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Un juicio histórico y una víctima convertida en ícono: El impacto del caso Pelicot en Francia

Durante tres meses, el país europeo siguió con atención el proceso en contra de 51 personas por la violación sistemática de una mujer de ahora 72 años.

19 de Diciembre de 2024 | 06:24 | Redactado por Ramón Jara A., Emol/AFP/EFE
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Gisèle Pelicot se convirtió en símbolo de la lucha feminista.

AFP
Después de tres meses de intensas audiencias marcadas por el impacto, el repudio y la emoción, la justicia francesa finalmente dictó sentencia contra los 51 imputados por el caso de Gisèle Pelicot, mujer de 72 años que durante una década fue drogada por su marido para ser violada por desconocidos de forma sistemática.

Este jueves, los magistrados del tribunal de Avignon consideraron culpable a Dominique Pelicot, el ahora exmarido de la víctima.

"Señor Pelicot, respecto al conjunto de los hechos, lo declaramos culpable de violación con agravantes", declaró el presidente del tribunal de Aviñón, Roger Arata.


Así, la justicia francesa impuso este jueves la pena máxima de 20 años de prisión a Dominique Pelicot.

La gran cobertura mediática que hubo durante todo el juicio fue el reflejo de la importancia de este caso, que puso en el ojo público a una mujer víctima de horribles hechos que ahora se convirtió en ícono de la lucha contra la violencia sexual.

"Rápidamente nos dimos cuenta de cómo sería este juicio: algo que era bastante banal, en cuanto al perfil de las personas que teníamos enfrente, y al mismo tiempo fuera de lo común por su número y la magnitud de los hechos", explica Viken Kantarci, periodista de AFPTV que cubrió el proceso judicial junto con su colega Fabien Novial.

En estos tres meses, tanto la opinión pública como la propia justicia descubrieron cómo Dominique Pelicot, quien aparentaba ser un abuelo bonachón que daba todo por su familia, drogaba a su entonces mujer para violarla y entregarla a decenas de hombres que contactaba por internet. Los acusados, cuyas edades van desde los 27 a los 74 años, provienen de distintos rubros y clases: desempleados, camioneros, periodistas, bomberos, ingenieros, electricistas, etc.

Una víctima convertida en ícono


Si bien se esperaba un juicio a puertas cerradas finalmente, el primer día, Gisèle Pelicot rechazó esa opción y pidió un proceso público para "cambiar la forma en que la gente ve la violación" y para que "la vergüenza cambie de bando".

Gracias a esta decisión, ella "permitió que este juicio exista y, con suerte, que deje huellas en la historia", afirma David Courbet, periodista de la oficina Marsella de AFP y uno de los reporteros que cubrieron el juicio desde sus inicios.

Gisèle Pelicot habló ante las cámaras tres días después de la apertura, advirtiendo que lucharía "hasta el final". AFP, que hasta ese momento había conservado el anonimato de la víctima para proteger su privacidad, la de sus hijos y nietos, decidió publicar su nombre por primera vez, en acuerdo previo con los abogados de la familia.

"De víctima anónima, se ha convertido en un ícono, portadora de un mensaje político, universal", dice el periodista Courbet.

Desde entonces su nombre y su cara, - de melena corta, flequillo y lentes de sol redondos -, ha aparecido en grafitis, afiches y distintos mensajes de apoyo en los muros de Avignon, de París, o de Nueva York. Tanto fue el impacto que la BBC incluyó a Pelicot en la lista de las cien personalidades femeninas del año, junto a figuras como la premio Nobel de la Paz Nadia Murad o la gimnasta brasileña Rebeca Andrade.

Avignon, la pequeña ciudad del sureste de Francia, comenzó a vivir al ritmo del juicio. La movilización feminista se intensificó, los restaurantes alrededor del juzgado se llenaron, pero con una diferencia bien conocida por los periodistas: aquellos lugares a los que iban los acusados y los otros que recibían a la parte acusadora.

"De unas pocas cámaras al principio, vimos la llegada de cámaras francesas, pero también extranjeras, de la prensa internacional, británica, estadounidense y española", recuerda Viken Kantarci.

En el vestíbulo de la sala del tribunal, se armó un ballet de cámaras, micrófonos e idas y venidas.

A partir de las 05:45 de la mañana, personas anónimas se agolpaban frente al juzgado -que abre sus puertas alrededor de las 08:15- para poder ingresar a la sala de transmisión con unos treinta asientos. Muchos esperaron en vano.

"No es un caso aparte"


Con todo, agrupaciones feministas alertan que el caso de Gisèle Pelicot no es un fenómeno insólito, sino la consecuencia de una sociedad patriarcal, y la conmoción social que ha causado el juicio de Avignon se diluirá si no hay también cambios legales y sociales.

"No es un caso aparte, es parte de una sociedad patriarcal donde todos los días, casi cada minuto, hay una violación", resalta Aliénor Laurent, copresidenta de la asociación feminista francesa Osez le féminisme, en una entrevista con EFE en París.

"Es una excepción porque ella puede tener un juicio", matiza también Laurent, ya que se estima que en Francia el 80% de las denuncias por agresiones sexuales quedan archivadas.

Tanto Osez le féminisme como otras organizaciones feministas francesas acompañaron durante los últimos tres meses el proceso judicial en Avignon por las agresiones a Gisèle Pelicot -víctima de sumisión química por parte de su entonces marido para que decenas de hombres la violaran-, en respuesta al llamamiento de esa mujer para que "la vergüenza cambie de bando".

"Ella tiene la cabeza alta" y eso ha sido un símbolo "muy fuerte", evalúa Anne-Cécile Mailfert, presidenta de la Fondation des Femmes, en conversación con EFE.

Para Mailfert, al igual que para Laurent, otro de los elementos más relevantes de este juicio consistió en mostrar que los agresores eran hombres comunes de todo tipo.

"Son hombres de todas las edades -recuerda-, sus vecinos, todos en un radio de 50 kilómetros de su pueblo. Eran hombres con los que se cruzaba en el supermercado, en la panadería, vecinos, miembros de asociaciones deportivas locales, etcétera. Todos estos hombres, que parecían personas perfectamente decentes, resultaron ser personas que la agredían una vez dormida".

Ni los que participaron en las violaciones -unos setenta durante una década según las grabaciones realizadas por el propio Dominique Pelicot, aunque solo se ha podido identificar a medio centenar para juzgarlos-, ni los que no llegaron a hacerlo, pensaron jamás en ir a denunciar, lo que para Mailfert demuestra que se trata de un problema generalizado.

"Eso es lo que las feministas ya sabíamos, pero permitió que otras personas, la población francesa, lo vieran. Y eso ha contribuido a acelerar una toma de conciencia", reflexiona la presidenta de la Fondation des Femmes.

Laurent es algo más pesimista a la hora de valorar ese posible impacto social, en especial entre los hombres, a tenor de las conversaciones que mantuvo en los últimos meses.

"Dicen que son monstruos, son psicópatas" y por ello los hombres sienten que no les "concierne", lamenta la copresidenta de Osez le féminisme, quien considera que de esa manera no habrá reflexión sobre cómo sus "acciones pasadas o futuras" pueden reproducir o transigir con la violencia machista.

Con todo, no hay dudas de que este juicio marcará a Francia. Ahora se verá si las consecuencias serán a largo plazo o todo quedará en un recuerdo.
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