Silva le ordenó, según declaró, que debía citar al profesor en su casa para celebrar su cumpleaños, darle el medicamento disuelto en algún líquido, y avisarle cuando la víctima estuviese inconsciente.
"(Yo) quedé en estado de shock. Me dijo quédate tranquila, préndeme un cigarro. Le encendí el cigarro y se escuchaba cómo Nibaldo se quejaba arriba. Dijo que iba a subir, que le iba enterrar un cuchillo para que dejara de sufrir (...) y que cuando me llame suba con cloro", declaró ente lágrimas.
La mujer reconoció haber participado en el desmembramiento y ocultamiento del cuerpo, pese a que ello también habría sido, según sus palabras, idea de su ex pareja.
Un día después, Francisco Silva contrarrestó las palabras de su ex, y la apuntó como la autora intelectual y material del asesinato.
Con una voz titubeante aseguró que el odio de Hernández comenzó cuando la hija en común del matrimonio quedó al cuidado de Villegas producto de los constantes ataques de pánico e intentos de suicidio que la imputada sufría.
"(Insistió) con el tema de darle muerte a don Nibaldo. Me pidió que buscara a terceras personas, sicarios, yo le decía que sí, pero nunca le tomé el peso o nunca le creí. Me insistió varias veces, yo le decía que sí, pero que no encontraba, que se relajara y lo viéramos por otro lado (...) Por su puesto nunca busqué, le decía eso para que no sufriera".
A las semanas, siguió, compró y molió 30 comprimidos de clonazepam por encargo de Hernández. Sostuvo no haberse sentido alarmado con la petición ya que estaba al tanto que Hernández le daba a tomar a Nibaldo pequeñas dosis del medicamento "para que no la molestara en el ámbito íntimo" cuando estaban juntos.
Ya el 10 de agosto del año pasado la llevó, por petición de ella, a la casa de Nibaldo y la esperó en un mirador cercano, donde durmió por casi cuatro horas. Fue el sonido de un mensaje de WhatsApp donde ella le pedía ir a buscarla el que lo despertó.
En el lugar, "Johanna me hace entrar a la casa, me dice que tome asiento en el primer piso (...) me dice que citó a Nibaldo por su cumpleaños como una cena romántica, que le dio el clonazepam y cuando estaba inconsciente le cortó los brazos".
Al igual que su ex pareja, Silva reconoce haber participado en el descuartizamiento del cuerpo. Así también, asegura que aquello fue dirigido por ella. Incluso asegura que, en vista del frío de aquella noche, Hernández le dijo que usara la parka de Nibaldo y que sacara dinero de la cuenta de la víctima para colocar bencina. Todo ello, concluyó, con el fin de culparlo.
"(Johanna) me pide por favor, conforme a los muchos juramentos que le había hecho de estar siempre juntos, que la iba apoyar en todo, que me culpara de los hechos y que así ella me iba a esperar con todo listo para ser felices afuera como familia".
Francisco Silva, acusado.
"(Johanna) me pide por favor, conforme a los muchos juramentos que le había hecho de estar siempre juntos, que la iba apoyar en todo, que me culpara de los hechos y que así ella me iba a esperar con todo listo para ser felices afuera como familia (...) mentí en la PDI, ante el policía que me tomó la declaración, cambié algunos hechos", concluyó.
Algunos presentes en la audiencia le preguntaron sobre el contrato que, según Hernández, le habría hecho firmar, ocasión que aprovechó para negar cualquier tipo de abuso.
Se definió como una persona "romántica" y manifestó que el acuerdo solo existía en su imaginación: "A Johanna le gustan las novelas eróticas. Ese contrato sale en el libro y la película, pero nosotros no lo llevamos a cabo".
"Sería impactante verlos en la calle"
El miércoles fue el turno de Alejandro Villegas, hijo de Nibaldo, quien basó su relato en la relación de la imputada y padre. Dijo que la mujer lo insultaba, que en una oportunidad intentó golpearlo y que lanzó una piedra a su vehículo.
"Ella le gritaba a mi papá miles de improperios. Tomó una piedra y la tira al auto de mi papá y mi papá pone la mano y ahí llega Francisco con el hijo mayor de Johanna y se la llevan (...) Sentí rabia, que mi papá no se merecía eso, no se merecía que lo fueran a tratar así afuera de su casa", apuntó sobre un encuentro entre el matrimonio.
Declaró haber notado un cambio radical en la imputada durante el último año.
"No he podido vivir tranquilo (...). Me he desmoronado, es súper difícil seguir adelante (...) Sería impactante el verlos a ellos en la calle, no sé, no me imagino las dimensiones que eso podría conllevar y aun peor para mi hermana", finalizó.
El detective que refutó a los indagados
Las palabras del perito de la Brigada de Homicidios de Valparaíso de la PDI, Gabriel Alarcón, pusieron en entre dicho las declaraciones de los únicos dos imputados.
Este jueves dijo que ambos participaron en el asesinato del profesor, ya que sus teléfonos los sitúan en el lugar durante el lapso de tiempo en que falleció.
"No hubo una contaminación tan grande que permitiera lucubrar que ellos tuvieran diferentes acciones posterior a la muerte en el domicilio de desmembramiento y de amputación del cuerpo".
Perito Gabriel Alarcón.
Pero aquella no fue la única contradicción con el relato de los indagados. El subcomisario también indicó que el desmembramiento del docente no ocurrió en el inmueble, sino que durante la fogata en la playa Las Docas, Laguna Verde, lugar donde encontraron restos óseos de la cabeza y mandíbula de la víctima.
"No hubo una contaminación tan grande que permitiera lucubrar que ellos tuvieran diferentes acciones posterior a la muerte en el domicilio de desmembramiento y de amputación del cuerpo", aseguró respecto la evidencia encontrada en la casa del fallecido.
Precisó que los elementos encontrados permiten constatar que Villegas falleció producto de una puñalada propinada mientras estaba sobre la cama de su dormitorio.
El policía declaró por más de tres horas. Habló sobre las características de los lugares en los que habrían estado los imputados y ropa que usaron. Expresó que el asesinato fue premeditado y planificado y que incluso ambos imputados tenían una coartada par cubrir el crimen: hacer pasar el fallecimiento por un suicidio, lo cual, por razones que se desconocen, fue finalmente descartado.
De hecho, detalló que Silva y Hernández escribieron una carta de suicidio, firmada a nombre de Nibaldo: "Eso es lo que ellos conversan, eso es lo que inicialmente tenían pensado".
Una teoría que pretende explicar el cambio de plan, concluyó, refiere al hecho que, pese a las altas dosis de clonazepam que el profesor ingirió en una malta con huevo, este comenzó a despertar.
Ya el viernes hablaron dos pescadores que estuvieron en el lugar donde encontraron restos del docente y quienes aseguraron percatarse de la presencia de los indagados tras haberse sorprendido con el tamaño de la fogata. Incluso, uno se acercó a Silva para hacer algunas preguntas sobre la pesca de la zona.
"Ella estaba siempre sentada en el lado del copiloto y él siempre entorno al fuego", dijo uno de los testigos que, ante las sospechas de la escena, anotó la patente del auto en que los indagados se trasladaban.