Este viernes el diputado español y líder del Partido Popular (PP),
Pablo Casado, se reunirá en Chile con el Presidente
Sebastián Piñera, en lo que es el último destino de su gira sudamericana que lo llevó también a
Argentina, Uruguay y Paraguay. Un viaje que no ha estado exento de polémicas, justo cuando la colectividad presidida por el parlamentario enfrenta
una crisis interna en su cúpula, mientras él ya piensa en las elecciones generales de 2023 y la posibilidad de ser gobierno, desmarcándose de otras colectividades.
Antes de reunirse en Santiago con Piñera, el líder opositor español sostuvo citas con referentes de la centroderecha argentina como el ex Mandatario Mauricio Macri y el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y también con el Presidente uruguayo Luis Lacalle Pou y su homólogo paraguayo, Mario Abdo Benítez.
Y en su intento porque la derecha vuelva al Gobierno en España, Casado decidió visitar Sudamérica en su afán de
"proponer para Latinoamérica una alianza por la libertad en la que España vuelva a tener una posición preponderante", que pueda contrarrestar el avance de lo que catalogó el "populismo de izquierda".
Pero no es antojadizo que Casado mire a Latinoamérica. Desde hace tiempo que España ha tendido lazos con esta parte del planeta, sobre todo desde la izquierda. Son sabidos los nexos de dirigentes y ex miembros de Podemos (como el actual cabecilla de Más País Íñigo Errejón) con líderes de la región, así como también por parte del PSOE, como es el caso del ex jefe de Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, quien es integrante activo del Grupo de Puebla.
Pero no se trataría precisamente de una pugna con el oficialismo español. La gira de Casado se ha interpretado más bien en España como un intento de contrarrestar la influencia de Vox, partido de extrema derecha que desde hace meses ha hecho una campaña propia para estrechar lazos con fuerzas de derecha y extrema derecha en Latinoamérica. En los últimos meses, miembros de la Fundación Disenso -que trabaja con Vox- han visitado Ecuador, Colombia, Perú, México, Chile, Honduras y Miami, según reveló el medio Libertad Digital.
Asimismo, el presidente de Vox,
Santiago Abascal, ha mantenido una estrecha relación con dirigentes como el candidato presidencial chileno
José Antonio Kast y el Presidente brasileño
Jair Bolsonaro. De hecho, este viernes el diputado español se dirigía a Brasilia para prestar su apoyo al Mandatario de cara a las elecciones del próximo año.
Esto ha quedado materializado en la creación del llamado Foro de Madrid, instancia que ha buscado ser contraparte de los conocidos Foro de Sao Paulo y Foro de Puebla, y que en octubre pasado redactó la llamada "Carta de Madrid", que tiene como objetivo la "defensa de la libertad y la democracia en la iberosfera". Es por eso que desde Vox y Disenso han catalogado de "copia" el viaje de Casado y lo invitaron a unirse al documento.
Mientras, el líder del PP busca desmarcarse y proponer una vía propia centrada en el diálogo. "Nosotros pensamos que combatirlo (al populismo) con radicalidad produce un incendio mayor. Intentar aplacar las revoluciones izquierdistas con políticas populistas, que prometen el cielo o soluciones fáciles a problemas complejos, tiende a agudizar esas tensiones", dijo el martes en Argentina.
Crisis interna
Luego de que las elecciones generales de 2019 confirmaran la permanencia en el poder del socialista Pedro Sánchez en un gobierno de alianza junto a la izquierda radical de Podemos, el Partido Popular, con Pablo Casado a la cabeza, se convirtió en la primera colectividad de oposición mirando siempre de reojo el notable avance de Vox, que se posicionó como la tercera fuerza política en España.
Manteniéndose como líder del PP, Casado empezó a liderar la oposición con duras críticas al oficialismo, que por su parte ha ido perdiendo apoyo. Esto quedó materializado, por ejemplo, en las elecciones de la Comunidad Autónoma de Madrid, donde el PP con Isabel Díaz Ayuso a la cabeza arrasó y dejó muy por debajo al PSOE y Podemos.
Casado comenzó a sacar cuentas alegres y veía cómo poco a poco su partido se imponía en las encuestas pensando en las elecciones generales de 2023. Tanto así, que
ya ha empezado a hablar públicamente del futuro gobierno, obviamente liderado por él.
Pero Díaz Ayuso, impulsada por su gran apoyo popular, ha estado últimamente buscando más poder adentro del PP y confirmó en septiembre su postulación para liderar la directiva del partido en la capital española, algo que no le gustó para nada a Casado, quien ve a la presidenta de la Comunidad de Madrid como una amenaza a su liderazgo pensando en los comicios de dos años más.
Esto ha generado una crisis en el Partido Popular y ha aumentado la preocupación de sus dirigentes, que ven que una disputa interna podría afectar a la colectividad al no tener un liderazgo definido. Incluso, han debido intervenir figuras como el ex jefe de Gobierno José María Aznar.
Mientras, Casado ha sido claro y ha dicho que en el PP
"somos un gran equipo, una orquesta afinada, y aquí no caben los solistas". "El personalismo no cabe en el PP", remarcó, confiado en que "el reloj de arena de (Pedro) Sánchez se está acabando", y que en esa línea "tenemos el rumbo fijado y la vela orientada", y nadie lo va a desviar de ese camino.
Y al parecer, la crisis ha afectado al PP en su imagen a la ciudadanía. De acuerdo con la encuesta de IMOP Insights publicada por el medio El Confidencial el jueves, la colectividad se quedaría con 105 escaños, 15 menos que lo que marcaba el mismo sondeo hace dos semanas. Una merma que, según el estudio, favorece directamente a Vox, que subió de 52 a 64 diputados.
Desmarcarse de Vox
Estos resultados claramente atentan contra las aspiraciones de Pablo Casado de gobernar en solitario. Si todo sigue como lo proyectan los sondeos, Vox quedaría con una muy buena oportunidad de obligar al PP a formar Ejecutivo con ellos, una alternativa que molesta a ciertos sectores de la colectividad conservadora.
Pero su líder no baja los brazos: "Espero que cuando sean las elecciones, pues el PP las ganará, formará gobierno. Espero que lo haga en solitario para poder afrontar este plan de reformas", afirmó en Uruguay, y agregó que su partido aplicará "sus valores sin dejarse condicionar por otras formaciones políticas".
"Nosotros queremos gobernar en solitario. Lo óptimo sería una mayoría absoluta, que ahora no nos concede ninguna encuesta, pero si no, es tener más escaños que la izquierda y los nacionalistas para que no haya una alternativa. Y en ese momento
, nosotros podemos hacer como hizo Mariano Rajoy en el año 2016, en el que ofreció una gran coalición al Partido Socialista o podemos hacer como se ha hecho recientemente en la Comunidad de Madrid, en la que Vox ha apoyado el gobierno regional,
pero sin ninguna contraprestación, ya que no había una alternativa enfrente que pusiera en riesgo la formación de otro gobierno", dijo el miércoles al diario argentino La Nación.
En esa línea, remarcó que "queremos ser un partido como somos, europeísta, atlantista, moderado, reformista y en muchas cosas ni la izquierda ni Vox coinciden con nosotros. Por tanto, esperamos que nos dejen gobernar y creo que es lo que está pasando ahora: el Partido Popular gobierna en seis autonomías, en la propia Unión Europea y ha gobernado 15 años en España con un resultado muy positivo".
Sus palabras, era que no, molestaron a Vox: "Por fin Pablo Casado se quita la careta. Está dispuesto a gobernar con los socialistas que han traicionado a España pero nunca con Vox. Es la prueba del tipo de gobierno y de leyes que quiere para España. Solo queda Vox para los españoles que desean una alternativa", sostuvo en su cuenta de Twitter.
Y pese a sus intentos de desmarcarse de Vox y la extrema derecha, su participación hace unas semanas en una misa en la que se homenajeó al dictador Francisco Franco en Granada encendió las alarmas. Las imágenes comenzaron a circular rápidamente por la web, pero desde el PP aclararon que su líder asistió a la ceremonia por error, ya que se encontraba de visita en la ciudad junto a su familia y, como suele hacerlo, entró una misa, sin saber de qué se trataba.
De acuerdo con La Vanguardia, Casado sólo se enteró al día siguiente de que había ido a una misa en la que se homenajeó a Franco y que nunca supo que se había orado por el dictador, "ya que en las mismas sólo se cita a las personas por las que se encarga orar, por el nombre de pila, no por el apellido".
Con todo, el líder del PP sigue en su intento de mostrarse como una alternativa moderada. Al menos, eso es lo que está buscando en su gira sudamericana.