SANTIAGO.- En 2008, una tímida y temerosa Michelle Obama salió al escenario de la Convención Nacional del Partido Demócrata para dar su discurso como la esposa del aspirante a la presidencia de Estados Unidos. Siendo aún una desconocida para la mayoría de los hogares, logró cautivar a los norteamericanos que por fin vislumbraron el prometedor futuro de quien se convertiría en la primera mujer afroamericana en ser primera dama.
Ocho años más tarde desde ese día, se muestra segura y rebosante de confianza en cualquiera de los escenarios a los que suele subirse. Acostumbrada a las ovaciones y con una popularidad del 64%, ad portas de su salida de la Casa Blanca se perfila como la gran promesa y la candidata demócrata ideal para correr la próxima carrera presidencial.
Alumna destacada
Michelle LaVaughn Robinson Obama, de 53 años, nació y creció en Chicago. Pasó su infancia en un suburbio del sector sur en un pequeño departamento donde vivía junto a su madre, ama de casa, y su padre, quien trabajaba en una planta de agua potable de la ciudad, y que a pesar de sufrir de esclerosis múltiple no faltó ni un solo día.
Con todas las dificultades que debía enfrentar la familia, Michelle recibió igualmente una educación de alta calidad. Se graduó de sociología de la Universidad de Princeton y como abogada en Harvard, dos de las más selectas instituciones educacionales del país.
Con sus títulos bajo el brazo, Michelle se incorporó al bufete de abogados Sidley Austin, en Chicago. Un día, sus jefes le dijeron que había llegado un joven abogado nuevo al bufete y que ella sería la responsable de conducir su carrera como su tutora. El joven tenía el nombre de Barack Hussein Obama. Pocos años después, la carrera política del joven Obama se disparó y en enero de 2009 la pareja se instaló en la Casa Blanca.
Víctima de racismo
Además de provenir de una familia de clase media, según un estudio al árbol genealógico creado por el diario The New York Times en 2009, Michelle tiene un parentesco con una esclava originaria de Carolina del Sur. A pesar de que nunca se ha referido directamente a ello, uno de los principales temas por los que ha alzado la voz, es el racismo. Y es que ella misma fue víctima de discriminación en diversas ocasiones.
Durante su estadía en Princeton, la madre de su compañera de pieza pidió que cambiaran de habitación a su hija y años después, siendo primera dama, sería objeto de comentario de la directora de un grupo inmobiliario del condado de Clay, quien la comparó con la esposa de Donald Trump, Melania: "Será tan refrescante tener de nuevo en la Casa Blanca una Primera Dama con estilo, belleza y dignidad. Estoy cansada de ver una mona en tacos altos".
Por ello, cada vez que puede, enfatiza en esta problemática. Lo hizo en su intervención en la convención nacional demócrata el año pasado al dar cuenta de lo que significa que ella y su familia se despierten día a día en "una casa construida por esclavos", en referencia al palacio presidencial.
Ícono de la moda y un futuro prometedor
Siendo primera dama, Michelle se destacó por impulsar medidas contra la obesidad, a favor de la igualdad de género y la educación. Pero también lo hizo por su elegancia y buen gusto al vestirse. Se volvió ícono de la cultura pop y de la moda, ya sea bailando con el presentador de TV Jimmy Fallon, rapeando con Missy Elliot o enfrentando el desafío de modelar en una pasarela con el astro del baloncesto LeBron James.
"Lo interesante es que ella desde la sensibilidad y los temas cotidianos, logra instalarse como una primera dama cercana a la gente, con ideas pero también dispuesta a escuchar", sostiene la analista internacional de la Usach, Lucia Dammert. "Ella humanizó en muchos sentidos, la oficina de la primera dama y al Presidente", añadió.
Sin embargo, lo que más le ha dado relevancia fue su inesperado papel durante la competitiva carrera presidencial de 2016: impulsó la campaña política de Hilary Clinton, acompañándola en actos públicos, defendiéndola y atacando a su rival republicano con uñas y dientes. "Los hombres en mi vida no hablan sobre las mujeres de esa forma. No es como los seres humanos decentes se comportan", afirmó al referirse a los comentarios sexistas de Trump filtrados el año pasado.
Fue entonces cuando todos percibieron que los estadounidenses la escuchaban y apoyaban, por lo que la idea de que se convirtiera en una posible candidata presidencial para el próximo periodo era evidente. No obstante, ella ha repetido que no está interesada en una carrera política personal. "En política, el futuro siempre es muy difícil de predecir, ella si quisiera ser senadora o representante de la Cámara, podría serlo", explicó Dammert.
En una reciente entrevista, el Presidente Obama señaló que su esposa esperaba ahora recuperar una vida normal. "Michelle nunca realmente utilizó el hecho de estar bajo el escrutinio público. Y eso es irónico, considerando lo buena que es", afirmó.
Para la analista, es precisamente Barack el punto que la acercará a una posible candidatura. "Si él se mantiene en la arena política, lo más probable es que ella también", sentenció.