La violencia se ha intensificado en el sur de Irak, donde al menos 30 personas han perdido la vida en nuevos enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad en la ciudad chií de Nasiriya, al día siguiente de la quema del consulado iraní en la localidad de Nayaf.
El director del Observatorio Iraquí para los Derechos Humanos, Mustafa Saadoon dijo a Efe que al menos 30 personas han muerto y 180 han resultado heridas en los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad en la ciudad de Nasiriya, capital de la provincia meridional Di Qar.
Saadoon agregó que su organización ha podido verificar esas cifras por fuentes médicas de Di Qar, una de las mas afectadas por la violencia en el sur de Irak desde el estallido de las protestas a principios de octubre.
Los médicos tuvieron que realizar 87 operaciones a manifestantes heridos, muchos de ellos de bala, según Saadoon.
Un manifestante de Nasiriya, Hayder Sadeq, de 30 años, relató a Efe por teléfono que un grupo de militares acudió a la zona donde estaban acampados en protesta y trataron de desalojarlos, por lo que empezaron los choques entre ambos bandos.
Señaló que estos duraron desde la madrugada hasta el mediodía de este jueves y que los uniformados dispararon contra los manifestantes.
Hoy las autoridades iraquíes anunciaron la creación de "células de crisis" con la participación de los gobernadores de provincias y el Ejército tras la propagación de la violencia en el sur.
El teniente general Yamil al Shamry, encargado de la célula de crisis de Di Qar, fue apartado de su cargo por el comandante de las Fuerzas Armadas, el también primer ministro Adel Abdelmahdi, informó la agencia estatal de noticias iraquí INA.
Mientras, en Nayaf, al norte de Nasiriya, donde manifestantes incendiaron anoche el consulado iraní, al menos cuatro personas han fallecido desde el martes, según la Comisión Iraquí de Derechos Humanos, organismo independiente y público.
Irán condenó hoy ese ataque y urgió a las autoridades iraquíes a proteger las sedes diplomáticas y a castigar a los culpables.
Durante los pasados casi dos meses de protestas, los manifestantes han expresado un sentimiento antiiraní y han atacado otro consulado de este país, y los movimientos políticos Al Fath y Estado Derecho, han sido blanco de las críticas por su cercanía a Teherán.
Mientras, el clérigo chií Muqtada al Sadr y sobre todo el ayatolá Alí al Sistani -máxima autoridad religiosa chií del país- han apoyado las protestas y se han distanciado del país vecino.
Hoy Al Sadr pidió en un comunicado la dimisión del Gobierno de forma "inmediata" y calificó al Ejecutivo de "puramente corrupto".
"Aconsejo al Gobierno que renuncie de inmediato para detener el derramamiento de sangre (...), si el Gobierno no renuncia, este es el principio del fin de Irak", declaró Al Sadr.
Asimismo advirtió de que el país ha caído "en las mandíbulas de los corruptos y en los caninos de algunos manifestantes fanáticos".
El clérigo ha apoyado al Gobierno de Abdelmahdi, que contó con el respaldo de la coalición parlamentaria Sairún, apadrinada por el líder religioso y que fue la más votada en las elecciones de mayo de 2018.
A pesar de que el presidente iraquí, Barham Saleh, dijo que Abdelmahdi estaba dispuesto a dimitir y convocar elecciones anticipadas, esa renuncia no se ha concretado y las protestas han continuado y se han intensificado en las calles desde el pasado 25 de octubre.
Los manifestantes piden un cambio de Gobierno al considerarlo corrupto y responsable de la mala gestión de los recursos y problemas económicos del país, sobre todo en el sur rico en petróleo donde la población no se beneficia del oro negro.
Desde el estallido de la revuelta, al menos 371 personas han muerto en las protestas en varios puntos del país, según los últimos datos de la Comisión Iraquí de Derechos Humanos.