"Evidentemente los partidos que celebraron el domingo estaban haciendo una lectura bastante conveniente y un poquito antojadiza del resultado: estaban viendo un triunfo aplastante del Apruebo, pero no estaban viendo el triunfo aplastante de la Convención Constitucional, que es una señal bastante clara contra la política tradicional y contra ellos. Más allá del cálculo chico que algunos hayan querido sacar esa noche, el mensaje está claro: con ustedes, no".
Así aborda el doctor en Filosofía Política, Cristóbal Bellolio, lo que se vaticina como el gran desafío que tendrán por delante los partidos políticos en los próximos seis meses: tomar nota del mensaje y garantizar que el proceso constituyente se realice de la forma en que los ciudadanos lo esperan, es decir, con ellos. La tarea les llega en un momento de desconfianza y rechazo a la política institucional, pero con un matiz clave: los partidos políticos son, en todas partes del mundo, un requisito para la democracia.
"Yo creo, parafraseando el libro de moda, que tenemos que transitar por un corredor bien estrecho", plantea el académico de la UAI a Emol. "Es uno que, por un lado, no descarte la participación de los partidos políticos —que son fundamentales en la democracia y que en Chile son las instituciones que están mejor organizadas— y por otra parte, considere justamente por el difícil momento reputacional que están viviendo no solamente en Chile. Las instituciones dicen representar al individuo y el individuo se rebela y dice: no, mi experiencia es mi experiencia y tus ideas abstractas no entienden lo que yo he vivido. Ese es el problema para todas las estructuras de mediación".
"Los partidos, si es que realmente entienden que el proceso constituyente es una de las pocas oportunidades que tenemos de relegitimar nuestras instituciones y de regenerar el pacto social, tienen que abstenerse de monopolizar la discusión, de copar la esfera. Al contrario: tienen que ayudar a que distintos actores, que no están en la política tradicional, puedan también participar, para que la ciudadanía perciba que esto realmente está hecho entre todos. Por eso digo: el corredor es estrecho. No puede ser sin los partidos, pero tampoco puede ser solo con ellos", agrega.
Ese, dice Bellolio, es el gran desafío que tienen los partidos hoy. "Tienen un poco el sartén por el mango y van a tener que entender que juegan un rol importante en este proceso: tienen las herramientas 'ideales' para encarar el debate constituyente, pero también entender que si ellos no son —no voy a decir generosos, porque no espero generosidad de los partidos— estratégicamente inteligentes, de entender que la legitimidad del proceso les juega en la percepción de la ciudadanía de que aquí participaron todos por igual y no solo las dirigencias partidarias, yo creo que estarían cometiendo un grave error".
El "voto destituyente"
Lo que ocurrió el domingo, para el rector de la U. Diego Portales y columnista de El Mercurio, Carlos Peña, "podría tener efectos perversos para la democracia". "Representa un particular desafío a los partidos políticos, que consiste en internar las expectativas de la ciudadanía, comprenderlas y luego acogerlas, para ponerlas en una narrativa que haga sentido a las mayorías", dijo en EmolTV. Es, también, "un desafío de la democracia". "Una democracia sin partidos políticos simplemente no es posible", aseguró.
"Una democracia de masas, como son las democracias contemporáneas, sin partidos políticos no es democracia", añadió. "La sociedad civil anhela tener un papel directo en la conformación de las bases de la Constitución, y ocurre que la sociedad civil se contiene de grupos de interés, muy legítimos, pero cada grupo expresa intereses parciales, y la sociedad y la democracia no consiste en eso. El bien común no es la mera suma de ellos, sino que supone un cierto discernimiento, una cierta deliberación acerca del bienestar social. Esa tarea de mediar entre los intereses particulares que asoman en la vida social y los intereses colectivos o comunes, en la democracia, la hacen los partidos políticos.
"Se requiere transformar un movimiento destituyente en una Convención Constituyente. Y no hay que engañarse. Lo que hemos visto en estos meses, en términos de la dinámica del sistema político, no es auspicioso"
Juan Pablo Luna
Por eso, Peña considera que lo mejor es "que sean las élites políticas quienes logren intermediar los intereses y acoger las expectativas de la ciudadanía". Para eso, el académico del Instituto de Ciencia Política de la UC, Juan Pablo Luna, detecta otro problema: las élites políticas hoy aparecen desconectadas del sentir popular. Lo ejemplifica con las tres comunas de la Región Metropolitana donde se impuso el Rechazo, Las Condes, Lo Barnechea y Vitacura, las cuales "concentran buena parte del PIB y del poder político". "En la otra mitad, infinitamente más populosa y más pobre, el resto del país siente que le dio una paliza a 'los dueños de Chile', a la 'coalición del abuso' (...) pero la paliza, como la marcha, se diluye sin canalización institucional y sin vertebración organizacional en el mediano plazo", dice.
"El voto de ayer (domingo) era un voto 'fácil', porque era un voto contra el sistema. Fue un voto destituyente. Como resultado hoy tenemos por delante una oportunidad histórica de construir un país más inclusivo y algo menos quebrado. Aprovechar esa oportunidad supone, no obstante, entender y solucionar un problema fundamental y difícil: se requiere transformar un movimiento destituyente en una Convención Constituyente. Y no hay que engañarse. Lo que hemos visto en estos meses, en términos de la dinámica del sistema político, no es auspicioso", añade en una columna en Ciper.
"Aunque parezca contra-intuitivo para la cátedra, hay que intentar aislar la Convención Constituyente de los partidos y de la competencia por cargos electorales que se nos viene a nivel local, regional y nacional. Solo así, tal vez, sea posible elevar y complejizar la mirada y el debate para negociar lo que hace falta. La dificultad radica en que la posibilidad de aislar exitosamente a la constituyente de la política electoral convencional terminará dependiendo de los propios partidos y sus liderazgos", reflexionó. "Tienen el lobby, los medios, las redes y el financiamiento electoral a su favor. Ganan por defecto, aunque carezcan de legitimidad. No tienen poder, pero por ahora, se quedan con los cargos".
Una tarea compleja
"El primer desafío para los partidos políticos es escuchar a los ciudadanos y no cegarse de nuevo en sus visiones de élite política", opina por su parte la socióloga e investigadora del COES, Emmanuelle Barozet. "El mayor desafío para no capturar el proceso es diseñar mecanismos de escucha para levantar sus candidaturas y después, si esas personas son elegidas, mantener esos mecanismos de escucha y de participación para que, más allá de la elección de los constituyentes en abril, siga un proceso de retroalimentación desde la sociedad civil".
"El problema es que los partidos políticos ya han caído en la irrelevancia ante los ojos del público, aunque los necesitemos para el funcionamiento de la democracia: ellos saben que, hasta cierto punto, han caído en la irrelevancia ante la opinión pública. Lo que a mí me preocupa es que apenas supimos el resultado el domingo, ya se presidencializó el debate. Yo entiendo que tienen que hacerlo, no es que no sea legítimo, pero puede ser mal percibido porque va a invisibilizar el tema de cómo procesar las demandas sociales en un nuevo texto constitucional, y hasta el momento no hemos visto diseños ni alternativas de funcionamiento", cuenta.
"El mayor desafío para no capturar el proceso es diseñar mecanismos de escucha para levantar sus candidaturas y después, si esas personas son elegidas, mantenerlos"
Emmanuelle Barozet
Para Barozet, un punto clave será conocer las candidaturas. "Como sabemos que va a ser Convención Constitucional, hay un efecto de renovación porque van a tener que proponer suficientes candidaturas femeninas y en estos días viene el tema de los escaños para pueblos originarios. Eso va a dar un tiraje de chimenea en los partidos. Además hay una cantidad de gente que ya está en cargos, porque la institucionalidad chilena tiene que seguir funcionando: el Congreso, los alcaldes, los intendentes. De todas maneras van a tener que buscar nuevos candidatos, no pueden reciclar los mismos de siempre", comenta.
En ese sentido, menciona que será un desafío por sí mismo también el método para garantizar la participación de independientes por parte de los partidos. "Los candidatos que propongan tienen que ser cierto nivel de conocimiento público, entonces la tarea va a ser encontrar candidatos que puedan ser rostros nuevos, pero que tengan un capital comunicacional, porque no puede ser gente completamente desconocida. No hay plata ni tiempo de aquí a abril como para levantar candidaturas completamente ajenas a la vía partidista, entonces hay muchas constricciones para que los partidos puedan buscar personas idóneas", dice.
"Por mucho que era difícil saber qué iba a pasar el domingo, de todos los votos que vienen seguramente era el más fácil", advierte la socióloga. "Era decir en contra de qué están los ciudadanos, y eso no viene con nombre ni con candidatos. Está la posibilidad de que en las próximas elecciones baje la participación, porque son muchas elecciones juntas —alcalde, concejales, cores y gobernador regional— y porque sabemos que las municipales de 2016 fueron las que tuvieron la tasa más baja de participación electoral desde el voto voluntario, que fue menos de un 35%. Es muy buena la participación que hubo el domingo, pero asegurar una igual o más alta en abril va a ser muy complejo", dice.
Candidatos "de carne y hueso"
"El domingo votamos por un qué, no por un quién; votamos por algo más que por alguien, y todos podemos sentirnos más o menos identificados con ese algo, porque nos genera esperanza, una sensación de que estamos todos juntos en este proyecto", retoma Bellolio. "Pero cuando se trate de ponerle nombres, apellidos, caras, historia, trayectoria, nos vamos a dar cuenta de que las personas son de carne y hueso".
"Esa es una cuestión que el estallido social ha estado evitando convenientemente estos últimos meses: esto no se puede hacer con héroes enmascarados, tiene que hacerse con personas que tienen historia y que a veces, en la vida, la han cagado. Han escrito tuits de los cuales se arrepienten y tienen esqueletos en el clóset, porque los seres humanos somos así: un embutido de ángeles y demonios. Esperar que los constituyentes caigan como querubines del cielo, sin pecado concebidos, me parece que puede ser muy complejo", añade.
"Esto no se puede hacer con héroes enmascarados, tiene que hacerse con personas que tienen historia y que a veces, en la vida, la han cagado. Esperar que los constituyentes caigan como querubines del cielo puede ser muy complejo"
Cristóbal Bellolio
Ante el actual escenario de "atmósfera enrarecida contra los partidos", la respuesta no es pedir "que agarren sus cosas y se vayan para la casa", comenta Bellolio. "Primero no va a pasar, y segundo tampoco es muy bueno que eso pase. Nos vamos a dar cuenta, ahora que pasen los días, de que ser independiente a secas no es una prueba de la blancura, así como ser militante no es una confesión de pecado. Ser militante puede significar, de hecho, que tengamos bastante claro cuáles son las coordenadas ideológicas de esa persona y cómo va a votar, participar y debatir en la constituyente", menciona.
"Puede que los independientes que a la gente le generen simpatía —porque aparecen en la televisión, o porque denuncian y empujan a la autoridad, o porque son tuiteros ocurrentes, o los perciben como buenos— después nos vamos a dar cuenta de que muchas veces no tienen articuladas de forma tan coherente las ideas constituyentes. No digo que todos, porque algunos pueden tener ideas muy claras", dice. De ellos, estima, algunos candidatos podrían hacer alianzas con partidos y otros no.
Le preocupa más, asegura, que "gente que tiene ciertas afinidades con ciertas expresiones políticas expresadas por los partidos y coaliciones actuales prefiera no ir junto a ellos, solamente por no contaminarse con su mala reputación". "Eso sería un problema, porque es muy importante que los votos se sumen. No sacamos nada con tener muchos llaneros solitarios que digan que son tan limpios, puros y castos que no se mezclan con la política tradicional, si finalmente no van a salir elegidos", cierra.