SANTIAGO.- ‘Salisbury’ no es una novela de terror, es una novela con terror. Son dos terrores que se encuentran y se enfrentan. ¿Qué terror es más intenso, el sobrenatural que despierta a un niño, o el real que no deja dormir a un adulto? ¿Qué es más complejo, un vampiro o las deudas que amenazan un embargo? Pero Salisbury es también una historia de amor, una monstruosa historia de amor”, asegura el escritor y periodista Francisco Ortega (“Logia”, “Andinia”), al definir “Salisbury” (Planeta, $ 14.900), que acaba de llegar a las librerías nacionales. Y que técnicamente es la versión corregida y extendida de “El horror de Berkoff”, publicado seis años atrás.
En él, Ortega construía una historia oscura, personal y a ratos claustrofóbica, ambientada en una pequeña ciudad ficticia del sur de Chile de nombre Salisbury. Precisamente allá regresa, después de muchos años de ausencia, Martín Martinic, un actor de televisión que ha conocido tiempos mejores. Y su motivo no es otro que asistir al funeral de su mejor amigo, Juan José Birchmayer, episodio que propiciará el reencuentro con el entrañable Perci Guidotti y con Emilia, la viuda, reviviendo antiguas amistades y emociones. Pero también pesadillas que se creían sepultadas en el pasado.
Además de la novela en sí, “Salisbury” incluye una cantidad importante de material adicional, casi como si fueran los extras de un DVD, como capítulos eliminados y el cuento “La última historia de los vengadores”, entre otros.
¿Por qué tomaste la decisión de reescribir “El horror de Berkoff”? ¿Qué te dejó insatisfecho de aquel libro de 2011?
No sé si la palabra sea insatisfecho. Básicamente cuando firmé con editorial Planeta, la idea no solo era por las novelas nuevas, sino también rescatar las primeras obras. En el plan estaba publicar en 2017 “El Horror de Berkoff”, y en 2018, “60 Kilómetros”, novelas ambas que no estaban en ninguna parte y no habían sido reeditadas. Cuando empecé a trabajar en la reedición de “El Horror de Berkoff”, esta se fue convirtiendo en una reescritura que extendió la novela de sus 180 páginas originales a 380; básicamente de un viejo libro nació uno nuevo.
La idea de cambiarle el título fue de la editora de Planeta, que le parecía que “El Horror de Berkoff” adelantaba demasiado la trama de la novela y era muy de nicho, muy Lovecraft y la novela tenía hartas más lecturas. Le dije que el título original del manuscrito era “Estación Salisbury” y le encantó. Finalmente quedó solo como “Salisbury”.
Como la edición original fue a través de una editorial chica, que ni siquiera fue distribuida a regiones, el libro funciona como una novela nueva. Quienes leyeron “El Horror de Berkoff” ?que ya no existe y fue reemplazada por esta novela en mi canon autoral? se encontrarán acá con la segunda parte de la novela, desde la página 180 en adelante. Quienes no la leyeron, empezarán desde cero. Siempre me hizo ruido que mi libro más sureño, más de Victoria y Temuco, no estuviera en librerías de la zona. “Salisbury” es básicamente “La historia secreta de la Araucanía”, a través de los miedos y mitos mapuches, enfrentados a los miedos y mitos huincas. Y como tal, se hace cargo a través de la ficción desde lo sucedido en la mal llamada Pacificación de la Araucanía hasta el tema mapuche de la zona de Ercilla.
"Salisbury es básicamente la historia secreta de La Araucanía”, a través de los miedos y mitos mapuches, enfrentados a los miedos y mitos huincas. Y como tal, se hace cargo a través de la ficción desde lo sucedido en la mal llamada Pacificación de la Araucanía hasta el tema mapuche de la zona de Ercilla."
Fracisco Ortega
A pesar de eso, el camino de “Salisbury” ha sido aún más largo, ya que originalmente fue un guión de cine. ¿Qué puedes contar sobre eso?
La idea original de la novela era “Victoria”, una película de amistad y horror, muy en la línea de “Cuenta Conmigo” y “Stranger Things”; de hecho, este libro es mi “Stranger Things”. La escribí en 2006, después de (el guión de) “Se Arrienda” y Alberto Fuguet me ayudó con algunos diálogos, que se mantuvieron en la novela; hay una o dos páginas que son de Fuguet. “Victoria” ganó un Corfo para desarrollo de guión con Alex Bowen, pero no encontró inversionistas para convertirse en película. Así que en 2010 la tomé y la reescribí como novela, cambiándole el nombre para tener más libertades creativas usando el leit motiv del pueblo ficticio, tradición literaria que no es muy frecuente en Chile.
¿Por qué afirmas que Stephen King y José Donoso han sido influencias directas de esta novela?
Por el uso de las casas y la familia como motor del miedo, eso de los fantasmas que se pueden tocar. La provincia como escenario caótico, lleno de secretos. La novela es básicamente un gran homenaje literario a “El obsceno pájaro de la noche”, de Donoso, y a “Salem’s Lot” e “IT”, de King; no me puedo hacer el gil con eso. De King está la fantasía del pueblo como creador de miedos, de Donoso lo gótico chileno, pero si en Donoso ese gótico es católico, acá es evangélico.
La ficticia ciudad de Salisbury es, en el fondo, tu natal Victoria ¿Cuánto hay de autobiográfico en esta novela?
Salisbury es Victoria. Es parte de su historia secreta. En una biografía de Balmaceda encontré el relato de una carta que él le envía a Lord Salisbury, primer ministro de la reina Victoria, donde le indica que en agradecimiento por la ayuda prestada por Lord Salisbury a Chile durante la Guerra del Pacífico, iban a rebautizar a uno de los pueblos recién fundados con la expansión de la línea férrea, en 1881, con el nombre de Estación Salisbury. Pudo haber sido Collipulli, Victoria, Lautaro o Temuco incluso, así que imaginé que Salisbury había contestado la carta de Balmaceda y al cumplir el compromiso, a Victoria le habían cambiado el nombre. De esa manera, Victoria se transformó a través del ficticio Salisbury en un pueblo imaginario, con las ventajas de poder ficcionarlo, cambiar nombres de calles, crear edificios nuevos. Salisbury es un Victoria literario.
Lord Salisbury era ministro de Relaciones Exteriores de Inglaterra para la guerra de 1879. Dada las inversiones que Inglaterra tenía en la zona del Pacífico, se encargó en persona de enviar armas, pertrechos e ingenieros navales a Chile para arreglar los buques de la Armada, además de acelerar la construcción de nuevas unidades navales, como las fragatas acorazadas que llegaron hacia el final de la guerra. Por la intervención de Lord Salisbury, la versión peruana y boliviana de la guerra sostiene que el conflicto fue realmente entre Perú y Bolivia contra Chile e Inglaterra, lo que es discutible, tanto como innegable es la intervención de Lord Salisbury para proteger los intereses británicos en la zona en conflicto. Sobre si es biográfico… Más de lo confesable. Los dos personajes principales, Martin y Percy, son dos mitades de mi personalidad. Es mi novela más biográfica.
Esta es la segunda vez que reescribes una de tus novelas. En 2015 publicaste “El verbo Kaifman”, que fue la versión extendida y corregida de “El número Kaifman”, de 2006. ¿Las novelas publicadas ya no son intocables? ¿Nunca lo han sido?
Nada es intocable, los libros están siempre en movimiento. Los discos y las películas también. Si existe el Director Cut para obras como “Blade Runner”, por qué no puede existir para los libros. Autores que admiro como Stephen King o Javier Sierra han reescrito sus obras primerizas. Incluso Nicanor Parra con sus primeros poemas. La obra de uno no es sagrada y de un viejo libro puede salir un nuevo libro.
¿Y en qué proyectos estás trabajando ahora? ¿Tienes pensado regresar al universo de tu exitosa Trilogía de los Césares?
Una novela gráfica sobre Julio Verne con Gonzalo Martínez, una novela de ciencia ficción hecha de varias voces, la segunda parte de Max Urdemales que ya está en librerías y eso por ahora. Sí, algún día volveré al universo de Elías Miele y Princess Valiant, es la idea.