Curicó es un equipo sufrido, pero este 2022 sorprende con su campaña. El cuadro dirigido por Damián Muñoz ocupa el tercer puesto en la tabla de posiciones y, de momento, iría a la Copa Libertadores.
Uno de los pilares de los torteros ha sido Franco Bechtholdt. Es el jefe de la defensa y el capitán. En una ciudad donde el fútbol es pasión, a él lo respetan. Pero le costó labrarse un nombre.
Bechtholdt se ha mantenido fiel a los colores. Solo ha jugado para Curicó. Algo poco común en el fútbol moderno. Debutó en 2012 y hoy es el futbolista con más partidos (261) en la historia de la institución maulina.
"Curicó es mi club, mi ciudad. Me siento muy cómodo. Están todos mis amigos, mi hijo, mi novia es de acá también. No he tenido la necesidad de buscar otro destino. Si se da, bienvenido sea, pero espero seguir inscribiendo mi nombre en la historia grande de este club. El día que me retire, quiero retirarme vistiendo estos colores", le comenta a Emol.
Franco nació en Argentina hace 28 años, pero llegó a Chile siendo un niño. Su padre, Carlos, era futbolista y lo contrató Audax Italiano en 1997.
De Carlos, Franco heredó el gusto por la pelota y el apodo que hasta hoy lo acompaña: "Cachi". Iba con su papá a los entrenamientos. Dice que le gustaba meterse al camarín para ver qué se sentía en la previa de un partido.
En 2006, a Carlos lo llamaron de Curicó. Dos años después, el albirrojo por primera vez consiguió el ascenso a Primera División. Franco vivió ese período histórico para el club muy de cerca. "Mi papá estaba jugando y yo estuve de pelotero casi toda esa campaña cuando jugaba en inferiores. Tuve la fortuna de ser la primera persona que mi papá abrazó cuando pudieron lograr el ascenso. Hemos estado acompañándonos", afirma.
Franco siguió quemando etapas en Curicó. Le tocó debutar en una época brava. En 2012 el equipo estaba complicado y corría riesgo de bajar a tercera categoría. El rival era Unión Temuco. Se cuestionó mandar a la cancha a un juvenil en un momento bravo. Pero ese día ganaron y él dio una asistencia.
Sin embargo, ese inicio halagüeño se fue difuminando. Carlos Bechtholdt se convirtió en el gerente deportivo de los torteros y se instaló una idea en una parte de la hinchada. Franco jugaba por ser "el hijo de".
"Es lógico por el cargo que usaba mi padre. Siempre me lo tomé como un impulso, combustible para brindarme por completo, para entregarme el doble, para que nadie tuviera nada que decir y que quedara claro que yo juego por mis capacidades y no por otros tipo de cosas, como suele pasar acá en Chile cuando hay lazos familiares entre funcionarios. Los años pasaron y hoy soy el capitán del equipo y el jugador con más partidos en la historia del club. Estoy muy orgulloso", declara el central.
Era joven. Las críticas caían ante cualquier error. "Cuando te toca tomar un rol protagónico siendo joven y no teniendo la suficiente madurez, es importante abstraerse de lo que se diga en redes sociales o en medios de comunicación. Uno mismo sabe cuando hace las cosas bien y cuando las hace mal. En los momentos difíciles hay que apoyarse en las familias, en la gente que entiende el sacrificio del día a día y no el entorno que se vuelve muy duro. Tienes que estar centrado. Lo mismo cuando ganas. Te elevan a una posición que ni siquiera es la real. Si no tienes los pies buenos puestos te crees algo que no es", expresa.
Pero el fútbol le dio revancha. Fue determinante para que Curicó volviera a Primera en la temporada 2016/17. En el estadio El Cobre de El Salvador se selló el ascenso y se tomó una foto con su padre. Se repitió la imagen del 2008. Pero con roles invertidos.
¿ A qué apunta Curicó?
Bechtholdt afirma que su peor momento en Curicó fue el año pasado. Pelearon por no bajar hasta la última fecha. Eran el equipo que debía jugar la promoción. Pero explotó el escándalo de Melipilla. "Vivimos un mes y medio con una incertidumbre terrible", apunta el defensor.
Finalmente, no tuvieron que jugar la promoción. Curicó cambió gran parte del plantel y se mantuvo a Damián Muñoz en el banquillo. Un técnico que, según "Cachi", los libera dentro de la cancha.
En total, el futbolista lleva 15 años viviendo en Curicó. Bechtholdt asegura que el objetivo de esta temporada es clasificar a una copa. Se ilusiona con la Copa Libertadores. Curicó nunca ha jugado un torneo internacional. Pese a la inesperada caída ante Everton el último sábado, la ciudad está entusiasmada.
"La mayoría de los clubes son sociedades anónimas, de empresas. Este club es de la gente, de sus socios. Eso lo hace distinto a todos y no es una casualidad. Se dio así porque la gente lo siente de esa manera. Me enorgullece vestir esta camiseta, representar al equipo y a la ciudad. Lo que siente el curicano por el club es muy especial. Lo siente al club muy propio. Las victorias, siendo un club tan sufrido en su historia, se disfrutan el doble", cierra