La fiebre por el pádel se ha disparado y hay un chileno en la élite.
Javier Valdés tiene 25 años y es el único nacional en el circuito mundial. Ocupa el puesto 55° del ranking. Contesta el teléono en España mientras de fondo se escucha cómo se desliza el cierre de su maleta. Se prepara para un viaje. Otro más dentro del tour. En 2017 dejó Chile para darle forma a su sueño. Desde una habitación de hotel reflexiona sobre todo lo vivido y en la inmediatez de lo cotidiano.
"Ahora todo es muy rutinario y quizá no me doy cuenta de donde estoy. Soy un privilegiado. Al final en Chile el deporte no era profesional. Para ser profesional uno tiene que radicarse en Europa, donde se juega el 70 u 80% de la temporada. Yo cuando tenía 18 años competía en Chile siempre con gente adulta, no tenía gente de mi edad. Por eso tenía que ir a entrenar a Argentina", le cuenta a Emol.
El pádel es una herencia familiar. Su padre, Juan Carlos, fue número uno de chile. Sin embargo, en principio Javier quería ser tenista. Entrenaba y competía con ese objetivo en la cabeza. Hasta que una hernia detuvo su progresión.
Estuvo cinco meses en el dique seco. Recuerda que en ese tiempo su padre le pidió que lo acompañara al Mundial de pádel en México.
"En ese momento yo jugaba tenis, tenía 14 años. Quería ser tenista. Cuando él me invitó al Mundial, lo que más me llamó la atención fue la cercanía que tenían los jugadores con la gente. Yo a ellos los veía por Youtube y comíamos en la misma mesa porque se acercaban a saludar a mi papá y jugaban conmigo. Eso es lo que más me marcó y cautivó. A diferencia del tenis, o de otros deportes, en que hay rock stars, el pádel sigue siendo lo mismo, jugadores mucho más cercanos con el público", expresa.
De vuelta a Chile, ya estaba recuperado de la hernia, pero dejó el tenis y se dedicó completamente al pádel. Su crecimiento fue exponencial. Dos años después de ir como acompañante a México, disputaba un Mundial jugando por Chile.
Carlos Zahri era el número uno de Chile por ese entonces. Vio potencial en ese adolescente y lo apadrinó. Al igual que Valdés, Zahri venía del tenis. Incluso lo llegaron a comparar con Marcelo Ríos en su etapa juvenil. Zahri y Valdés formaron una dupla imparable a nivel local. Nadie les pudo ganar. En un momento decidieron separarse para encontrar competencia.
Al binomio Zahri-Valdés una empresa los invitó a jugar en Europa el 2016. Les fue bien. Valdés ya había salido del colegio y tomó la decisión. Se fue a España. Acá en Chile brillaba, pero incluso le costaba conseguir compañeros para entrenar.
" Era el único jugador que se dedicaba 100% a este deporte en Chile. Fue una decisión muy difícil. Sabemos que el pádel es un deporte de a dos, por lo general los jugadores venían con sus compañeros. Yo me vine solo, arriesgué, pero no estoy arrepentido de la decisión que tomé", relata.
"Ahora todo es muy rutinario y quizá no me doy cuenta de donde estoy. Soy un privilegiado"
Javier Valdés
Valdés tuvo que partir de abajo en el circuito. Sortear la fase pre-previa y la previa para poder entrar a los cuadros principales de los torneos. Primero formó dupla con el español Javier Garrido, pero se separaron por malos resultados.
Le advirtieron que iba a echar de menos y estando allá lo comprobó. Tomó la decisión de estudiar para no pensar en las mismas cosas todo el día. Pero no pudo seguir.
"Al principio, el primer año que me vine, estuve estudiando Administración de Empresas. Me gustó bastante, me ayudó a distraerme, a no estar todo el tiempo pensando en pádel. El tema es que no lo pude compaginar, era presencial y estaba poniendo en peligro mi carrera de pádel. Tuve que congelar, para poder seguir con el vuelo que venía agarrando", destaca.
Valdés se dedica completamente al pádel. Entrena de lunes a sábado y compite en las 26 fechas del World Tour. A veces viaja para hacer clínicas o clases y así generar dinero. También tiene varios patrocinadores. Observa con entusiasmo cómo el pádel ha crecido en Chile.
De 252 partidos jugados, ha ganado 160 y tiene una efectividad del 63, 49%. Su meta es afianzarse entre los 50 mejores del ranking.
"Lo que puedo sacar de todo esto es que al final uno tiene que hacer lo que le gusta y dar el máximo. Si el resultado no se daba, yo tenía claro que había dado mi máximo y me iba a quedar tranquilo", cierra.