A la karateca Valentina Toro usualmente una sonrisa le cruza el rostro. Es de carácter jovial, extrovertida, risueña. Hace poco más de un mes su rival le enterró los dientes en la cabeza durante un combate y la hizo sangrar profusamente. "Solo quedé más loca jaja", dice.
A los 23 años ya acumula varios éxitos en su carrera. Ha sido campeona mundial sub 19, varias veces campeona continental y también medallista sudamericana.
Le falta muy poco para enfrentar un desafío mayúsculo: los Juegos Panamericanos de Santiago. Sin embargo, su atención no solo estuvo en el deporte en los meses previos. Vivió un hecho muy doloroso. Su padre fue diagnosticado con cáncer renal.
La deportista no podía conciliar el sueño. Los pensamientos le robaban la tranquilidad. Pero seguía entrenado y compitiendo.
¿Cómo lidiabas con todo eso?
"Fue un año que empezó totalmente dado vuelta. Ha sido súper complicado. No se lo doy a nadie dejar a la familia en la casa cuando no están en buen estado. Es durísimo. Además yo soy hija única. Somos mi papá, mi mamá y yo. Fue terrible. Muchas veces decía 'no quiero viajar, prefiero quedarme con mi familia, mi familia me necesita, mis papás han estado para mí toda la vida y yo no puedo estar haciendo estas cosas'. Tenía el sentimiento de culpa por estar haciendo lo que es mi trabajo, pero se sacó adelante".
¿En quiénes te refugiaste?
"Mi pololo (Joaquín González, también karateca), mis entrenadores. Todos en mi equipo me han apoyado un montón. Me han hecho sentir cuando estoy fuera de casa como si estuviera en casa".
"Era difícil mantenerse enfocada. Tenía psicólogo dos veces a la semana, yoga, meditación, escuchar música. La universidad también hacía que tuviera la cabeza ocupada. Hacía un equilibro entre todas las cosas".
¿Cómo está tu papá ahora?
"Ya está bien. Le dieron el alta hace poquito. Tiene que seguir haciéndose controles médicos. La operación demoró bastante más de lo prometido. Recién nos dimos cuenta que lo pudieron haber operado en una clínica porque como es cáncer y GES solo pueden esperar hasta tres meses. Nosotros esperamos como seis. Una vez entró a pabellón, lo sacaron y lo mandaron para la casa, estaba súper triste, pero se ha podido ir arreglando".
Las aspiraciones para los Panamericanos y su rol de "influencer"
Para Valentina Toro el salto de juvenil a adulto no fue sencillo. En sus primeros torneos sufrió decepciones, se desmotivó e incluso llegó a pensar que el karate de alto rendimiento no era lo suyo.
Pero persistió y triunfó. No estuvo en los Panamericanos de Lima 2019 y para Santiago 2023 tiene una meta definida. Quiere estar escuchando el himno, rodeada de sus seres queridos y con la medalla de oro colgando del cuello.
¿Tener al público en casa es un incentivo o una presión?
"Puede ser incentivo o una presión. Es una presión porque la gente todos los días me está preguntando. 'Tenemos todas las cartas en ti', me dicen. Yo me rio, lo disfruto. Es genial poder vivir esto así. En los Juegos Odesur me tocó la final con la paraguaya y la paraguaya tenía al público on fire. Yo dije: 'Ojalá en Chile ocurra diez veces eso'. Espero disfrutar a concho este evento".
¿Cómo te preparas para que la adrenalina no te desborde por estar en Chile?
"Estoy con el estrés a full, me tirita el ojo todo el rato, me he pegado sus lloraditas y a seguir. Ha sido duro, no voy a mentir. Muchas veces estoy al borde del colapso, pero trato de relajarme y recordar porque estoy haciendo esto y es porque me gusta".
El Karate ha sumado hartos éxitos en el último tiempo. En el Panamericano específico de este año la delegación quedó al tope del medallero. ¿Cuál es la importancia del entrenador egipcio Ahmed Solyman?
"Ahmed ha sido el detonante. Nos ha hecho profesionalizarnos un montón. Temas de entrenamiento invisible incluso. Ya sea médico, nutricionista, dormir ocho horas. Está encima de nosotros todo el tiempo y se están quedando solo los que cumplen totalmente con el proceso".
"Ahmed es muy buena persona. Nos trata de sacar el máximo. Él es joven. Tiene 31 años, llegó a ser entrenador de la selección con 27. Fue muy buen deportista de la selección egipcia. Siempre no ha contado que hizo varias cosas que no lo llevaron a ser el mejor del mundo. Por eso está siempre encima de nosotros. No nos deja tranquilos. '¿Qué estás haciendo?, ¿qué estás comiendo?, ¿por qué no estás descansando?'. A mí siempre me reta porque ve que ando de aquí para allá y él quiere que descanse".
Además de deportista eres influencer. Estás muy activa en Instagram, tienes un canal en Youtube. ¿Qué te atrae de ese mundo de redes sociales?
"Lo mejor de redes sociales y lo peor de redes sociales es la gente. Hay gente muy buena onda, que me apoya un montón, pero también hay un porcentaje que está tirando malas vibras, comentando malas cosas. De repente tengo que tener cuidado de poner en qué lugar estoy. Hay gente que me va a buscar a un lugar porque yo subí donde estaba y me encuentra. Puede ser algo peligroso".
Deportista de alto rendimiento, influencer y también estudias ingeniería en la Universidad de Santiago.
"Ahora congelé. Ya no lo podía compatibilizar con los Juegos Panamericanos, pero a mí la universidad me encanta. Me divierto mucho. Es otro ambiente. No estoy bajo presión. Nadie te está exigiendo todo el rato, si a uno le va mal en una prueba a todos les va mal. No veo como una competencia todo el tiempo. Extraño mucho a mis compañeros".
