SANTIAGO.- Francisca Márquez, antropóloga que trabaja con identidades urbanas y procesos de reunificación latinoamericanos, vive en Plaza Italia. "Yo marcho y vivo", aseguró este lunes en el panel de cierre de la primera jornada del Congreso del Futuro, que trató sobre "convivir". "Ha sido también un laboratorio de emociones", dijo.
"No me cabe duda de que hay algo con la ira ahí. Hay mucha ira contenida y las expresiones de violencia tienen que ver con esa ira, pero la antropología indica que, en nuestra cultura, tanto la política como las construcciones morales se construyen desde las emociones y los sentimientos. La política no es solo racionalidad: se construye desde estas expresiones espontáneas que a veces se asemejan al enojo", explicó la académica de la U. Alberto Hurtado.
La antropóloga presentó un análisis de lo que puede ver converger en la zona cero de las protestas desde su ventana, identificando lo que llamó "cuatro praxis de convivir en la Plaza Dignidad".
Comunitarismo de resistencia
"Me parece esencial mostrar que en estos días se han reactualizado ciertas memorias que tienen que ver con los vínculos sociales propios de la solidaridad y la reciprocidad en sus tres movimientos: dar, recibir y devolver, y que hemos podido observar tanto en expresiones como las mesas, los comedores y las ollas comunes que se han creado ahí", explicó Márquez.
También incluyó en el grupo a las
"capuchas rojas de la resistencia", que se reúnen a bordar, y a expresiones de "autocuidado" de ciudadanos que voluntariamente prestan servicios de salud a quienes necesitan.
"Son ejercicios de reciprocidad que creíamos olvidados durante estas cuatro décadas de neoliberalismo e individualismo brutal. En Plaza Italia es obvio que hay expresiones de gratuidad importantes", añadió.
Demandas ciudadanas
"La segunda, que creo importante rescatar porque anuncia una forma de pensar la política, tiene que ver con lo que llamo las demandas ciudadanas", continuó la antropóloga.
"Tiene mucho que ver con las expresiones de los carteles. No se ven banderas de partidos en Plaza Italia: se marcha con la reivindicación ciudadana de la expresión más clara de la demanda por dignidad y de la percepción del abuso y de la falta de derechos", aseguró.
Uno de lo carteles que mostró en su presentación: "Vivir en Chile vale un ojo de la cara". "Es una segunda forma de convivir en la cual el derecho a la dignidad está presente y se repite una y otra vez", agregó.
Desobediencia
"Apunta a una forma de convivir en la cual se reivindica y se insiste, a veces con ira, en el derecho a ser escuchado a partir de una historia larga de abusos", comentó Márquez.
Como ejemplo entregó el caso de
LasTesis, "donde se reivindica el fin del patriarcado", y el pueblo mapuche. "La figura de
Camilo Catrillanca nos ha acompañado de las maneras más impresionantes durante estos días", dijo.
"Habla también de un deseo por vivir, que de una vez por todas tenemos que escuchar", afirmó.
Épica
"Tiene que ver con una forma de convivir de la épica del piño, del piño que desea, por fin, encontrarle el sentido a la vida", explicó la académica.
Allí identifica a los jóvenes del Sename, a estudiantes y a anarquistas "que quieren el fin del sistema y que quieren quemarlo, si es posible". "Ellos son los que nos increpan respecto a una deuda y un reconocimiento en su carencia, en esta ira que se fue acumulando y que hoy día estalla", contó. "No es fácil convencerlos, porque en esta épica también han encontrado sentido de identidad, de un colectivo".
Para cerrar, la antropóloga explicó que con su análisis busca terminar con la idea de que "estamos enfrentados a un movimiento anómico", y de que "Plaza Dignidad no es nada más que un campo de batalla de los enfurecidos".
"Es importante que estas expresiones que tiene el convivir no queden como expresiones y experiencias del gueto. Si no somos capaces de construir los lazos sociales entre estas experiencias autorreferidas con el todo social, con el resto de la sociedad chilena, la ira continúa, la batalla continúa", advirtió. "El gran desafío hoy es cómo construimos el lazo social que nos amarre en la diversidad y que de una vez por todas rompa con esta obsesión con la sociedad de los iguales y de la segregación. Si no somos capaces de romper con la segregación, la sociedad no cambia, por mucho que la ebullicemos, y la ira puede continuar", concluyó.