Maxime Janvier es el 225 del mundo. Recientemente, logró pasar la qualy de Wimbledon y cayó en primera ronda en sets corridos ante Zhang Zhizhen (38°).
Su mejor ranking fue 170° en 2019 y es profesional desde el 2014, pero al parecer, el tenis no es lo que mueve su vida. Al menos eso se desprende de la potente entrevista que dio a L'Equipe.
"Si pudiera empezar mi vida de nuevo, no volvería a practicar tenis", comenzó diciendo.
"
El tenis me disgusta mucho, me decepciona. Cuando era más joven no pensaba así en absoluto. Nunca me habría dedicado al tenis si lo hubiera sabido. Hay una falta de estabilidad permanente. Puedes ser el 50 y al año siguiente el 800 del mundo. No puedes dar nada por sentado y no hay protección. Ya no espero nada de este deporte. Cuando era más joven, amaba el tenis. Hoy, me parece muy injusto", añade Janvier.
El francés sigue en su crudo análisis: "Hay chicos que están en el Top 300 que son mejores que los del Top 50 simplemente porque reciben wildcards todo el tiempo. A los jugadores se les impide subir en la clasificación. Tienes que ser como Mpetshi (Perricard), que tuvo que ganar dos o tres Challengers y hacerlo bien en un ATP 250. El del Top 50 solamente tiene que ganar un partido y eso ya le vale tantos puntos como una final de Challenger. Es prácticamente imposible llegar a la cima, todo eso me ha alejado de este deporte. Si pudiera empezar mi vida de nuevo, no jugaría al tenis. Jugaría al fútbol o al basket".
Consultado sobre por qué no se retira si odia este deporte, Janvier es sincero.
"Por los premios. Es muy duro, porque un premio puede hacer que tu vida cambie por completo en tres meses si juegas bien. Si no fuera por el aspecto financiero, lo habría dejado hace mucho tiempo. Por supuesto, jugar Wimbledon, hacer segundas semanas... Prefiero eso a otros trabajos, por eso sigo. Si dentro de tres años estoy en el Top 400, me daré tres meses para volver a subir en el ranking y si no, lo dejaré. Me encantaría ser profesor de tenis, a cualquier nivel, transmitir mis conocimientos. Lo que me gusta del tenis es que eres tu propio jefe. No tienes a nadie por encima de ti".
Janvier también relata que tuvo que pedir un préstamo bancario de 50 mil euros para poder seguir su carrera.
"¡Estaba arruinado! Completamente arruinado. Demasiado estrés. Trabajaba las 24 horas del día y acababa el mes con pérdidas de 2.000 o 3.000 euros. No podía seguir, era insoportable, horrible. Nunca volveré a tener un entrenador, llevo dos años por mi cuenta. Demasiados gastos, no gano nada. Soy un tenista con salario mínimo. Si paro mañana, estoy a cero. Nunca he tenido ayuda de mi familia ni de nadie. Hay chicos con peor ranking, pero con patrocinadores. Yo he intentado encontrar patrocinadores, pero nadie quiere. No sé cómo funciona, no tengo las respuestas".
En tanto, por pasar la qualy de Wimbledon, según el sitio oficial se asegura 70 mil euros, algo que Janvier desmiente.
"Eso me molesta. Es totalmente falso decir que gano 70.000 euros. En primer lugar, te quitan los impuestos del país donde juegas, normalmente el 20 o el 30%, y luego te vuelven a cobrar impuestos en Francia. Hay que pagar hotel, fisio, el cordaje, la comida, el vuelo de vuelta. Después sé que tengo que volver a Challenger, donde son 400 euros brutos en primera ronda, si caes, pierdes dinero. No le desearía esta vida de tenis a nadie, a menos que sea lo único que te guste. Durante siete años, no tuve una semana de vacaciones. No disfruto nada".
Finalmente, el francés critica la organización de Wimbledon: "Jugar con amigos es divertido, pero el tenis es mi trabajo. Somos lo más bajo de lo bajo. Pierdes en cualquier ronda de Wimbledon y al día siguiente no puedes acceder al sitio. Te echan. No nos respetan, no nos tratan bien. Hay diferencias en el trato. Nadal, Federer... tienen una pista cuatro horas, la pista central de Melbourne, la de Roland Garros para entrenar. Nosotros tenemos 30 minutos como máximo y tenemos que compartir la pista. Si ganas más dinero, te lo mereces. En una competición, tienes que recibir trato justo, pero no es el caso, es muy desigual. Es un reflejo de la vida en general".
