Su antecesor republicano Donald Trump acordó con los insurgentes talibanes en febrero de 2020 que todas las fuerzas estadounidenses se retirarían de Afganistán antes del 1 de mayo de 2021.
Biden entró a la Casa Blanca en enero y ordenó una revisión de esas negociaciones.
El 14 de abril anunció un aplazamiento decuatro meses de la fecha límite de Trump , diciendo que las tropas estadounidenses y de la OTAN "estarán fuera de Afganistán antes de que se celebre el vigésimo aniversario del atroz ataque del 11 de septiembre" de 2001.
El objetivo era evacuar a los 2.500 soldados estadounidenses restantes, a varios miles de soldados de la OTAN y a unos 16.000 contratistas civiles que permanecen en el país.
Los críticos habían señalado que la conjunción de la retirada estadounidense y las conmemoraciones del vigésimo aniversario del ataque del 11 de septiembre no era buena cosa.
"Nuestra misión militar en Afganistán concluirá el 31 de agosto", señaló Biden a comienzos de julio.
Washington también pretendía darle al gobierno afgano más tiempo para organizar su lucha contra los talibanes.
EE.UU. y sus socios de la OTAN esperaban que las fuerzas afganas pudieran frenar la ofensiva de los insurgentes.
La inteligencia estadounidense consideró que las fuerzas gubernamentales deberían poder resistir al menos seis meses tras la salida de las tropas norteamericanas.
El retraso, creía el Departamento de Estado, daba tiempo suficiente para la salida de los efectivos y ciudadanos estadounidenses y de decenas de miles de afganos y sus familias que trabajaban para las fuerzas occidentales, a los que se les prometió "visas especiales de inmigrante" (SIV) para reasentarse en Estados Unidos.
Sin embargo, las fuerzas afganas no combatieron de la forma esperada y los talibanes fueron tomando una capital provincial tras otra en julio y agosto, y finalmente marcharon sobre Kabulel 15 de agosto.
La asombrosa velocidad del avance talibán puso en alerta a decenas de miles de afganos y extranjeros, incluido el personal de la embajada estadounidense, para abandonar lo más rápido posible territorio afgano.
El 14 de agosto, el ejército estadounidense desplegó miles de soldados para tomar el control del Aeropuerto Internacional Hamid Karzai de Kabul con el fin de organizar un puente aéreo de evacuación.
Desde esa fecha hasta el martes, el total de evacuados de Estados Unidos y otros países superó los 71.000; de los cuales más de 21.000 salieron en las últimas 24 horas.
Pero miles quedaron al margen, debido en parte a la creciente dificultad para acceder al aeropuerto por los bloqueos de los talibanes.
El Pentágono, que gestiona las operaciones en el aeropuerto de Kabul, dice que deberá reducir las evacuaciones varios días antes del 31 de agosto, para retirar a sus más de 6.000 soldados, a cientos de funcionarios estadounidenses, 600 soldados de seguridad afganos que custodian el aeropuerto y cantidades significativas de equipamiento.
Funcionarios de Gran Bretaña, Francia y Alemania señalaron que probablemente no podrán completar las evacuaciones planificadas para el 31 de agosto y pretenden que Estados Unidos extienda el plazo hasta septiembre.
En Washington crece la preocupación de que la fecha límite no sea suficiente para sacar a todos los ciudadanos estadounidenses que siguen en el país asiático (su número no estaba claro), así como a los afganos que tenía o tramitaban la visa especial.
El martes, los líderes de los países del G7 celebraron una cumbre virtual para discutir la posibilidad de permanecer en Afganistán más allá del 31 de agosto.
Pero mientras lo hacían, un dirigente talibán declaró que no aceptarían ninguna prórroga.
Horas más tarde, Biden anunció que se apegaba al objetivo de completarla a fines de agosto y que su país estaba "en camino" de terminar su misión en fecha.
La Casa Blanca afirmó sin embargo que una evacuación total antes del 31 de agosto depende de que los talibanes permitan el acceso al aeropuerto de quienes pretendan irse, incluidos los afganos calificados para la visa estadounidense.
Dejando la puerta abierta para ir más allá del 31 de agosto, Biden reclamó "planes de contingencia para ajustar el cronograma en caso de que sea necesario", sostuvo la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.