Víctor Quintanilla tiene 49 años y prácticamente la mitad de su vida la ha pasado vinculado a Deportes Melipilla. Es de la zona. Creció en los barrios aledaños al estadio, llegó siendo un adolescente a las cadetes y con el paso del tiempo portó la jineta de capitán del primer equipo. Tras el retiro, se convirtió en entrenador y recientemente se consagró campeón de la Segunda División con los "Potros".
El ex mediocampista estaba trabajando en la Sub 17 del conjunto melipillano y, tras la partida de Hernán Peña, se le dio la posibilidad de asumir el mando del plantel profesional el año pasado. Partió como interino, pero los resultados fueron buenos y los dirigentes lo ratificaron en el cargo.
"Me conoce toda la gente acá. La gente está contenta porque un melipillano devuelve al club a un sitial importante que es la Primera B", le comenta a Emol.
Quintanilla tuvo más de un 70% de rendimiento, el mejor ataque y la segunda defensa menos batida esta temporada. Dice que trabaja mucho la posesión del balón y que le gusta que sus jugadores improvisen, que no todos sean movimientos mecánicos.
En la final contra Concepción hubo que definir por penales. El DT se acercó a sus dirigidos y les dio la posibilidad de que ellos mismos le dijeran si se sentían con fuerzas para patear. Él confío y solo les pidió que no regalaran todo el esfuerzo realizado en la campaña.
Lleva mucho tiempo en el ruedo. Asegura que sabe lo que le gusta y lo que no le gusta a un jugador. Es cercano al futbolista, también frontal. En Melipilla se apoyó en varios referentes como Albano Becica, Darío Melo, Cristián Magaña y Matías Rodríguez. Este último, campeón de la Copa Sudamericana con la U, decidió salir del retiro este año para sumarse a los "Potros".
"Yo cuando elijo jugadores me preocupo que sean buenas personas, personas que van a sumar y no restar. Matías es un jugador distinto y por eso ganó y sigue ganando en su carrera. Aparte de ser un gran jugador, también fue un gran líder, un ejemplo. Él llegaba de los primeros al entrenamiento. Si el entrenamiento era a las 10:00, él llegaba a las 08:20. Marcó diferencias en lo futbolístico, también en lo personal y en el manejo de grupo. Yo quedé muy contento con él. Tuve una cercanía muy profunda. Me encariñé bastante. Al final eso era el remedio de todos los días. Estar cómodo, reírte, trabajar de buena forma, siempre tirar el barco hacia delante", manifiesta.
"La vida a veces te da piedrazos"
"Yo creo que ahora en este tiempo, con VAR, pasaría expulsado". Quintanilla se ríe al evocar su época de jugador. Era volante de contención. Debutó en Melipilla, después partió a Santa Cruz y en San Antonio aprendió a ser fuerte por necesidad para sobrevivir en Tercera División. Volvió a Melipilla, pero otra vez salió y siguió su camino en San Felipe y Santiago Wanderers. Finalmente, se retiró en los "Potros" en 2009.
La carrera de Quintanilla no fue sencilla. Le costó e incluso estuvo fuera de la actividad.
"En un año estuve sin club. Tuve que trabajar en una fábrica cargando sacos. De ser jugador profesional a cargar sacos es difícil. Después me llamaron por teléfono, me preguntaron qué estaba haciendo y me dijeron 'ven a jugar a Primera División'. Con mi familia hubo que rebuscárselas para poder alimentarnos. La vida es difícil. Me acuerdo de eso. Pero fuimos fuertes. La gente que está en los momentos difíciles es la que te hace salir adelante. La vida a veces te pega piedrazos, pero ya está", relata.
Cuando colgó los botines, siguió vinculado al fútbol. Sacó su título de técnico y le dieron trabajo en las series inferiores de Melipilla. Estuvo más de una década allí.
El entrenador la pasó mal en cadetes en algunos momentos. Pero cree que eso lo fortaleció. Esas contrariedades se terminaron convirtiendo en una enseñanza.
"El fútbol joven me enseñó mucho. Faltan muchas cosas, en muchos clubes, no solo en Melipilla. La infraestructura no es la ideal. Hay cosas que no tienes y tienes que inventarlas para poder sacarle rendimiento a un niño. Yo decía 'en algún momento me va a llegar la buena'. Siempre hacía buenos torneos, salí campeón, competía con los equipos grandes. A veces teníamos cuatro lentejas y con eso hacía un trabajo. Uno aprende mucho más en el fútbol joven. Lo que yo he visto es que muchos entrenadores terminan de jugar y toman equipos importantes del fútbol chileno. A veces no les va tan bien porque no han pasado ese proceso", comenta.
"Los primeros años no teníamos canchas de entrenamiento. El estadio Roberto Bravo Santibáñez tenía una pista de recortan, pero era de maicillo. Ahí yo entrenaba. Teníamos seis u ocho pelotas. Queríamos hacer trabajos de fuerza y teníamos que ir al cerro, eso del cerro pasó hace mucho tiempo atrás, ahora hay otros métodos de trabajo para sacar fuerza y potencia. Eso no solo pasa en Melipilla, pasa en todos lados. Ahora el club compró un terreno, hizo una cancha sintética, armó camarines, de a poco a lo mejor vamos a llegar a tener un complejo y eso es positivo", agrega.
Quintanilla, además, el año pasado quedó sin trabajo: "Cuando salí campeón con la categoría Sub 19, había otra gente a cargo de Melipilla y me sacaron. Estuve dos meses afuera, personas que quizá no me conocieron bien. Después volví y tuve muchos logros. Pero estuve meses sin nada".
En estos días de felicidad se le han venido a la mente recuerdos del pasado. Pero no quiere quedarse pegado y afirma que tiene mucho que aprender como DT. El presente es suyo.