Matías Soto disfruta del mejor momento de su vida tenística. Este año subió más de 400 puestos en el ranking y quedó 248. Pero quiere más. Tiene grandes metas para la próxima temporada como acercarse al top 100 y disputar los Grand Slam.
Sin embargo, el recorrido del jugador de 25 años ha sido duro. Es de Copiapó y partió jugando a temprana edad. No viene de una familia acaudalada. Sus padres tuvieron que hacer muchos sacrificios para que pudiera seguir desarrollándose en el tenis.
"Yo tenía un padre endeudado por todos lados. Lo vine a saber años después, obviamente cuando uno es chico no te cuentan esas cosas. Yo no quería eso para mi papá. La familia está detrás. Mi hermano se vino a vivir conmigo a Santiago a los 13 años, mi padre trabajaba todo el día, todos los días horas extra. Hacía todo para que yo pudiera viajar, tocaba puertas para conseguir auspicios. Mi madre fue la que viajó conmigo cuando yo tenía 10 años, viajar de Copiapó a Santiago 12 horas en bus. Tenía el apoyo de mi familia, pero tenía a mi padre endeudado con todas las tarjetas y eso uno nunca lo quiere", manifestó en conversación con Agenda Deportes Emol TV.
"Mi padre estaba endeudado por ayudarme a mí. Hay auspiciadores que te dan plata, pero no te lo dan ahora, te lo dan en tres meses más. Eso significa que mi padre se tenga que endeudar, sacar créditos. Teníamos dos personas viviendo en la capital, pagando departamento, pagando academia y después todos los viajes. Yo hoy trato de devolverle todo lo que él me ha dado. En la etapa junior es puro gasto", añadió.
Soto veía que le faltaba madurez para dar el salto al profesionalismo, también dinero, por lo que optó por aceptar una beca universitaria e irse a Estados Unidos. "Tuve que decidir", narra.
"Me llegaron varias ofertas, algunas buenas y otras malas, al final me decidí por tres universidades. Se dio porque lo que te presentan es una maravilla. Beca cien por ciento, una universidad espectacular, una infraestructura que no se ve en todos lados. Yo pude visitar la universidad, entonces me di cuenta de dónde iba a entrenar, dónde iba a dormir, dónde son las clases. A la vez tenía todo lo otro, que era tirarme a los leones, jugar profesional sin la madurez que necesitaba. Si en ese momento hubiese tenido un patrocinador importante, hubiese optado por el profesional, pero estaba en el aire, no tenía nada", relató.
Con 22 años comenzó su carrera profesional. Pero se puso una condición a sí mismo: que su padre no gastara un solo peso.
Pero, en ese momento, Soto no tenía dinero. Enfrentado a ese problema, se le ocurrió imitar la idea de un compañero de universidad.
"Hice una campaña online donde pude recaudar seis mil o siete mil dólares. Eso me ayudó a cubrir los primeros cuatro o cinco torneos que tuve que jugar. De la universidad salí con cero pesos, esa campaña que me ayudó, de Copiapó llegó cierto apoyo de la Municipalidad, del Gobierno. Tuve que hacer malabares. Lo ideal es viajar siempre acompañado con el equipo de trabajo, pero muchas veces me tocó viajar solo porque no había forma de costear a otra persona", relató.
La vida de los tenistas que juegan torneos Futuro es muy distinta a la de las grandes estrellas. No hay glamour, solo sacrificio.
Soto lo padeció. Pero comenzó a notar un cambio cuando logró disputar los campeonatos Challenger.
"La parte económica cambia, los pagos de los torneos son distintos, los torneos que uno juega son más profesionales, las condiciones son mejores, están mejor ubicados, por ahí en las capitales de los países. Todo va subiendo, va cambiando mucho la vida. Cuando uno juega Futuro, ojalá pasar esa parte rápido porque es cuando uno encuentra dificultades. no te pagan el hotel, no hay transporte, no te dan pelotas nuevas para entrenar todos los días, el encordador no es tan bueno. Cuando llegas a Challengers la vida cambia mucho. Ojalá mantenerme en ese nivel y subir", declaró.
Siguiendo en esa línea, el copiapino dijo: "Hay muchos jugadores que caen en esa parte. Los torneos no son tan buenos, los pagos no son buenos. Es prácticamente pura inversión. A ese nivel lo que sirve es jugar la final, semifinal, cualquier otra ronda no ganas nada. Es puro gasto. Es complicado, muy mental, uno tiene que jugar con lo que tiene. Es la etapa difícil de los tenistas pasar por los Futuro".
No ha sido un camino de rosas. Pero Soto está agradecido de haberlo recorrido. Piensa que lo hizo más fuerte.
Ya tiene planes para cuando deje de jugar. Le gustaría entrenar y cree que podría transmitir un mensaje. Siente que a muchos tenistas les falta algo que va más allá de la técnica o la preparación física.
"Muchas veces veo jugadores y les falta eso (lo que él vivió). Son jugadores de Santiago, con otra situación económica. Yo aprendí en las derrotas, sabiendo del gasto que se viene haciendo por detrás, la inversión. Nada llega fácil en esta vida. Yo siento que cuando sea entrenador en el futuro voy a poder transmitirle esto al hijo del gerente del banco que cuando pierde un partido sale en un descapotable de la cancha", cerró.
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