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Fue figura en histórico título de San Felipe y rechazó al Feyenord para volver a San Luis: La leyenda del goleador Uruguay Graffigna

El destacado futbolista falleció la semana pasada. Llegó a Chile sin mucho nombre y deja un enorme recuerdo.

19 de Marzo de 2021 | 21:20 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Cuando llegó a Chile, de inmediato despertó la curiosidad por su nombre. Se llamaba Uruguay, Uruguay Graffigna, un homenaje a su tierra de origen.

Corría 1968. Por ese entonces, era un adolescente que apenas alcanzaba los 20 años y que venía con la aspiración de consolidarse como futbolista profesional. Le costó, pero lo logró. Fue la figura en el histórico título del San Felipe de Luis Santibáñez y es el tercer máximo goleador de San Luis con 72 tantos. "Don Uruguay, capaz de desechar un contrato con el Feyenoord con tal de venir a jugar por San Luis de Quillota. Ídolo de Ídolos", fue el mensaje con que lo despidió el cuadro canario.


"Él estuvo a punto de nacionalizarse para jugar las Eliminatorias del Mundial del '74. El año '73 cumplía los cinco años, pero le salió una oportunidad para ir a jugar a México. Le dijeron que se fuera tranquilo no más, que después le contaban los meses que le faltaban para nacionalizarse. Eso finalmente se diluyó, estuvimos unos años afuera", cuenta José, uno de sus tres hijos, a Emol.

Graffigna hizo su debut en El Tanque Sisley. Al llegar a Chile, probó primero en La Calera, pero lo rechazaron y terminó en San Luis. Pese a sufrir una fractura de tibia y peroné en un duelo contra Colchagua, fue la revelación de la Segunda División a fines de los sesenta y lo fichó San Felipe.

Era un delantero potente, sin florituras, pero con instinto para moverse en el área y un rematador instantáneo. Solidario y con sacrificio también. Calzó perfecto en el contragolpeador equipo de Luis Santibáñez. En 1971 aportó 14 tantos, lo escogieron el mejor jugador de Primera División y los del Valle del Aconcagua ganaron el título. La hazaña del charrúa y sus compañeros es histórica. San Felipe sigue siendo el único equipo que ha sido campeón viniendo del ascenso.


En 1972 partió a la Unión Española y un año después firmó por el Pachuca de México. Volvió a Chile para jugar brevemente por Aviación y se volvió a ir. Esta vez el destino era la incipiente liga estadounidense. Fue campeón con Los Angeles Aztecs. Jugando contra el Cosmos de Pelé, se lució con un triplete. Finalizado el duelo, al camarín le llegó de regalo una camiseta autografiada por O'Rey.

En Estados Unidos y luego en Holanda cambió de nombre. Se le conoció como Uri o Yuri y tomó el apellido de su madre: Banhoffer.

"Eso tiene una explicación muy simple. En Estados Unidos Uri es el diminutivo de Uruguay. Cuando lo van a buscar de Holanda, el presidente del club encontró que Uri Banhoffer era un nombre demasiado alemán. Todos saben por historia la fobia que le tienen los neerlandeses a los alemanes. Entonces cambió el Uri por Yuri", expresa su hijo.

Entre 1975 y 1978 jugó para el FC Zwolle. Consiguió un campeonato en el ascenso y llegó a una final de la Copa holandesa. No lo olvidaron por allá. En 2017 recibió un homenaje en el estadio y tras conocer su muerte el club guardó un minuto de silencio antes de enfrentar al Ajax.

"Él estuvo a punto de nacionalizarse para jugar las Eliminatorias del Mundial del '74"

José Graffigna

Le iba bien en Europa, tenía buenas ofertas y una buena vida. Pero extrañaba San Luis y volvió. Sin causar estruendo. Ya sea en el fútbol o en la intimidad, José Graffigna asegura que su padre era más de gestos que de palabras.

"Era una persona de hablar menos y hacer más. No era de las personas que te decía que te quería, pero demostró sus afectos estando cuando había que estar. Era un apasionado del fútbol", afirma.

En el elenco canario formó una delantera inolvidable con Patricio Yáñez, Jorge "Pindinga” Muñoz y Víctor "Pititore" Cabrera. Alcanzó dos títulos en 1980 y en el '83 subió a Primera. Jugó de central, mediocampista, lo que hiciera falta. El periodista Aldo Schiappacasse relató el día en que lo vio destrozando un armario de madera tras caer ante Cobreloa.

Su hijo recuerda un gol de último minuto en el clásico contra Calera o un cabezazo prodigioso en su último encuentro como profesional. Finalmente se nacionalizó. Vivió en Quillota hasta su final.
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