Es sabido que Daniel Ortega no gobierna solo en Nicaragua. La llegada hace siete años de su esposa, Rosario Murillo, a la vicepresidencia del país sumó un cambio profundo en la dirección del Ejecutivo: desde entonces se habla de la "pareja presidencial", dejando en claro que, al lado del líder sandinista, está su mujer tomando decisiones importantes y a la vez polémicas.
Así, tras años bajo este escenario un tanto informal, el Mandatario centroamericano presentó el miércoles ante el Congreso una reforma constitucional que le permitirá acaparar el control total de todos los poderes del país junto a Murillo, quien a partir de ahora ostentará oficialmente el cargo de "copresidenta".
La iniciativa, que sería aprobada prontamente por el Congreso controlado por el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), establece que los copresidentes coordinarán
"a los órganos legislativo, judicial, electoral, de control y fiscalización, regionales y municipales", que la Constitución vigente reconocía como independientes.
Esto solo viene a confirmar el inmenso poder de Murillo, mientras crecen las denuncias por persecución de líderes opositores y periodistas en Nicaragua, donde se sindica a la pareja presidencial como la gran responsable de estos crímenes.
De las letras a la política
Rosario Murillo (Managua, 1951) se formó como educadora en la Universidad Autónoma de su ciudad natal. Y aunque no lo quisiera, su vinculación con la política viene desde siempre: su madre, Zoilamérica Zambrana Sandino, era sobrina nieta de Augusto Sandino, héroe nacional nicaragüense e inspirador del movimiento revolucionario sandinista.
Su afinidad con la política iba de la mano con su pasión por la poesía, al punto que fue reconocida como una de las grandes representantes femeninas de esta materia en Nicaragua. Ella misma ha reconocido que comenzó a escribir como "una necesidad de expresión" a raíz del fallecimiento de su primer hijo en un terremoto en 1973.
Tras integrar el movimiento
Gradas junto a artistas y poetas opositores al régimen de Anastasio Somoza, se sumó en 1969 al FSLN. Fue en ese contexto que, en 1977,
conoció a Daniel Ortega, quien se había autoexiliado a Costa Rica por su participación en el movimiento sandinista.
A partir de ahí, la pareja se hizo inseparable. Murillo se convirtió en puntal de la carrera política de su marido, que coronó todo con su llegada a la presidencia en 1985. De todos modos, en ese entonces, la primera dama -que nunca le gustó ese apelativo- tenía un rol completamente secundario. "En los años 80 estuvo bastante ignorada. Fue una figura menor y Ortega no la tomaba mucho en cuenta", aseguró a BBC Mundo Fabián Medina, autor de la biografía no autorizada de Ortega "El preso 198".
En ese momento, la "Chayo" era más conocida por su extravagante estilo, marcado por su vestuario con colores chillones y grandes joyas, tanto así que durante la campaña de 1990 por la reelección, los asesores le sugirieron a Ortega mantener a su mujer en un segundo plano, debido a su particular imagen.
Ascendencia en el matrimonio... y en el poder
El ascenso político de Murillo tiene que ver con el alza de su influencia en su matrimonio. Expertos políticos coinciden, según la BBC, en que hay tres hechos que explican "el control" que tomó la vicepresidenta sobre Ortega. El primero tiene que ver con la derrota electoral del líder sandinista en 1990: su esposa le dijo con anticipación que perdería y que funcionarios cercanos a él "lo acabarían traicionando".
A eso se suma el rol que tomó "Chayo" controlando la dieta y la medicación de Ortega, después de que éste sufriera dos infartos silenciosos en 1994. Cuatro años después, salió en defensa de su marido tras la acusación por violación hecha por Zoilamérica Narváez Murillo, hija de ella de una relación anterior.
El regreso del líder del FSLN a la presidencia en 2007 marcó un nuevo rumbo en la vida de Rosario Murillo, quien en 2017 coronó su poder al convertirse en
vicepresidenta, cargo que ostenta hasta ahora. La pareja fue reelegida en los comicios de 2021, calificados de
ilegítimos por la oposición y buena parte de la comunidad internacional, ya que los rivales más fuertes fueron encarcelados.
"La parte estratégica de la conducción del gobierno la lleva Ortega, mientras que la aplicación cotidiana y práctica de esas decisiones estratégicas las lleva Rosario. Ortega siempre ha tenido esa posición definida en cuanto a lo estratégico y lo práctico", afirmó el historiador sandinista Aldo Díaz Lacayo a BBC Mundo.
Fabián Medina, por su parte, asegura que "Murillo es más extrovertida, más impetuosa, más colérica e impulsiva. Ortega es más retirado e introvertido. Pero ella es diferente. No le gusta que le contradigan, toma sus decisiones y es vengativa, rencorosa y muy enérgica, trabaja todo el tiempo".
Vinculación con el esoterismo
Dentro de las múltiples acusaciones en su contra, Rosario Murillo ha sido sindicada como la responsable de la persecución sistemática contra miembros de la Iglesia católica nicaragüense, a quienes ha acusado de ser "terroristas espirituales". Esta animadversión con la religión tendría relación con su "obsesión con el esoterismo", según un artículo del diario español ABC.
De acuerdo con este medio, esto explica el gran número de anillos, collares y pulseras que a diario luce la vicepresidenta para protegerse de la mala suerte. Esta pasión por el esoterismo vendría de su familia: según el periodista Anuar Hassan, segundo esposo de Murillo, su madre Zoilamérica Zambrana leía las manos y se comunicaba con espíritus, incluido el de su tío Augusto Sandino. "Chayo", sin ir más lejos cree que su hijo Juan Carlos es la reencarnación del héroe nacional.
Este aspecto de Murillo fue destacado por el ex vicepresidente nicaragüense
Sergio Ramírez, quien trabajara con Daniel Ortega en su primer mandato (1985-1990). El también escritor, actualmente exiliado en España, habló de este tema en su libro
"Tongolele no sabía bailar", prohibido en Nicaragua.
Ramírez -ganador del premio Cervantes- señaló a ABC que "ahora las reuniones del gobierno se hacen alrededor de una estrella ardiendo de cinco puntas. Es increíble. Se traza un círculo y los ministros se sientan alrededor. Es como un aquelarre. Y utilizan un dron para que se vea la estrella completa".
De acuerdo con el escritor, Murillo también cuenta con un "consejero aúlico", un vidente que le aconseja. Asimismo, en 2013 la vicepresidenta ordenó la instalación en Managua de más de 140 "árboles de la vida", gigantescas estructuras metálicas que buscan acaparar la buena suerte y proteger al país de los maleficios, según Infobae.
Estos árboles se convirtieron en un símbolo del régimen de Ortega, al punto de que durante las manifestaciones antigubernamentales de 2018 los manifestantes derrumbaron una veintena de estas estructuras, las que fueron "replantadas" en junio de este año.
Lo cierto es que Rosario Murillo suma y sigue sumando más poder en su país. Y si bien es resistida incluso por un sector del sandinismo, su marido la sigue potenciando.