SANTIAGO.- En medio del fuerte debate que se ha generado a raíz de las evasiones masivas que están protagonizando usuarios en el Metro de Santiago –en protesta por el alza de las tarifas–, algunos han aludido al concepto de "desobediencia civil" para definir esa forma de protesta.
"Todo acto de desobediencia civil es rechazado por quienes no quieren que las cosas cambien. La evasión masiva no se soluciona reprimiendo, sino enfrentando el problema de fondo: el alto costo de la vida, los bajos salarios para la mayoría de chilenos y chilenas y la desigualdad", escribió Gabriel Boric (CS), el miércoles, en su cuenta de Twitter.
Esa visión, que han compartido otros miembros del Frente Amplio, ha sido rechazado por otros actores: "Qué vergüenza que diputados del Frente Amplio califiquen el vandalismo de estudiantes en las estaciones del Metro como 'desobediencia civil'", escribió, por ejemplo, Jorge Schaulsohn.
Boric hoy insistió en utilizar ese mismo término, al sostener en una entrevista radial que "es un acto de desobediencia civil que, por la condición en que estoy como parlamentario, lo que corresponde es buscar una solución y no juzgarla y apuntarla con el dedo; no voy a hacer juicios morales de si el acto está bien o está mal... yo lo entiendo".
"Me sale más barato sufrir el castigo por desobediencia al Estado que obedecer. Me sentiría que yo mismo valdría menos"
Henry Thoreau, filósofo que acuñó el concepto
¿Pero qué es la "desobediencia civil" y de dónde proviene? El concepto fue utilizado por primera vez por el filósofo estadounidense Henry David Thoreau (1817-1862), quien desarrolló esa idea en el ensayo "On Civil Disobedience", de 1849.
Thoreau era un amante de la vida simple y natural, pues consideraba que el ser humano sólo podía realizarse de manera plena en contacto con la naturaleza y con lo esencial. Durante dos años vivió solo en una cabaña que él mismo construyó, junto al lago Walden, en Concord, Massachusetts. "Me fui al bosque porque quería vivir deliberadamente, afrontar sólo lo esencial de la vida", escribió.
Pero hubo un hecho que tuvo una influencia decisiva sobre su pensamiento: Thoreau se rehusaba a pagar un impuesto que el Gobierno utilizaba para financiar una guerra con México, con la que él no estaba de acuerdo. Su resistencia a cumplir con la disposición hizo que fuera encarcelado. "Mientras meditaba sobre el grosor de los muros de piedra (...) de la puerta de madera y hierro de un pie de espesor, y de las rejas de hierro por las que se colaba la luz, no pude evitar aterrarme de la tontería de aquella institución que me trataba como si yo no fuera más sino carne, sangre y huesos que encerrar", relató.
Desde no tomar la micro a incendiar pasaportes
Ese episodio lo llevó a desarrollar la idea de "desobediencia civil". "(Es) la capacidad de, por una acción o inacción, de desobediencia o de transgresión con respecto de una ley, lograr hacer cambios", explica a Emol el Doctor en Filosofía moral y política y académico del Departamento de Filosofía de la Universidad de Santiago, Mario Sobarzo. Agrega que de ser "una acción colectiva, de forma que la gente sea capaz de observar esta acción y plegarse a ella, para que elementos que son injustos aparezcan y se publiciten".
"No porque haya violencia contra el mobiliario no va a haber desobediencia civil, eso no le quita la categoría (...) Lo que sí no es violencia contra las personas, sino contra objetos"
Mario Sobarzo, Doctor en Filosofía U. de Santiago
"Me sale más barato sufrir el castigo por desobediencia al Estado que obedecer. Me sentiría que yo mismo valdría menos"; "Me complace imaginar un Estado que finalmente pueda darse el lujo de ser justo con todos, y que trate al individuo con respeto", son algunas de las meditaciones que hace Thoreau en su ensayo.
Esa idea influyó en figuras como Mahatma Gandhi o Martin Luther King. Un ejemplo de desobediencia civil –que menciona el académico de la Universidad de Santiago– ocurrió durante la lucha por la igualdad de derechos entre la población blanca y afroamericana en Estados Unidos. "Martin Luther King llamó a las personas a no tomar la micro, a no utilizar el transporte público, y así generarle un daño económico a la empresa de transporte que los hacía viajar diferenciadamente a los blancos y a los negros", relata Sobarzo.
El académico explica que si bien, en la concepción de Thoreau, "es clave que la desobediencia civil sea pacífica", ese concepto luego ha sido tomado por otros autores y ha ido evolucionando. Señala que –en la concepción de los teóricos de la desobediencia civil– en ésta "sí puede haber hechos de violencia, como destrucción al mobiliario público, como un modo de expresar la reacción contra la violencia que se ejerce por efecto de la ley o de la acción política del grupo que se siente perjudicado". "Lo que sí es característico es que no es violencia contra las personas, sino contra objetos", aclara.
Otro hecho propio de la desobediencia civil es "estar dispuesto a ir a la cárcel", por su acción u omisión, lo que "también puede servir como mecanismo de publicidad para evidenciar lo injusto que resulta el sistema legal respecto de un grupo social".
¿Es "desobediencia civil" lo que ocurre en el Metro de Santiago?
En este contexto, han surgido ideas contrapuestas acerca de si lo que está ocurriendo hoy en el Metro Santiago corresponde o no a un acto de ese tipo.
A juicio del Doctor en Filosofía, "sí hay un acto de desobediencia civil, porque se está rechazando el aumento del costo del transporte y el sistema legal, y se está planteando que hay una disociación muy importante en la forma en que se aplica la legislación para las clases populares y para la elite, que termina yendo a clases de ética por evasión de impuestos, mientras a las clases populares se las lleva a la cárcel".
"Dadas mis lecturas de Henry David Thoreau, creo que lo del Metro no es desobediencia civil. No al menos como la entiende su principal teórico. Sí lo sería que los cabros, considerando injusta el alza, se fueran presos con la frente en alto como acto de protesta pacífica. Eso sí"
Pedro Cayuqueo, escritor
En su opinión, el hecho de que haya personas que además rompan parte de la infraestructura del Metro no implique que sea llamado así. "No porque haya violencia contra el mobiliario no va a haber desobediencia civil, eso no le quita la categoría", sostiene.
Pone como ejemplo que, en la Primera Guerra Mundial, hubo un movimiento pacifismo que llamaba a las personas a quemar los pasaportes y documentos de identidad para no poder ser llamados al servicio militar y no participar en la guerra. "Ese puede ser un acto más violento, porque hay una quema de documentos", señala.
Otro caso ocurrió durante la invasión soviética a Checoeslovaquia, en 1967, donde las personas sacaron los carteles de las calles para que las tropas no puedan ubicarse dentro de la ciudad. "Ahí se ve un acto de destrucción, porque están sacando los carteles y destruyendo mobiliario público, pero gracias a eso logran detener durante uno o dos días que el ejército soviético logre entrar en la capital", comenta.
No obstante, hay otros actores que tienen una opinión diferente. El escritor Pedro Cayuqueo, por ejemplo, ha expresado en redes sociales que "dadas mis lecturas de Henry David Thoreau, creo que lo del Metro no es desobediencia civil. No al menos como la entiende su principal teórico. Sí lo sería que los cabros, considerando injusta el alza, se fueran presos con la frente en alto como acto de protesta pacífica. Eso sí".
El ministro de Desarrollo Social, Sebastián Sichel, también abordó el tema y dijo hoy, en La Moneda, que "lo de la desobediencia civil es algo que me molesta profundamente; la desobediencia civil son las manifestaciones que, por ejemplo, se hicieron contra la dictadura en democracia y que lo que se hacía era defender el Estado de Derecho y no afectar los derechos de terceros".
"Me duele que gente de sectores de izquierda use ese argumento para justificar evasión, destrucción, violencia contra el espacio público y la propiedad de todos, está en las antípodas de lo que es desobediencia civil", agregó.