SANTIAGO.- El viernes pasado, apenas se conoció del brutal ataque lesbofóbico que sufrió Carolina Torres y que la dejó hospitalizada en la ex Posta Central, Érika Montecinos, directora de la Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio, comenzó a moverse. En pocas horas, el colectivo sacó un comunicado declarándose en "estado de alerta" y convocó una manifestación pacífica afuera del centro de salud para esa misma tarde.
"Nos movimos muy rápido porque no queríamos otra Nicole, ni que pasara nuevamente lo mismo", dice Montecinos a Emol, a días de que Carolina abriera los ojos e hiciera contacto visual con su madre. Años antes de ella, en 2016, estuvo el caso de Nicole, que tuvo un destino más aciago: cuando la encontraron atada de manos en el embalse Los Aromos de Limache, con claros signos de tortura, ya llevaba 30 horas muerta.
Nicole Saavedra se ha convertido en un caso emblemático para la comunidad lésbica. Tenía 23 años y, al igual que Carolina, había vivido episodios de discriminación por su orientación sexual toda su vida. Aunque ocurrió hace más de dos años, en torno a su muerte hay más dudas que respuestas. El caso ha pasado por distintos fiscales y todavía no hay culpables ni sospechosos.
Su caso, aunque recuerda al de Daniel Zamudio, tiene una diferencia sustantiva: su nombre no es reconocido a nivel popular, y su muerte no impulsó ninguna ley. Con Carolina el nivel de difusión ha sido mayor. Tras los hechos, el Presidente Sebastián Piñera reimpulsó la discusión en torno a la modificación de la ley Antidiscriminación, proponiendo su perfeccionamiento.
Tras la agresión, la familia de Carolina se acercó a pedir ayuda a Fundación Iguales, por ser una de las organizaciones más reconocidas de la diversidad sexual. Su presidente, Juan Enrique Pi, afirmó el viernes que los ataques por causa de la orientación sexual debían detenerse y llegó hasta la ex Posta Central, ejerciendo una vocería que Érika Montecinos no condena, pero sí cuestiona.
"Algunos voceros, no todos, tienen en su chip la educación machista y patriarcal que los hace sentir que tienen que salir a hablar. No hay consciencia de que tienen a compañeras lesbianas en su misma organización que deberían estar siendo voceras, sobre todo ante un caso de agresión a una mujer lesbiana. ¿Por qué tengo que aceptar que hablen en nombre mío y sobre nuestras vivencias?", se pregunta.
"En el fondo, ser una mujer lesbiana es muy distinto a ser un hombre gay", añade. Y comienza a explicar los alcances de esa leve pero profunda división que reside dentro del movimiento LGBT.
"Al movimiento le falta mucho feminismo"
"No hay orgullo sin culpables. Justicia por Nicole", decía un lienzo junto al que marchaban decenas de mujeres lesbianas durante la tradicional marcha del orgullo el pasado 23 de junio. "¿Y dónde estaban cuando nos mataban?", gritaban en medio del avance de la colorida movilización, más parecida a un carnaval. "Mucha fiesta, poca protesta", se leía en otros carteles.
Montecinos, activista hace décadas, dice que se trata de una tensión que se ha manifestado siempre, que las preocupaciones y demandas que impulsan los hombres homosexuales terminan por quitar la atención de las suyas. "Ponen como prioridad temas que, si bien son importantes, no son la meta única, como el tema del matrimonio igualitario. Acá tenemos casos de mujeres lesbianas y mujeres trans asesinadas, acosadas, perseguidas, y este movimiento solamente reacciona cuando aparece un caso", dice.
"Nosotras siempre lo hemos denunciado: hay un machismo dentro del movimiento que es transversal. Estamos en una cultura machista, ¿por qué no se iba a replicar en este movimiento, donde muchas veces somos la pura letra?", comenta. "Tú ves la L en LGBTI. La pusieron de las primeras, pero en el fondo no significa mucho".
"Hace mucho tiempo que nosotras no estamos en el norte del movimiento homosexual, porque yo no puedo decir que sea un movimiento LGBTQI. No puedo. Sería irresponsable, como ponerse una venda en los ojos. ¿Dónde está la L?"
Claudia Amigo
"No estamos visibilizadas como voceras de los movimientos, como mujeres que tenemos organizaciones propias, que tenemos nuestras propias demandas, que no son acogidas por estos movimientos. O son acogidas, pero de manera débil", añade. "Al movimiento, y no solo a las organizaciones principales, le falta mucho feminismo".
Por eso, en 2015, Montecinos impulsó la instauración del Día de la Visibilidad Lésbica, que hoy se traduce en una semana de actividades para dar a conocer la realidad que viven. La fecha se conmemora el 9 de julio, el día en que se fundó la primera organización lesbofeminista en Chile, en el año 1984. "Ayuquelén", que en mapudungún significa "sentirse bien con una misma", se formó a su vez para conmemorar el asesinato de la artista lesbiana Mónica Briones, ocurrido en la vía pública el día de su cumpleaños.
Con el mismo objetivo de visibilización, Rompiendo el Silencio realizó la primera encuesta a nivel nacional, llamada "Ser lesbiana en Chile", que se conocerá en su totalidad en mayo. Los resultados, en el fondo, no la sorprendieron. Un 75% de las más de 800 mujeres que fueron encuestadas declararon haber sido agredidas o acosadas por su orientación sexual, y cerca un 30% de ellas lo sufrió en las comunas que habitan. Son los primeros pasos para caracterizar una población de la que existen pocos datos.
"En las universidades vas a encontrar muchas tesis de todas las profesiones donde nos estudian. Hay trabajos muy interesantes, pero una encuesta dedicada 100% a nosotras en Chile no hay, por eso la queremos publicar y entregarla al Gobierno, al Congreso, a los hospitales, y que se empiece a tomar conciencia de nuestra existencia", comenta.
Si no saben cuántas son, cómo son ni cuáles son sus necesidades, explica, es difícil pensar que vayan a considerarlas al crear políticas públicas, programas de gobierno o proyectos de ley. Hasta ahora, con las pocas iniciativas que se han impulsado para la comunidad LGBT, eso es lo que sienten que ha ocurrido.
Filiación antes que matrimonio
Cuando se discutía el Acuerdo de Unión Civil, Claudia Amigo, fundadora de Familia es Familia, se reunió con el vocero del Movilh, Rolando Jiménez, para conversar sobre el proyecto. Quería saber de qué manera la ventana que abría el Estado de Chile podría ayudarla a solucionar su problema: que la hija que tiene junto a su pareja pueda ser reconocida a nivel filiativo por sus dos mamás.
"Me dijo que con este proyecto, los niños no. Ahí me di cuenta de con quién estaba visibilizando una lucha que era para nuestra hija. La puse en las manos de homosexuales que luchan por su capital político. Por eso me aparté de todo lo que tenía que ver con el Movilh, y al cabo de una larga lucha, logramos ingresar al Senado un proyecto de ley para la filiación que siento nuestro", cuenta a Emol de acuerdo a su versión.
"Es un proyecto de filiación para quienes nacen en familias lesbomaternales, pero también incluimos la adopción por integración. Es decir, nosotros no excluimos a los hombres. Es algo que ellos no son capaces de hacer por nosotras. Ingresamos el proyecto y lo hicimos sin ayuda del Movilh ni de Iguales, que son las dos organizaciones fuertes, que empujan pero solo hasta cierto punto: hasta donde les permiten, para no incomodar", añade.
"Aquí solamente se habla de adopción, que es la vía que le conviene más a los gays, pero las lesbianas tenemos otras vías para optar por la maternidad, como la inseminación asistida"
Érika Montecinos
Este es un punto clave: el de la filiación sobre los menores de edad. "Nosotras comenzamos a posicionar el tema, porque estaba totalmente invisibilizado", explica Montecinos. "Aquí solamente se habla de adopción, que es la vía que le conviene más a los gays, pero las lesbianas tenemos otras vías para optar por la maternidad, como la inseminación asistida", cuenta.
"Cuando fue el AUC, muchas creyeron que ya teníamos todos los derechos, por los discursos que escuchaban, y cuando fueron al Registro Civil a inscribir a sus hijos, se encontraron con que todavía no se podía. Se les reconoce su relación, pero no a su familia. Muchas nos han escrito por eso, y nosotras sabíamos que iba a pasar", relata.
El problema tampoco se soluciona con el proyecto de matrimonio igualitario, porque lo que se propone en él es la vía de la adopción. "Nos están exigiendo tener contrato matrimonial para acceder a eso, pero queremos que no se necesite un contrato para poder reconocer a nuestros hijos, como pasa con las parejas heterosexuales", agrega.
Amigo profundiza. "Solamente quienes sean concebidos a través de inseminación asistida podrían ser reconocidos por ambas madres, en el caso de que se casaran, pero el resto de los niños no. Les dan la opción de ser 'adoptados' por quien ha sido su mamá toda la vida. Va a tener que pasar por todo el proceso de idoneidad a pesar de ser quien lo crió. Lo hicieron de manera ineficiente e irresponsable, limitado a un prototipo de familia", comenta.
A su juicio, se debería a que quienes están a la cabeza de esas organizaciones tienen intereses personales. "Yo no critico el trabajo político, porque todo lo personal es político. Eso está bien, pero cuando empiezas a negociar con los derechos de personas que merecen mucho más que las migajas que les ha dado cada gobierno, ya perdiste el norte", explica.
"Hace mucho tiempo que nosotras no estamos en el norte del movimiento homosexual, porque yo no puedo decir que sea un movimiento LGBTQI. No puedo. Sería irresponsable, como ponerse una venda en los ojos. ¿Dónde está la L? ¿Dónde están la B, la T y la I? ¿Dónde están, que no están presentes ahí?", se pregunta.
Un escenario que comienza a cambiar
Desde Fundación Iguales, Isabel Amor, directora de Educación, lamenta que las organizaciones lésbicas "no sientan respaldadas sus demandas", y aunque concuerda con el diagnóstico de que algunas demandas han pasado a segundo plano debido a que el discurso dentro del movimiento ha sido llevado mayoritariamente por hombres, señala que eso ha comenzado a cambiar.
Hoy ella es la vocera de la organización con respecto al ataque a Carolina, cargo que no pudo ejercer el viernes en la mañana, cuando habló Juan Enrique Pi, porque estaba fuera de Santiago. "La fundación ha hecho un trabajo importante en posicionamiento de vocería lésbica a través de mí durante los últimos tres años", comenta.
"Tenemos la estrategia de potenciar el matrimonio igualitario y a través de él, como hito, avanzar en derechos filiativos. No debiese depender del matrimonio, pero el asunto es que nosotros lo que estamos haciendo es tratar de conseguir todo de una vez. Cada quien establece su estrategia y me parece válido"
Isabel Amor
"Creo que tienen razón en que hay cosas que quizás no se han visto tanto porque hay principalmente varones en cargos de poder, y por eso es bueno que se vayan posicionando mujeres, y que las mujeres de las organizaciones que se componen únicamente de mujeres también vayan tomando protagonismo", agrega.
Amor defiende el trabajo realizado por Fundación Iguales. "Somos una organización mixta y por tanto los temas de lesbianas no nos son ajenos. Yo soy vocera lésbica y soy mujer", dice. "Nosotros estamos totalmente a favor del proyecto de filiación que ellas impulsaron. Nuestra estrategia es diferente, pero no por eso hemos dejado de hablar del tema. Tenemos casos con los que hemos estado tratando de avanzar relacionados a filiación", explica.
"Tenemos la estrategia de potenciar el matrimonio igualitario y a través de él, como hito, avanzar en derechos filiativos. Hay una cuestión conceptual: la filiación no debiese depender del matrimonio, pero el asunto es que nosotros lo que estamos haciendo es tratar de conseguir todo de una vez. Cada quien establece su estrategia y me parece válido", concluye.