SANTIAGO.- La imagen comenzó a circular en Argentina, pero rápidamente llegó a Chile. Encima de un fondo morado, se despliega un listado con 12 puntos. "Soy hombre. ¿Qué hago el 8M?", se titula, y dice cosas como: "Si vas a la concentración, escucha más y habla menos. Quédate en las filas de atrás. No des órdenes ni dirijas".
Y es que en la antesala del Día Internacional de la Mujer y sobre todo desde el destape del #MeToo y las movilizaciones feministas, los roles de género han sido materia de discusión en el debate público. Una de esas aristas ha sido precisamente qué papel le cabe al hombre dentro de la sociedad que el feminismo propone.
Es ése el tópico que el psicólogo Pedro Uribe se dedica a tratar en charlas, conversatorios y talleres. En abril se cumplirá un año desde que fundó Ilusión Viril, una organización nacida en el seno del movimiento feminista, ante la petición de algunas mujeres de que trabajara con los estudiantes hombres que tenían interés en la temática, pero no eran admitidos en las tomas y asambleas por su carácter separatista.
"Le puse así porque para mí es un manifiesto de que la virilidad es una gran mentira, que este modelo del macho no es deseable para hombres ni mujeres. No queremos este estereotipo que lo único que ha hecho es generarle daño a esta sociedad", cuenta Uribe en conversación con Emol. "La idea es discutir cómo, como varones, podemos comprometernos por la equidad de género y en contra de la violencia machista".
Su diagnóstico es drástico: "Muchos están en una situación de perplejidad, incluso hay teóricos que hablan de una 'crisis de la masculinidad'. Todo lo que ha pasado a nivel social ha dejado a muchos hombres perplejos y ha provocado mucho miedo en otros", explica. "Se sienten amenazados por el feminismo, amedrentados, piensan que van a perder poder y todo lo que tienen", agrega.
Para Uribe, la perspectiva feminista instaló una discusión más profunda que la brecha salarial o el acoso sexual. "En el fondo, por lo que aboga el feminismo es porque hombres y mujeres tengamos relaciones más respetuosas e igualitarias. De alguna manera, el discurso vino a transformar y a cuestionar las relaciones entre los seres humanos", asegura.
La nueva masculinidad
Para la psicóloga Constanza Michelson, la "masculinidad" como concepto viene asociado desde su origen a la idea de la frustración. "Es una construcción que ha tenido que ver con poner a prueba la potencia: sacar a bailar a una mujer, subir el Everest, mantener una erección. Por eso uno podía decir que la entendemos siempre como un fracaso garantizado, en el sentido de que es algo que nunca puede sostenerse del todo", explica.
Y tradicionalmente, la masculinidad ha adoptado una misma forma asociada a la fuerza física y la negación de las emociones. "¿Es esto lo mejor que puede obtener un hombre?", se pregunta una voz masculina en una exitosa campaña de la marca Gilette, mientras muestra una serie de escenas de publicidad con mujeres semidesnudas y de programas que usaban el cuerpo femenino para hacer humor.
"Todo lo que ha pasado a nivel social ha dejado a muchos hombres perplejos y ha provocado mucho miedo en otros, que se sienten amenazados por el feminismo, amedrentados, que piensan que van a perder poder y todo lo que tienen"
Pedro Uribe
En el video, varios hombres interrumpen situaciones. Uno le dice a su compañero que no está bien hacer comentarios sobre la apariencia de las mujeres en la calle y otro detiene una pelea entre niños. "Así no es cómo nos tratamos", le dice. La voz en off remata: "Los niños que están mirando hoy van a ser los hombres del mañana".
La campaña fue ampliamente aplaudida por la opinión pública por promover un modelo de masculinidad considerado como "moderno" o "evolucionado". "Y van a empezar a aparecer nuevos referentes positivos, pero por otra parte empieza a ocurrir que los hombres que son más violentos dejan de percibirse como algo valioso. Cambia el deseo y entonces lo deseable se va moviendo", comenta Michelson.
Pero la psicóloga advierte que los cambios sociales no se pueden programar. "Nadie cambia porque se lo pidan. Es cierto que lo masculino ha ido variando y que las generaciones más jóvenes son distintas, pero también es verdad que ha surgido una nueva misoginia y que hay cosas que no son calculadas", dice.
"Más que pensar cómo tienen que ser los hombres después del feminismo, acá me parece que se está interrogando algo más fuerte que eso, que es la lógica masculina en la construcción de la cultura completa. El feminismo está apuntando a algo que tiene que ver con todos, y no solamente para las mujeres", comenta.
"Un camino de desaprender"
Lo que se define como "femenino" y "masculino", explica Uribe, se nos ha inculcado desde que nacimos. "A todos nos enseñaron que cuidar 'es de mujer', y lo más triste de todo es que somos seres sociales, que nos necesitamos los unos con los otros. Esta masculinidad tóxica es lo más contraintuitivo que hay, porque lo que instala es un chip de misoginia, desconfianza, violencia y desprecio hacia el otro, de competencia con el otro, y lo que necesitamos los seres humanos es cuidarnos entre todos", dice.
Parte de esa crianza colectiva fue la que llevó a crear una imagen de "caballerosidad" asociada a que los hombres hicieran cosas en lugar de las mujeres: abrirles la puerta, pagar la cuenta de una cena, dejarlas pasar primero. "Me llama la atención cuando un hombre se molesta porque 'ya no se puede ser caballero'. Nadie ha dicho eso. Es muy bonito que una mujer o un hombre puedan invitarle un trago a alguien, que quieran abrir la puerta. El problema radica en otra cosa", plantea.
"El problema es desde dónde viene esa concepción y lo que se está cuestionando es eso, no el acto en sí mismo. ¿Yo te abro la puerta porque te siento una persona inferior, te siento débil o te creo incapaz de poder invitarme a mí a comer? Ése es el problema. La intención, el trasfondo de esa actitud", profundiza.
"Hasta el día de hoy hay gente que piensa que hablar de violencia de género es golpear, violar y matar, cuando en realidad hay muchos otros tipos de violencia. Hay tantas otras formas, que muchos hombres dicen: 'Yo no violo ni mato, así que no soy machista'. Ese no es el problema: el problema parte mucho antes de violar o matar a una mujer", plantea el psicólogo.
Pero a pesar de los nuevos estándares impulsados por el feminismo y a que, en palabras de Uribe, el proceso de erradicar el machismo es "un camino de desaprender" e implica "partir de cero", no lo ve como algo difícil de concretar. "Nadie está pidiendo que descienda del Olimpo un superhombre", dice.
"Lo que se está pidiendo son cosas concretas y para nada utópicas. Por ejemplo, se está debatiendo por qué hay tan poca implicación en lo doméstico por parte de los hombres", señala. También comparte indicadores internacionales: aunque hay países donde la brecha de género en lo laboral se ha estrechado, el compromiso de los hombres en los hogares es todavía bajo.
Los papás "modernos"
Uribe introduce un concepto muy utilizado en el feminismo: la corresponsabilidad, que busca eliminar la idea de que los hombres deben "ayudar" con las labores domésticas y las plantea como una responsabilidad compartida. Aplica sobre todo con respecto a la paternidad, aunque requiere desprenderse de los modelos con los que se crecieron.
"Los padres que hoy son jóvenes tuvieron papás para quienes la paternidad era traer el dinero a la casa y con eso era suficiente, porque podían pagar materiales escolares, el colegio, abastecer. Para su crianza, eso era ejercer la paternidad. Hoy eso no es suficiente y la paternidad implica cuidar a tu hijo, cambiar pañales, cocinar", explica.
"Hay gente que dice: 'Eres un papá moderno porque dejas salir a tu pareja con las amigas, sabes cocinar y planchar'. En realidad eso es cumplir con la paternidad. No puede ser que tu papá durante toda tu vida no te haya dado un abrazo, no te haya preguntado cómo te sientes, o no te haya explicado lo que significa ponerse un condón", agrega. Los efectos que ese nuevo tipo de relación produzca en los hombres del futuro solo se verá en un par de décadas.
"Hay una construcción de la cultura que está basada en el éxito, en la potencia, que es una lógica masculina que va en detrimento de otra esfera, que tiene que ver con la colaboración y con que las cosas calcen, que una pueda tener una familia y un trabajo, por ejemplo"
Constanza Michelson
Y han cambiado también, añade, las relaciones de pareja, porque lo que está cambiando es el paradigma de cómo se relacionan las personas. "Hay cosas que antiguamente no se conversaban ni explicaban, y eso generaba violencia y que la mujer fuera instrumentalizada por los hombres. Hoy no. El hecho de que ahora puedan expresar abiertamente lo que quieren nos obliga también a los hombres a hacernos cargo de cómo nos sentimos y a expresar lo que necesitamos a nivel afectivo, lo que deseamos, lo que nos da miedo", dice.
Para el Premio Nacional de Humanidades, Agustín Squella, los hombres tienen la posibilidad y el deber de aportar a la causa por la equidad de derechos, "una causa tan antigua como la dominación ejercida sobre las mujeres por el género masculino", explica. Por eso considera importante que se les incluya.
"Estamos juntos en esto, salvo algunos cavernarios que creen que Dios o la naturaleza establecieron que los hombres debemos mandar sobre las mujeres y discriminarlas en todos los planos: político, educacional, social, económico, laboral y doméstico", expone.
También critica que quienes no están de acuerdo con la forma en que las mujeres manifiestan sus demandas terminen por desacreditar al movimiento. "No deberían extender su crítica o rechazo a los planteamiento de fondo. Más allá de tales manifestaciones, nos gusten o no, hay que reparar en las virtudes la causa", afirma.
Cambiar la lógica
Para Uribe, el conjunto de estas demandas y cambios "va a hacer que todo se replantee a nivel social: la forma como está estructurada la crianza, las relaciones familiares, lo laboral". El impacto, asegura, llegará a todas las esferas. Michelson concuerda con esa apreciación: lo que propone el feminismo, para ella, es cuestionar "la forma en que está construido el mundo".
"Hay una construcción de la cultura que está basada en el éxito, en la potencia, que es una lógica masculina que va en detrimento de otra esfera, que tiene que ver con la colaboración y con que las cosas calcen: que una pueda tener una familia y un trabajo, por ejemplo", explica la psicóloga. "El feminismo no tiene que ver solo con que mujeres alcancen posiciones de poder —que también es importante, pero no es el fin de la causa—, si aun así, de alguna manera, se va a reproducir la misma lógica de vida".
Esa exigencia que describe como una lógica "masculina", explica, hoy "se paga de manera individual". "Por eso hay tanta patología en salud mental: porque uno entiende que, de manera individual, tiene que ver cómo se las arregla para trabajar, ganar plata, pagar las cuentas, tener hijos, y sin tener tiempo", dice.
También habla de conceptos que se han transformado en "trampas", como la "meritocracia" y la idea de la "mujer empoderada". "Esta idea de que decir 'tú, mujer, puedes' es insuficiente. Sí puedo, pero me parece que no se trata de que una mujer pueda", profundiza.
"No se trata solamente de que las mujeres podamos llegar a ser gerentas, porque desde hace mucho rato que podemos y cada vez va a ser más: se trata de que, independiente de que podamos serlo, las condiciones de vida cuadren para todos. El feminismo está pensando en algo que es interesante para la sociedad completa", concluye.