Escena de "El hijo rojo".
Aton
SANTIAGO.- La campaña publicitaria de "El hilo rojo" la ha definido desde un inicio como una película romántica sobre las idas y venidas de una pareja destinada a pertenecerse, a estar vinculada de una u otra manera durante su vida. Los adelantos daban cuenta de un flechazo en un avión y un enamoramiento fugaz entre dos personajes interpretados por Benjamín Vicuña y Eugenia "China" Suárez, la pareja mediática del momento.
"Una leyenda china cuenta que un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper", prometía la sinopsis con que se promocionó este tercer largometraje de la directora trasandina Daniela Goggi.
Pero lo cierto es que en "El hilo rojo" el resultado final está bastante lejos de cumplir satisfactoriamente con lo que se espera de una buena historia de amor. Y esto ocurre, simplemente, porque el foco del relato no es el amor, es una pasión que carece de fuerza, locura y carisma.
Los protagonistas son Manuel (Vicuña) y Abril (Suárez). Él enólogo y ella asistente de vuelo. Ambos se conocen en un avión durante un trayecto a España e inmediatamente se enamoran, pero pierden contacto tras un imprevisto fortuito. Siete años después se reencuentran en circunstancias inesperadas. No obstante, no pueden estar juntos porque cada uno construyó una familia.
En el guión de Goggi no hay diálogos ni hechos que permitan conocer (y querer) a los personajes. Entre ellos no se ve una conexión emocional profunda, sino que más bien una atracción carnal casi adolescente y superficial. La película pudo haber funcionado si se hubiese planteado una complicidad mayor entre los amantes. Eso habría permitido que sus dilemas morales y familiares se convirtiesen en una fuerza antagónica potente.
Es importante destacar que el problema es la falta de carisma en los anhelos de los protagonistas y la ausencia de un arco dramático atractivo, no la premisa de un amor "fugaz" y "predestinado". Ésta idea es atractiva si se aborda con una mirada asertiva, y así lo han demostrado anteriormente películas maravillosas, como la también argentina "Nueces para el amor" de Alberto Lecchi- donde la pareja se conoce en un tren después de acudir al último concierto de Sui Generis y luego se distancian por décadas, o en la gran cinta de Richard Linklater "Antes del amanecer", en la que dos veinteañeros se enamoran intensamente en pocas horas, gracias a largas conversaciones por las calles de Viena, y se despiden rogando un reencuentro que llega en "Antes del atardecer".
Esta semana la directora y los actores dijeron en una conferencia de prensa que uno de los desafíos de esta cinta era mostrar un romance sin clichés, pero lamentablemente esa meta no se cumplió. Los 90 minutos de metraje constituyen un festín de cursilerías que difícilmente agraden al público más exigente.
Pese a que "El hilo rojo" no es la mejor película de Vicuña, sí cumplirá con lo que quiere una parte de la audiencia: ver qué tan intensa es en pantalla la atracción entre el actor chileno y su nueva pareja, focos de la
gran polémica farandulera de los últimos meses.