Boris Spassky, leyenda y otrora campeón mundial de ajedrez, falleció el pasado jueves. Tenía 88 años.
Spassky nació en Leningrado (hoy San Petersburgo) y cuando tenía cinco años tuvo que evacuar su ciudad porque era asediada por tropas nazis. En esa época aprendió a jugar ajedrez.
Su talento era descomunal. Con 16 años venció a Vasily Smyslov, por entonces campeón del mundo. Sin embargo, le costó llegar a lo más alto. Por aquel entonces la Unión Soviética era la meca del ajedrez y había muchas figuras que lo opacaban.
Ganó dos veces el Torneo de Candidatos. En su primer intento por tomar el campeonato mundial perdió con Tigran Petrosian, pero en 1969 tuvo revancha ante el mismo rival y alcanzó el cénit de su carrera.
Sin embargo, el reinado de Spassky no duró mucho. Solo tres años. En 1972 enfrentó a otro genio: el estadounidense Bobby Fischer.
El encuentro, que se realizó en Islandia, trascendió los límites del deporte. Se dio en plena Guerra Fría y se convirtió en el duelo ajedrecístico más mediático de la historia.
Fischer era quisquilloso y estaba preocupado por el dinero. Exigió un porcentaje de los derechos de televisión y que aumentara el premio para el ganador, también se le vio preocupado por la iluminación y por conseguir cojines que le gustaran para su silla.
Un promotor británico donó 125 mil dólares para añadir a la bolsa del duelo y el secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, llamó por teléfono a Fischer para apremiarlo. Así lo convencieron.
"Al arriesgar su título ante Fischer, Spassky también está jugando el prestigio soviético. Pero no le queda otra alternativa. El reto obviamente no lo asusta: 'Aún soy el rey -declaró Spassky- soy un oso ruso muy haragán, no me lleva meses preparar un torneo como a los viejos maestros. Pero lo compenso trabajando más arduamente durante el juego", escribió Larry Evans, cronista y ajedrecista.
El ganador de la primera partida fue Spassky y el nacido en Chicago no se presentó al segundo acto. El marcador quedó 2-0.
"Los oficiales soviéticos me ordenaron que parara el torneo y me fuese como campeón, pero yo quería jugar. Fui tonto porque aquello era mucho más grande que mis intereses individuales", confesó el hombre de Leningrado.
Fischer siguió con sus excentricidades. Se negó a jugar en el salón principal del hotel, ya que le molestaba el ruido de las cámaras de televisión, y logró que el duelo se disputara en una pequeña habitación del recinto.
"Luego me di cuenta de que toda esa presión estuvo cuidadosamente pensada", comentó Spassky, quien llegó a decir que uno de los miembros de su equipo era un espía de los norteamericanos.
Tras ese inicio extraño, Fischer se puso serio y mostró todo su talento. Finalmente, se impuso por 12,5 puntos a 8,5 y derrumbó la hegemonía de 24 años que tenía la URSS en los campeonatos mundiales.
Tras destronar a Spassky, el norteamericano no jugó más partidas oficiales. En 1965 puso condiciones extremas para medirse con el aspirante Anatoly Karpov y la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) lo despejó del título de campeón mundial.
La vida de Spassky
Tras su primera derrota contra Fischer, Spassky dejó de ser bien visto en la Unión Soviética y al tiempo se mudó a París luego de casarse con una francesa llamada Marina . Llegó a representar al país galo en Olimpiadas del juego ciencia.
Veinte años después de su primer enfrentamiento, Spassky y Fischer se volvieron a medir. Fue un Belgrado, una revancha patrocinada por un banquero serbio. El ganador nuevamente fue Fischer. Ganó diez partidas, perdió cinco y las otras quince terminaron en tablas.
Pese a los resultados adversos, Spassky tuvo una buena relación con Fischer y lo recordaba con mucho cariño.
"El no tenía muchos amigos y yo fui uno de los pocos que lo conoció perfectamente; creo que la mayoría de la gente jamás lo comprendió. mantuvimos un sentimiento de amistad sincero hasta sus últimos días, nos escribíamos y nos hablábamos de manera periódica. Algunas semanas después de su muerte visité su tumba", afirmó emocionado en una entrevista que le concedió a La Nación.
Spassky ganó mucho dinero, pero lo gastaba rápido. Le gustaba salir con amigos, beber champagne o vino.
En 2006, durante una lectura de ajedrez en San Francisco, sufrió un derrame cerebral. Cuatro años después le ocurrió algo similar.
Sin embargo, él se lo tomaba con buen humor y hasta bromeaba. "Mi posición es mala, pero yo siempre fui un optimista y sigo jugando", comentó.
En 2012, con ayuda de unos amigos y un enigmático pasaporte de un solo uso, huyó de Francia. Se armó una polémica enorme. Su esposa, su hijo y su hermana y presentaron una denuncia por un posible secuestro.
Pero, al parecer, no era nada de eso. El Gran Maestro se marchó en silla de ruedas con Valentina, su nueva compañera.
"Me atiborraron a tranquilizantes. encontré el teléfono cortado y no había acceso a internet. Estaba aislado", relató luego de volver a Rusia.
Sin embargo, su hermana, en otra entrevista, consideró que era imposible que Boris hubiese hablado, ya que su estado físico se lo impedía.
El ajedrecista pasó en Moscú sus últimos años. En las últimas imágenes que se filtraron de él lucía irreconocible.