Oleg Beloguzov, de 52 años.
José Miguel Cárdenas, El Mercurio
SANTIAGO.- En plena bienvenida a la nueva dotación antártica que recién había llegado a la Isla Rey Jorge en un avión Hércules C-130 de la FACh, el pasado 9 de octubre, el comandante de la base Eduardo Frei Montalva, Sergio Cubillos, recibió un llamado de emergencia.
Sus vecinos de la base rusa Bellingshausen, a solo 200 metros de distancia, pedían urgente apoyo médico.
Al entrar a la base científica fundada en 1968, los chilenos se encontraron con algo que nunca habían visto en el continente blanco: un hombre gravemente apuñalado y en riesgo vital. Era Oleg Beloguzov (52), soldador, quien, según la agencia rusa de noticias Interfax, fue atacado por el ingeniero eléctrico Sergei Savitsky (54), en medio de una disputa aparentemente ocasionada por una prolongada y solitaria permanencia en la Antártica. Ambos llevaban diez meses en la base y estaban a solo dos de terminar su período.
Con ayuda de la doctora de la base Frei, la capitán Denisse Echeverría, Beloguzov fue estabilizado y trasladado a las instalaciones chilenas. Y poco después, evacuado a Punta Arenas en el mismo C-130.
Aunque llegó grave, anémico y con presión baja al Hospital Clínico de Magallanes, el ruso tuvo suerte. "Tenía una agresión en el ventrículo derecho del corazón, una lesión grave, potencialmente letal", advierte el jefe de la Unidad de Emergencia Hospitalaria, doctor José Ignacio Iñiguez. "Pudo haber muerto allá o en el traslado, pero por esas cosas de la vida resistió eso y llegó acá", agrega.
Estuvo tres días en la UCI, conectado a ventilación mecánica y sometido a transfusiones. Cuando despertó, surgió otro problema: no hablaba español ni inglés. No conocía a nadie ni podía comunicarse. Además, le faltaban sus lentes.
