Al tenis chileno femenino, al menos en las últimas décadas, le ha costado sobresalir. No ha habido demasiadas referentes y han quedado, por resultados deportivos, a la sombra de lo conseguido por nombres como Marcelo Ríos, Fernando González o Nicolás Massú.
De igual manera, hubo un tiempo con cierta ilusión. Hace algunos años, la camada de 1992 llamaba la atención, con Daniela Seguel, Fernanda Brito, Cecilia Costa y Camila Silva.
Seguel fue 162° en el peak de su carrera, Costa 216°, Silva 410° y Brito llegó a estar 274° del mundo.
De ellas cuatro, solo
Seguel sigue en el profesionalismo, ocupando el lugar 778 del ranking WTA. Aparte de la "Pantera", que no juega desde julio, solo hay dos chilenas más en el escalafón:
Fernanda Labraña (589°) y Jimar Gerald (1127°).
Estos números llevan a una palabra: Crisis.
Ricardo Urzúa, entrenador de Gerald, es contundente en El Mercurio: "La generación de Seguel, Brito, Costa y Silva tenía una gran competencia interna que potenciaba a las chicas, las hizo mejorar. Hoy eso no existe, las chicas salen solas a buscar oportunidades. Un entrenador o un papá las quiere llevar a Brasil, otros a Europa. No hay un plan común".
Paulina Sepúlveda, capitana de Chile en la Fed Cup, añade más argumentos.
"En el tenis femenino nunca hemos tenido referentes como en varones, con Hans Gildemeister, Pedro Rebolledo o, más adelante, con Fernando González y Nicolás Massú, entonces, se hace más difícil, aunque a veces aparecen camadas potentes".
La esperanza hoy recae en Antonia Vergara de 17 años. La adolescente, 17 del mundo en juniors, esta temporada jugó los Grand Slams en su categoría y es una de las caras que promete. Además, ya da sus primeros pasos en torneos profesionales.
A Vergara, se les suma las más jóvenes
Agustina Soto, Camila Rodero y Carmenluz Calderón, quienes este año terminaron vicecampeonas del Sudamericano Sub 16 y clasificaron a la Billie Jean King Cup, que es el Mundial de la categoría y se juega en noviembre.
Otro punto clave en este oscuro panorama es la falta de torneos para las jugadoras chilenas. Macarena Miranda, ex número 1 de Chile y directora del único WTA del país, es sincera.
"No porque no tengamos jugadoras al nivel WTA vamos a terminar con el torneo; todo lo contrario, es una opción para que reciban invitaciones al cuadro principal o a las clasificaciones, o como lo estamos haciendo, intercambiar wild cards con torneos de otros países, lo que duplica las opciones para nuestras jugadoras. Pero sí, necesitamos más torneos de primera línea", dice al citado medio.
El análisis de Cristóbal Saavedra
Cristóbal Saavedra bien lo sabe. El ex jugador chileno de Copa Davis y otrora entrenador de Nicolás Jarry y Gonzalo Lama, entre otros, tiene una academia llamada Élite Tennis Center, en donde trabaja con niños. La parte formativa para él es la clave.
Su análisis es contundente. "Creo que hay 3 puntos importantes. El tenis femenino tiene poca visibilidad y promoción, en parte por la falta de una figura de trascendencia y además porque las entidades responsables de masificar el tenis no han logrado dar con una estrategia para que haya más niñas practicando tenis en escuelitas de base", parte diciendo en Emol.
Saavedra profundiza: "Otro punto es que hay pocas competencias de prestigio en el país, lo que hace que las jugadoras tengan que incurrir en gastos muy elevados para conseguir esos puntos en el extranjero y eso filtra mucho la cantidad de jugadoras que pueden seguir compitiendo".
Finalmente, aporta que "y el último punto creo que es por falta oportunidades de entrenamiento de alto nivel para mujeres, aún son reducidas en comparación con los hombres. Es necesario potenciar más centros de entrenamiento enfocados en el desarrollo femenino, con entrenadores especializados".