el carril tres. Todos en el estadio quedan asombrados al ver la enorme distancia que le saca el hombre del traje rojo a los demás competidores. Cruza la línea de meta con la mano derecha en alto. Ben Johnson acaba de ganar el oro en los 100 metros planos de los Juegos Olímpicos de Seúl 1988.


Su gesta no queda reducida al primer lugar. Batió su propio récord del mundo con 9.79 segundos. Una locura para la época. Pero no solo eso. También humilló a Carl Lewis, el estadounidense que había anunciado pomposamente su victoria y que tantas veces lo había amargado.

Por dos días, Johnson estuvo en el Olimpo. En su país era adorado como un dios de músculos inflados y firmó contratos multimillonarios. Sin embargo, su descenso al averno fue tan rápido como su carrera.

Se anunció que había dado positivo por anabolizantes. Para el mundo fue un golpe feroz. Se sabía que había deportistas que hacían trampas, pero no era un debate frecuente. Johnson rompió con la ingenuidad. Ningún caso, antes o después, tuvo tal impacto mediático.

"Big Ben" juró que era inocente y hasta se habló de un complot. Sigilosamente, le habrían echado algo en la cerveza que se tomó antes de orinar. Finalmente, el canadiense asumió sus culpas.

"Todo el mundo me señaló como un tramposo, pero no fui el único que hizo trampa. Todos lo sabían, pero yo fui el único que fue señalado. Fue duro", comentó tiempo después.

Se descubrió que se venía dopando desde hacía mucho tiempo y lo sancionaron por tres años. Volvió con resultados apenas discretos. Reincidió en 1993 y ya no hubo segunda oportunidad. La Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo lo castigó de por vida.


La carrera que ganó Johnson es conocida como la "más sucia de la historia". De los ocho sprinters, seis dieron positivo. Los únicos limpios fueron los estadounidenses Carl Lewis y Calvin Smith. Para Johnson esa no era ninguna casualidad.

"Los americanos no pueden permitirse quedar en segundo lugar. Esa es su mentalidad y yo le había ganado tres veces a Carl en el camino a los Juegos. Así que me echaron en la bebida lo suficiente como para matar una vaca. ¿Mala suerte para dar positivo? Tuve suerte de salir vivo de Seúl", expresó.

Tras el retiro, tuvo que lidiar con problemas económicos. Los dedos que lo apuntaban con vergüenza se quedarían para siempre.

Por un tiempo, fue entrenador personal de Diego Maradona y también del hijo Muamar el Gadafi, dictador de Libia. Intentó, además, con su línea de ropa deportiva, pero hoy la compañía ya no existe. En 2017 fue muy criticado por hacer apología del dopaje en un comercial para una casa de apuestas australiana.

Johnson ha dicho que al menos el 40% de los deportistas recurren a sustancias ilícitas para mejorar su rendimiento. Ya no quiere hablar más de su caso.

"A Ben Johnson le va bien más allá de lo que escriban o digan sobre él. Buena comida, buen sexo y viajes. No tengo despertador, es el creador el que me despierta", afirmó.

Todos sus récords quedaron como no oficiales. Sin embargo, la patente de su auto es "BEN979". Un vestigio del día en que tocó la cima.
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