El expresidente de Bolivia, Evo Morales, perdió una nueva batalla legal que lo deja fuera de la carrera presidencial del próximo año, después que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) reconociera a Grover García -afín al presidente Luis Arce- como jefe legítimo del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS). Morales anticipó que seguirá en su lucha.
Mediante una resolución dada a conocer el martes por el propio García, se supo que el TSE avaló un fallo del Tribunal Constitucional de mediados de noviembre, que ya desconoció a Morales y reconoció a este miembro del "arcismo" como jefe del MAS, el partido gobernante.
Esto pone fin a
una disputa legal por la sigla del partido que fundó Morales en 1997 a nombre de los sindicatos cocaleros.
García dijo que fue notificado y que la resolución del TSE "hace justicia con las organizaciones sociales y sindicales que están recuperando el partido" de manos de "una sola persona", en alusión a Morales.
"Vamos a esperar que el TSE nos notifique oficialmente para anunciar las medidas que asumiremos, pero esto es un genocidio político", anticipó la abogada de Morales, Cecilia Urquieta.
La decisión supone que García es el único autorizado para inscribir al candidato a la presidencia del país por el MAS a los comicios de agosto de 2025. El fallo es una victoria política de Arce en contra de su mentor, Evo Morales, con quien mantiene una larga disputa que se ha trasladado a las calles y a los tribunales, en la búsqueda de controlar el aparato partidario de cara a las elecciones.
Morales no se pronunció de inmediato pero el viernes pasado en una reunión de sus seguidores dijo que no renunciará a la carrera electoral y que seguirá siendo candidato y jefe del MAS, al tiempo que acusó a Arce de un
"asedio judicial" y de "injerencia en la justicia" para "proscribirlo" de la carrera presidencial.
El político de 65 años, quien fue el primer presidente indígena (2006-2019), afronta otra investigación judicial por el supuesto abuso de una menor de edad ocurrido en 2016, cuando él aún era mandatario. Morales se ha negado a responder ante la justicia.
Desde hace más de un mes está atrincherado en su feudo del Chapare en el centro boliviano, protegido por los sindicatos cocaleros. Desde allí dijo la semana pasada que el caso judicial fue "armado" para "eliminarlo políticamente".
"Intentaron eliminarme moralmente, judicialmente, políticamente y hasta físicamente", dijo Morales en referencia a un confuso episodio ocurrido en octubre, cuando policías dispararon al coche en el que Morales viajaba en el Chapare. La versión del gobierno fue que el expresidente se resistió a una requisa de rutina de una patrulla antidroga.
La disputa entre Arce y Morales fracturó al MAS y
ha puesto en riesgo la hegemonía del partido que lleva 18 años en el gobierno; primero con Morales y ahora, con Arce.
El actual mandatario acusó a Morales de boicotear su gestión “solo para defender su candidatura” y “buscar impunidad”. Dijo que los bloqueos carreteros convocados por Morales en contra de su gobierno el mes pasado han provocado pérdidas al país por más de mil millones de dólares.
Morales advirtió el pasado fin de semana de emprenderá otra marcha hasta La Paz, en contra del gobierno de su heredero y sucesor, al que acusa de “hundir la economía” del país cuya crisis económica es la más grande en más de una década.
Para varios analistas, el MAS, uno de los partidos de izquierda más importantes en la historia del país, de fuerte raíz indígena y sindical, se está “autodestruyendo” y va camino a una “crisis terminal”, lo que podría reconfigurar el tablero político en Bolivia a favor de los partidos del centro y de la derecha.