La clase del 92 es una de las más recordadas en la historia del Manchester United. Una generación prolífica con figuras del calibre de Paul Scholes, David Beckham, Ryan Giggs, Nicky Butt y los hermanos Gary y Phil Neville. Sin embargo, ninguno de ellos parecía destinado a ser el más brillante de esa camada. Ese lugar estaba reservado para Adrian Doherty. Una estrella fugaz que ni siquiera llegó a jugar un partido oficial con los "Diablos Rojos".
Doherty nació en 1973 en Irlanda del Norte. Siempre mostró habilidad. En el jardín de su casa dominaba pelotas de tenis sin dejarlas caer y en las ligas infantiles causaba estragos aunque lo hicieron jugar con niños más grandes.
"Incluso a la edad de 8 y 9 años ya veías que era demasiado bueno. Él cogía el balón y… no puedo describirlo. Era como un lagarto, era una especie de Johan Cruyff", recordó John Farrell, un hombre que solía arbitrar esos partidos de niños.
Doherty maravillaba a todos y se unió al Moorfield Boys, un equipo local que dirigía Matt Bradley, un ex cazatalentos del Celtic de Escocia.
Anonadado. Así quedó Bradley cuando vio jugar a ese chico hábil y veloz. Tal fue su impresión, que hizo una potente sentencia: "El mayor talento en un campo de futbol desde George Best".
Se comunicó con Sir Alex Ferguson, ya por aquel entonces entrenador del primer equipo del Manchester United, y le dijo que se encontró una joya. Había que apurarse porque Arsenal y Nottingham Forest también lo tenían en el radar.
El histórico entrenador del United mandó a observar a Doherty y decidió ficharlo con 14 años. A los 16 ya tenía un contrato profesional. Algo inédito.
"Cuando evaluamos a un jugador joven, vamos marcando las casillas en las que destaca: velocidad, coraje, técnica, fuerza, visión y algunas más. Con Adrian hemos marcado todas las casillas, lo que es extremadamente raro", declaró Ferguson.
Doherty era tímido fuera de la cancha, pero una fuerza imparable dentro de ella. Un adolescente con alma de artista que extrañaba mucho a la familia que dejó en su tierra natal. Cuando no estaba jugando, le gustaba escribir poesía y tocar la guitarra.
"Ferguson era durísimo conmigo. Me gritaba varias veces cada entrenamiento cuando era un juvenil. Y luego, miraba a la otra banda y veía cómo nunca regañaba a Adrian. Claro, que para ser sincero, he de decir que siempre lo hacía todo bien", recordó Ryan Giggs.
Doherty iba a hacer su debut profesional el 3 de marzo de 1991. Sin embargo, semanas antes tuvo una lesión de rodilla. Algo se torció para siempre.
Al principio e diagnosticaron un esguince. Nada tan grave. Pero el dolor aumentaba. Le hicieron exámenes y descubrieron que se había roto los ligamentos cruzados.
En esa época, el tratamiento para esa severa lesión no era el mismo de hoy. En primera instancia, se optó por no operar. No mejoró. La cirugía se hizo recién un año después.
Doherty nunca volvió a ser el mismo. Vivía con dolor y dicen que hasta corría de manera distinta. Su contrato con los "Diablos Rojos" expiró en 1993 y la dirigencia decidió no renovarle. Ya no servía.
"Su lesión fue una desgracia. Era el mejor de nuestro equipo. Yo nunca habría podido tener una carrera a tan alto nivel, porque él me habría cerrado la puerta", afirmó Giggs.
Tras dejar el elenco mancuniano, Doherty volvió a Irlanda del Norte y se unió al Derry City. Pero solo jugó tres partidos. Ya no disfrutaba el fútbol, la rodilla le seguía molestando y decidió dedicarse a la música.
Para subsistir, tuvo diversos trabajos. Botones, cartero, panadero. Por televisión se enteró que varios de sus ex compañeros en el United en 1999 conquistaron la Champions al vencer en una final épica al Bayern Múnich.
Buscando un nuevo comienzo, en el 2000 se mudó a Países Bajos. Allí tuvo un triste final.
Un día corrió para alcanzar el tren para ir a trabajar. Sin embargo, se resbaló, cayó a un canal y se golpeó fuertemente la cabeza. Estuvo un mes en coma y luego murió.
Con su fallecimiento comenzó la leyenda del mejor futbolista al que muy pocos pudieron ver jugar. A Gary Neville un día le preguntaron por su ex compañero. Su respuesta fue muy seria.
"No he visto nunca nada como él. Tenía la habilidad de Messi", sentenció.