SANTIAGO.- Corría el 12 de julio de 2017 cuando la comisión de Derechos Humanos del Senado recibió una particular visita. Se trataba del empresario vitivinícola radicado en Santa Cruz,
Carlos Cardoen, quien solicitó "auxilio" a la instancia por el estatus de "fugitivo internacional" que le asignó la Interpol en 1993. Medida que lo ha mantenido 26 años sin poder salir del país.
Su perseguidor es Estados Unidos, donde lo acusan de haber obtenido circonio ilegal en el país norteamericano, elemento químico indispensable para la fabricación de bombas de racimo, y venderlo al régimen de Saddam Hussein, en Irak. Cardoen, durante la década de los 80´, estuvo dedicado al negocio armamentístico a través de su firma "Industrias Cardoen", haciendo fortuna como uno de los mayores fabricantes chilenos de armas.
Pero pese a que el Gobierno estadounidense había llegado a ofrecer US$500 mil por datos que colaboren con la captura del empresario de 76 años -a lo que Cardoen ha manifestado que no es prófugo y que su domicilio es conocido- , nunca formalizó su demanda, hasta la semana pasada.
Solo dos meses después de que el Senado chileno aprobara un proyecto de acuerdo en que le solicitaron al Presidente, Sebastián Piñera, que realice gestiones para ayudar al ex piloto, el Ministerio de Relaciones Exteriores recibió una solicitud de extradición desde EE.UU., y al día siguiente, vía oficio reservado, fue remitida a la Corte Suprema.
"Reitero mi más absoluta y completa inocencia", sostuvo ayer Cardoen, y aseguró que que esta "es una oportunidad de hacer valer mis derechos y mis defensas en mi país, con plena confianza en nuestras autoridades judiciales".
Proveedor de Hussein
A fines de los 70', el ingeniero civil en minas de la Universidad de Chile y doctor en metalurgia, se dedicaba al rubro de la venta de explosivos en el norte del país para faenas mineras. Sin embargo, las tensiones militares entre Chile y Argentina por el conflicto del canal del Beagle en 1978, lo llevaron a diversificar su producción hacia armamento, bomba y minas antipersonales.
Tras ello, Cardoen logró internacionalizar su negocio, transformándose, por sobre todo, en un importante proveedor de armamento -especialmente de bombas de racimo- del régimen de Saddam Hussein, en el marco de la guerra que mantuvo Irak con Irán entre 1980 y 1987.
"Mi mayor pecado fue haber competido y haberle sacado la mugre a estos gringos cada vez que pude"
Carlos Cardoen
Según ha manifestado en años anteriores la justicia estadounidense, las bombas de racimo vendidas por Cardoen a Irak fueron usadas
"con efectos terribles" por el dictador Sadam Hussein.
Al respecto, Cardoen se ha defendido asegurando que fabricó y vendió las bombas a Irak con pleno conocimiento y aval de Estados Unidos, además de que sus exportaciones de elementos de defensa han "contado con todos los permisos y autorizaciones que la ley requiere".
Sin embargo, desde el país norteamericano han hecho oídos sordos a sus reclamos, donde incluso le confiscaron propiedades que mantenía en Miami, además del prototipo de un helicóptero militar que buscaba fabricar en serie.
"Mi peor error fue creer en EE.UU."
El año pasado en entrevista con El Mercurio, el empresario, quien padece cáncer de colon desde el 2005, sostuvo que "mi peor error fue creer que el gobierno norteamericano era gente creíble. En cuanto competí con ellos se volvieron en mi contra, con una ferocidad que sigue hasta el día de hoy".
"El peor error de todos fue creer en el gobierno norteamericano, partiendo con Bush padre. El imperio del doble estándar (...). Mi mayor pecado fue haber competido y haberle sacado la mugre a estos gringos cada vez que pude", señaló, agregando que "no" se arrepiente. "Lo que uno ha hecho es un ejemplo histórico, ya vendrán otros que se atrevan. La batalla moral la gané hace rato. Aquí se trata de una batalla legal que no existe".
Un año después de que el 25 de enero de 1986 una de las plantas de Industrias Cardoen, ubicada en la localidad de Alto Hospicio, Región de Tarapacá, fuera destruida producto de una explosión que dejó cerca de 30 trabajadores fallecidos, el empresario fijó sus inversiones en otros rubros. Y cuando, en los 90´, comenzaron las acusaciones estadounidenses, la compañía cambió su nombre a Metalnor.
Hoy, ya alejado del rubro de las armas, Cardoen mantiene negocios en hotelería y turismo (Almacruz), enología y agricultura (Viña Santa Cruz), alimentación animal y productos para el agro (New Tech Agro), generación y distribución de energía eléctrica (EnorChile), desarrollos inmobiliarios (Inmobiliaria Santa Cruz), servicios para la minería (New Tech Copper) y aceros especiales para la minera (MetRan).