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El efecto dominó de las protestas antirracistas: Qué temas captaron la atención de Reino Unido y Alemania

Las manifestaciones iniciadas en EE.UU. tras la muerte de George Floyd pasaron a otras latitudes, donde problemas propios relacionados con la apología de la esclavitud o la discriminación saltaron a la discusión local.

12 de Junio de 2020 | 17:35 | Redactado por Ramón Jara A., Emol/Agencias
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AFP
A semanas de la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco en Minneapolis, las protestas contra la violencia racial se expandieron por todo Estados Unidos, poniendo nuevamente en la palestra un tema histórico. Pero las manifestaciones cruzaron las fronteras y se extendieron por otras latitudes. Primero, la consigna era la misma: su solidaridad con la comunidad negra y el rechazo al racismo, pero con el paso de los días los temas locales de esta índole fueron apoderándose de la discusión.

Esto caló hondo en Europa, que en todos estos siglos también ha sido protagonista de hechos que, a estas alturas, son reprochables para la gran mayoría de la sociedad. Ha surgido, entonces, la necesidad de revisitar la historia y dejar de lado íconos y homenajes que, para muchos, en estos tiempos deberían ser repudiados.

En un continente donde la migración -sobre todo desde África- es un tema latente, hay países donde la discusión se ha tornado álgida y ha sido protagonista de manifestaciones y actos públicos. Incluso, varios de ellos han concluido en hechos vandálicos.

Esto ha pasado, en cierto modo, en Reino Unido y Alemania, donde el debate en torno a hechos puntuales como las estatuas de antiguos esclavistas o la inclusión de la palabra "raza" en la Constitución se tomaron el debate tanto en las calles como en la política.

Reino Unido y su pasado oscuro

Tras el homicidio de George Floyd en EE.UU., en Reino Unido miles de ciudadanos, especialmente jóvenes, han salido a la calle para denunciar su pasado más oscuro: la esclavitud del siglo XVIII. En este sentido, cada vez son más las voces que piden retirar de su pedestal a las figuras de comerciantes de esclavos o emprendedores coloniales que se erigen por doquier en plazas o esquinas británicas, reflejo del Imperio donde nunca se ponía el sol.

El Gobierno de Boris Johnson salió en defensa del espíritu antirracista de estas manifestaciones, aunque denunció las pintadas o los destrozos provocados en EE.UU. y el Reino Unido, después de que la escultura del comerciante de esclavos Edward Colston (1636-1721) fuera arrancada en Bristol, arrastrada por las calles y arrojada en el puerto de esta ciudad del oeste de Inglaterra.

"Somos una sociedad mucho menos racista de lo que éramos pero, francamente, también tenemos que reconocer que hay mucho más por hacer para erradicar los prejuicios y crear oportunidades", afirmó un vocero de la residencia oficial de Downing Street.

Además de Colston, hubo ataques sobre las estatuas del ex primer ministro Winston Churchill (1874-1965) en la plaza del Parlamento, en Londres, y de la reina Victoria (1819-1901) en el céntrico Hyde Park, donde se han podido leer palabras como "racista" o "asesina".

Las peticiones para retirar a quienes en su día fueron considerados héroes o constructores de la riqueza británica no cesan, como es el caso de los estudiantes de la Universidad de Oxford que piden sacar del colegio Oriel la estatua de Cecil Rhodes (1853-1902), defensor de la política de expansión territorial del siglo XIX, por considerarlo un símbolo de racismo y del pasado imperial del país.

"Somos una sociedad mucho menos racista de lo que éramos pero, francamente, también tenemos que reconocer que hay mucho más por hacer para erradicar los prejuicios y crear oportunidades"

Gobierno británico
La vicerrectora de Oxford, Louise Richardson, advirtió del error de "ocultar nuestra historia" y pidió, en cambio, que los británicos "afronten su pasado y aprendan de él". "Necesitamos entender esta historia y el contexto en que tuvo lugar y por qué la gente pensaba entonces de esa manera", agregó.

En la Universidad inglesa de Cambridge, activistas antirracistas que piden se retire un vitral conmemorativo del biólogo Ronald Fischer (1890-1962), hicieron este viernes rayados en la entrada del colegio Gonville & Caius donde está ese cristal.

"La eugenesia es genocidio. Fisher tiene que caer", reza el mensaje, ya que el biólogo fue el fundador de la Sociedad Eugenesia de la Universidad de Cambridge y argumentaba que la población está dividida genéticamente entre personas inferiores y superiores.

Más al norte de Inglaterra, en Liverpool, la universidad de esta ciudad acordó la retirada de William Gladstone (1809-1898), un político liberal que en su día respaldó los intereses de los comerciantes de esclavos, entre ellos su padre, John Gladstone.

El caso de Floyd, no obstante, no es aislado. El Reino Unido pasó por un suceso similar en 2011 cuando el joven afrocaribeño Mark Duggan perdió la vida después de que la Policía le disparase en un incidente en el barrio de Tottenham (norte de Londres). Posteriormente se supo que Duggan no estaba armado cuando los agentes lo tirotearon.

Ese caso provocó protestas antirracistas y disturbios, con incendios en comercios, que se extendieron por varias ciudades y pusieron de manifiesto cuán dividida estaba la sociedad británica.

Alemania y una discusión constitucional

En Alemania, por su parte, la discusión se centró por la presencia de la palabra "raza" en su Constitución. Los ecologistas, segunda fuerza política del país en intenciones de voto, fueron los primeros esta semana en sugerir una modificación de la ley fundamental del 8 de mayo de 1949, cimiento de la Alemania democrática con un marcado contenido para oponerse radicalmente a las persecuciones de los nazis contra las minorías.

"Es tiempo de olvidar el racismo, todos juntos", proclamó el dirigente de Los Verdes, Robert Habeck, en un texto publicado en el diario de izquierda Tageszeitung. "Una señal fuerte en este sentido sería suprimir el término 'raza' de la ley fundamental", propuso, luego de las numerosas manifestaciones contra las discriminaciones a raíz de la muerte de George Floyd.

El pasaje cuestionado de la Constitución alemana es el artículo 3, según el cual "nadie debe ser discriminado ni privilegiado debido a su sexo, su ascendencia, su raza, su lengua, su patria o su origen, sus creencias, sus opiniones religiosas o políticas".

Para los ecologistas, "no hay 'razas'. Hay seres humanos". Y la Carta Magna, escrita en la posguerra, está según ellos impregnada de un sesgo racial de los seres humanos, heredero del siglo XIX y obsoleto hoy en día.

Los Verdes han recibido el apoyo de la formación de izquierda radical Die Linke, del Partido Liberal FDP (derecha) y también de los socialdemócratas (SPD), socios minoritarios de la coalición gubernamental con los conservadores de Angela Merkel.

"Nadie debe ser discriminado ni privilegiado debido a su sexo, su ascendencia, su raza, su lengua, su patria o su origen, sus creencias, sus opiniones religiosas o políticas"

Artículo 3 Constitución alemana
La gobernante, por su parte, "está abierta a un debate de este tipo: los argumentos que escuchamos de un lado y del otro incitan a la reflexión", explicó el viernes el portavoz de la Canciller, Steffen Seibert.

El resto del gabinete también se explayó ante esta propuesta. El ministro del Interior, Horst Seehofer, un bávaro conocido por sus posiciones muy conservadoras, dijo estar "abierto a la discusión". Y aunque inicialmente el Ministerio de Justicia, había defendido el término "raza" porque surgió en el contexto de la posguerra, este viernes su titular, Christine Lambrecht, se mostró también favorable a la supresión.

En todo este debate, el diario conservador Die Welt ironizó: "Ahora algunos alemanes han progresado de forma tan maravillosa que piensan que la palabra "raza" es insoportable (...) Pero no llevan a sus hijos a la escuela con numerosos árabes y turcos, sino a un lugar donde encuentran a los mismos que ellos. Esto es exactamente lo que tiene que cambiar".

El camino para una reforma de la Constitución es sin embargo largo y requiere una mayoría de dos tercios del Parlamento.
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