Comienza el año, y con él, llegan nuevos conflictos. A solo dos días de iniciado el 2020, los ojos de la comunidad internacional están puestos en Irak, escenario de un nuevo episodio de tensión entre Estados Unidos e Irán, que mantiene a todos alerta ante la posibilidad de que los problemas escalen.
Para ser certeros, los problemas empezaron los últimos días de 2019, con la muerte de un estadounidense en un ataque con cohetes contra una base militar que albergaba soldados norteamericanos en Kirkuk, en el norte de Irak. Tras ello, el Ejército del país norteamericano mató al menos a 25 combatientes al bombardear el domingo instalaciones en Irak y en Siria de las Brigadas de Hezbollah, una milicia proiraní que Washington considera responsable de la muerte de su ciudadano.
Estos ataques fueron "una acción defensiva destinada a proteger a los soldados y a los ciudadanos estadounidenses en Irak y (...) para disuadir a Irán", aseguró el lunes el jefe de la diplomacia estadounidense,
Mike Pompeo, en el canal Fox.
"Pensamos que era importante alcanzar un objetivo significativo para enviarles un mensaje muy claro sobre la seriedad con la que tomamos las vidas estadounidenses", dijo a su vez el subsecretario de Estado para Medio Oriente, David Schenker, para quien la respuesta estadounidense fue "firme, pero proporcionada".
La operación fue ordenada por el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien hasta ahora había mostrado "una gran moderación" ante las provocaciones de Teherán, dijo de su lado el enviado de Estados Unidos a Irán, Brian Hook.
La muerte del subcontratista estadounidense fue para la Casa Blanca la gota que rebasó el vaso, luego de meses bastante tensos producto de los desencuentros registrados en el estrecho de Ormuz, con derribos de drones y ataques a instalaciones petroleras entremedio. Salvo unas cuantas amenazas, en esa ocasión Trump había rechazado bombardear Irán. Pero parece que ahora la situación cambió.
No obstante, la decisión de Washington tuvo reacciones. Luego del ataque, el guía supremo de la República Islámica de Irán, el ayatola
Ali Jamenei, condenó "
enérgicamente la maldad" de EE.UU. en los bombardeos y aseguró que Trump "si tuviera un mínimo de sentido común -que no lo tiene- entendería que sus crímenes en Irak, Afganistán (...) han hecho que varios países lo odien".
Del mismo modo, seguidores y miembros de la agrupación armada chiíta Multitud Popular asaltaron el miércoles la embajada estadounidense en Irak, llegando incluso a acampar en las afueras de la legación diplomática. La toma duró hasta este jueves y alarmó a las autoridades norteamericanas.
Irak, el perjudicado
Estos hechos ponen en evidencia cómo Irak se encuentra en el fuego cruzado del conflicto entre sus dos principales socios, EE.UU. e Irán, enfrentados entre sí y que buscan ejercer más influencia sobre el Gobierno de Bagdad en un momento crucial debido a la revuelta popular que sacude el país desde principios de octubre.
Para el analista iraquí Abdulaziz al Yaburi, Irán es quien "controla el ritmo de los movimientos de la Multitud Popular" y en este momento "no puede permitirse que la situación se deteriore en Irak porque afectaría a sus intereses y podría llevar a (...) reducir su influencia" en medio de los cambios que exigen los manifestantes en las calles.
El profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Bagdad dijo a Efe que lo sucedido conlleva varios mensajes: el primero, dirigido al mundo, "
Irán tiene la base popular para lograr lo que quiere en Irak, a través de sus brazos sobre el terreno que son las diversas facciones de la Multitud".
El segundo mensaje es para el público iraquí, consideró Al Yaburi: "La Multitud es la fuerza más activa en el escenario iraquí y la que está manejando los asuntos en el país", a través de la participación de sus líderes en el bloque parlamentario Al Biná, que ha intentado sin conseguirlo nominar a un nuevo primer ministro.
Desactivada de momento la crisis, no hay garantías de que no vuelvan a repetirse incidentes como los que están en el origen de la escalada, esto es, el lanzamiento de proyectiles y cohetes contra intereses estadounidenses en suelo iraquí.
Washington responsabiliza de esos ataques a las milicias chiíes, en concreto a Kata'ib Hizbulá (KH), que actúa bajo el paraguas de la Multitud Popular, que el pasado domingo aseguró que perdió a 25 hombres en el bombardeo estadounidense que desató la ira de los partidarios de las poderosas milicias.