SANTIAGO.- Lo que temen en Quintero y Puchuncaví es que se repita lo que ocurrió el pasado martes 4 de septiembre, cuando las clases se retomaron luego de más de una semana de alerta amarilla. Al mediodía, estudiantes comenzaron a llegar hasta el hospital de la comuna con mareos, indigestión y vómitos.
El temor se funda en que este lunes, luego de que
Intendencia de Valparaíso levantara la alerta amarilla nuevamente de la zona, los alumnos retornarán a sus establecimientos, luego de un mes fuera de las salas de clases.
"Cuando se levantó la primera alerta, a las 9 de la mañana en mi colegio ya habían intoxicados y ese miedo está. Si la vez pasada pasó algo apenas se desactivó la alerta amarilla, ¿por qué ahora podría ser distinto?", se pregunta Moira Gallardo, miembro del Centro de Alumnos del Colegio General Velásquez Bórquez de Puchuncaví.
Junto a sus compañeros de III medio están conscientes de la necesidad de retornar a las aulas. "Para nosotros es súper importante volver a clases, es lo único que estamos pidiendo, porque ya se cumplió un mes sin clases, pero igual estamos preocupados de que no vaya a pasar lo mismo otra vez", señala.
Enviar a clases a los más pequeños
"Apenas se levanta la alerta amarilla, las faenas empiezan a trabajar al 100% y se nota el cambio de ambiente. Cuando lo hicieron la semana pasada hubo intoxicados en la zona de inmediato", comenta.
Esta condición podría verse afectada debido al acuerdo que logró el Ministerio de Medio Ambiente con cinco empresas del cordón industrial, las que aceptaron suspender algunas faenas y adoptar resguardos especiales para disminuir sus emisiones, debido a las malas condiciones de ventilación.
"Si la vez pasada pasó algo apenas se desactivó la alerta amarilla, ¿por qué ahora podría ser distinto?"
Moira Gallardo
La medida está contemplada en el decreto que envió el Gobierno a Contraloría el pasado viernes, del que aún no se toma razón y que no ha sido implementado. La población, en tanto, sigue pidiendo medidas más drásticas.
"Los papás están pidiendo la alerta sanitaria por el miedo de enviar a clases a los niños más chicos. Han dicho incluso que no los van a mandar hasta que el ambiente sea moderado, porque en este tiempo se han sobrepasado muchas reglas", explica Gallardo.
Katta Alonso, fundadora de Mujeres en Zona de Sacrificio, da cuenta de ese mismo temor, aunque menciona el costo que ha tenido en la zona la suspensión de clases. "Es un problema social tremendo, porque las mamás no pueden trabajar, y muchos de esos niños toman desayuno y almuerzan en el colegio", dice.
"Están muy asustados los papás. Hay rabia contenida, impotencia y mucha desesperanza, porque la confianza se perdió", concluye.
