SANTIAGO.- El 22 de agosto del año pasado, los líderes de los partidos de la Nueva Mayoría le pidieron una reunión a la Presidenta Michelle Bachelet con el objetivo de buscar un “golpe de timón” por parte del Gobierno, luego del histórico 15% de aprobación que obtuvo el Ejecutivo en la última encuesta CEP.
Casi cinco meses después, la Mandataria decidió invitar a los timoneles a una cena que se desarrollará a partir de las 20 horas en el Palacio de La Moneda, con el objetivo de retomar el diálogo con las colectividades con miras al último año de su administración, el cual estará marcado por las elecciones presidenciales de noviembre.
Pese a que durante ese periodo los jefes de partido insistieron en la necesidad de concretar una cita con Bachelet, hubo una serie de episodios que aumentaron la distancia con la cual la gobernante se relacionó con su coalición en el último año, las cuales incluso llegaron a estar congeladas hace tan solo unas semanas.
¿Por qué pasó tanto tiempo para que los recibiera? Estos son algunos de los hitos que marcaron la compleja relación del bloque oficialista con la Presidenta en estos meses.
Cirugía profunda al gabinete
Una vez conocidos los resultados de la CEP, desde la Nueva Mayoría intensificaron los llamados al Gobierno para hacer un cambio de gabinete de proporciones, con el objetivo de dar una señal política para sobreponerse a las bajas cifras de respaldo ciudadano. Sin embargo, esa presión fue rechazada por meses desde La Moneda.
De hecho, y pese a que ya a fines de julio había realizado un sondeo para ver qué ministros querían renunciar para postular al parlamento, Bachelet no cedió y realizó dos acotados cambios de gabinete recién en octubre y noviembre, los cuales no tocaron al comité político. Esto, provocó severas críticas en el oficialismo.
Fracaso en elecciones municipales
Fue el ministro del Interior, Mario Fernández, quien puso a la elección municipal como la única vara capaz de medir el apoyo al Gobierno y la Nueva Mayoría, desestimando de ese modo las cifras de la CEP. Pero los resultados de los comicios confirmaron el bajo respaldo al oficialismo, abriendo una severa autocrítica en el bloque.
La noche del día de las elecciones, la Presidenta Bachelet convocó a los líderes de los partidos a seguir el conteo de votos desde La Moneda, pero al cabo de la jornada y a la luz de la derrota ninguno de ellos apareció por la sede de Gobierno, mostrando el primer quiebre visible entre la coalición oficialista y el Ejecutivo.
Al día siguiente, la DC congeló las relaciones con el Gobierno, acusando falencias en la gestión y exigiendo una repriorización de la agenda legislativa. Asimismo, el resto del bloque insistió en cambiar el comité político, apuntando a la falta de “dialogo político” entre ambas partes. Ante ello, la Mandataria blindó a sus ministros y pidió a los partidos asumir sus responsabilidades tras la derrota electoral.
Doble rechazo de ley de reajuste
Diez días después, la DC decidió recomponer sus relaciones con el Gobierno, luego de que el ministro Fernández acogiera la propuesta de repriorizar la agenda del Ejecutivo. Sin embargo, el final de la crisis se vio empañado por el rechazo con votos oficialistas del reajuste del sector público presentado por La Moneda.
Los partidos se mantuvieron firmes en el objetivo de intentar mejorar el 3,2% ofrecido por el Gobierno a los funcionarios estatales, forzando largas negociaciones. Una vez que hubo acuerdo, el PC restó sus votos y generó un histórico segundo rechazo a la iniciativa en el Congreso, provocando un nuevo quiebre en la Nueva Mayoría.
Ante ello, el Ejecutivo decidió suspender las reuniones con las colectividades y la jefa de Estado efectuó un segundo cambio de gabinete, que nuevamente dejó desconforme al bloque. Sin embargo, pese a todas las dificultades, Bachelet aseguró que la Nueva Mayoría “no está muerta” y apuntó a su proyección, tesis que ha ido fortaleciendo en las últimas semanas, hasta concretar la reunión de hoy.