"Venezuela vive un régimen muy desagradable". Con estas palabras, el Presidente de Brasil,
Luiz Inácio Lula da Silva, endureció el tono ante la crisis que se profundizó en Venezuela tras los comicios del pasado 28 de julio, donde las autoridades electorales dieron por ganador a
Nicolás Maduro, aliado histórico del Mandatario y líder del Partido de los Trabajadores (PT). Aunque el dirigente evitó calificar el régimen chavista como "una dictadura", estas declaraciones reflejan la evolución del discurso del dirigente progresista en el último tiempo.
Antes de abogar por la transparencia en Venezuela, Lula fue un férreo defensor de Maduro. Con su regreso al Palacio de Planalto, el ex dirigente sindical se diferenció de inmediato de su antecesor, Jair Bolsonaro, quien en 2019 había roto las relaciones con Caracas tras reconocer al opositor Juan Guaidó como mandatario encargado del país caribeño.
Tras retomar las relaciones, Lula optó por tomar
un rol protagónico en la política regional y adoptar una postura más integradora, incluyendo a Maduro en todas las instancias posibles. Fue así como en mayo de 2023 organizó una
cumbre de líderes sudamericanos que contó con la presencia del gobernante chavista después de muchos años.
El líder venezolano fue recibido con honores por su par brasileño, quien destacó que desde ese momento se abría "una nueva época en las relaciones entre nuestros países, entre nuestros pueblos".
En esa línea, Lula da Silva criticó con dureza a buena parte de la comunidad internacional, que cuestionó las elecciones de 2018 e incluso reconoció a Juan Guaidó: "¿Cómo un continente que consiguió ejercer la democracia de forma tan plena como cuando creó la Unión Europea, podía aceptar la idea de que un impostor fuese presidente (solo) porque no les gustaba el presidente que fue electo?".
Pero el líder brasileño fue más allá en conferencia de prensa: "Contra la gente se construye narrativas. Nicolás Maduro sabe muy bien la narrativa que han construido contra Venezuela. Ustedes saben la narrativa que han construido sobre el autoritarismo y la antidemocracia. Ustedes tienen como medios deconstruir esa narrativa", aseguró.
Sus dichos fueron sumamente criticados por la oposición venezolana y también por otros mandatarios sudamericanos, como Gabriel Boric y el uruguayo Luis Lacalle Pou. La respuesta de Lula fue clara: "Maduro forma parte de nuestro continente y hubo mucho respeto con la participación de Maduro;
nadie está obligado a estar de acuerdo con nadie, es así que vamos haciendo el diálogo democrático".
Un mes después, el 29 de junio de 2023, el Mandatario brasileño volvía a defender a Maduro, comparando la negativa de la oposición venezolana a aceptar la victoria del chavista con el asalto a los poderes del Estado protagonizado por los adherentes de Bolsonaro. "¿No tuvimos aquí un ciudadano, un expertico que no quiso aceptar el resultado electoral? ¿No tuvimos aquí un ciudadanito que quiso dar un golpe de Estado el 8 de enero? Hay gente que no quiere aceptar el resultado de las elecciones".
"Lo que no está bien es la interferencia de un país en otro país. Y fue lo que hizo el mundo intentando elegir a (Juan) Guaidó presidente de Venezuela, un ciudadano que no había sido elegido", insistió.
El discurso antes y durante las elecciones
Pasaron los meses y Lula mantuvo un rol protagónico en lo que a Venezuela refiere. Incluso, participó como mediador en las conversaciones entre Caracas y Guyana, en medio de de las tensiones diplomáticas por la región del Esequibo.
El brasileño quería ser un garante de paz y estabilidad. De esta forma, en marzo de este año, Maduro se comprometió ante él a convocar elecciones en Venezuela en el segundo semestre del año, tal como había pactado con la oposición en los llamados Acuerdos de Barbados. Y así fue: semanas después, el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunciaba la celebración de comicios el 28 de julio de 2024.
Lula mantenía su esperanza en un proceso electoral transparente y ejemplar. Sin embargo, una serie de irregularidades -como la inhabilitación de la líder opositora
María Corina Machado o la decisión de quitarle la invitación a la misión observadora de la Unión Europea- sembraron una serie de dudas y despertaron la inquietud del líder del PT, que empezó a moderar su discurso.
La primera señal se dio después de que Maduro advirtiera que una victoria de la oposición en los comicios venezolanos se traduciría en un "baño de sangre". "Me asusté con las declaraciones de Maduro, de que si él pierde las elecciones habrá un baño de sangre. Quien pierde las elecciones toma un baño de votos, no de sangre", dijo Lula.
"Maduro tiene que aprender: cuando ganas, te quedas (en el poder). Cuando pierdes, te vas. Y te preparas para disputar otra elección", añadió.
Luego vino la elección presidencial del 28 de julio, que según las autoridades locales ganó Maduro con el 52% de los sufragios, sin embargo, todavía no han publicado las actas de escrutinio pese a la obligación legal de hacerlo. Dos días después, Lula se sumó a los llamados a la transparencia, aunque bajándole el perfil a la situación.
"Es normal que haya una pelea", dijo el Mandatario en una entrevista radial, asegurando que la forma de resolver este entuerto es que el CNE "presente las actas". El líder progresista dijo estar convencido de que se trata de
"un proceso normal, tranquilo", desmarcándose de sus colegas que cuestionaron con vehemencia al régimen chavista.
En esa línea, el Presidente de Brasil criticó la cobertura de la prensa, que "trata esto como si fuera una tercera guerra mundial", y consideró que lo que está sucediendo en Venezuela "no tiene nada grave, nada que asuste".
Lula es considerado un personaje clave para destrabar el conflicto en el país caribeño, al igual que los presidentes Gustavo Petro (Colombia) y Andrés Manuel López Obrador (México), también considerados "aliados" de Nicolás Maduro. De hecho, los tres gobernantes lanzaron un comunicado conjunto en el que pidieron publicar de forma "expedita" los datos "desglosados por mesa de votación" de las elecciones de julio, sin reconocer el triunfo del líder chavista ni del candidato opositor, Edmundo González.
Pero han pasado casi tres semanas de los comicios y aún no hay respuesta positiva del chavismo, que insiste en el triunfo de Maduro, quien a su vez acusa ser víctima de un intento de "golpe de Estado" por parte de la oposición, mientras las protestas han dejado un saldo de 25 muertos.
Lula, al parecer, estaría perdiendo la paciencia y afinó la puntería. Ya el jueves sugería
convocar a nuevas elecciones en Venezuela para despejar las dudas. Así, afirmó que Maduro "podría intentar hacer un llamado al pueblo de Venezuela, tal vez incluso convocar un programa electoral, establecer criterios para la participación de todos los candidatos (...) y dejar que observadores de todo el mundo vayan a ver las elecciones".
Su llamado no tuvo acogida ni en el chavismo ni en la oposición, cuya líder María Corina Machado insisten en que el ganador de los comicios de julio fue Edmundo González.
Un día después, el jefe de Estado brasileño endureció el discurso y, si bien descartó tratar de "dictadura" al gobierno de Maduro, aseguró que "Venezuela vive un régimen muy desagradable" y padece un "gobierno con sesgo autoritario".
Asimismo, insistió en publicar las actas: "Lo que estoy pidiendo para poder reconocer (el ganador) es por lo menos saber si fueron verdad los números. ¿Dónde están las actas? ¿Dónde está la afirmación de las urnas? (...) Sólo puedo reconocerlas si fue democrático, si muestran las pruebas", indicó.
Avanzan los días y las actas aún no se publican ¿Qué postura tomará Lula si esta situación persiste?
