La primera mención al tema la hizo el ministro de Salud, Enrique Paris, hace una semana: "La vacunación debe ser voluntaria y no obligatoria", dijo al entregar algunos detalles sobre el modo en que Chile procederá con la inoculación para frenar la propagación del covid-19, una vez que el ISP avale las preparaciones que distintos laboratorios han elaborado. "Es importante que la gente que quiera vacunarse acepte esto en forma voluntaria", explicó.
Este miércoles, la autoridad sanitaria volvió a abordar el tema. "Pensamos que debe ser voluntaria porque si alguna persona, ni Dios lo quiera, tiene alguna reacción adversa —que puede ser mínima— la sociedad va a tener una reacción muy negativa, porque va a decir que lo obligaron a vacunarse", afirmó en radio Pauta. "Al que no quiera vacunarse no se le va a perseguir ni obligar. Esto es absolutamente en base al convencimiento que vea en el asunto de la ciencia y la voluntad de las personas".
Paris citó, además, un estudio de la U. del Desarrollo que mostró que un 20,2% de la población preferiría no vacunarse. "Ahí la estrategia comunicacional es muy importante", señaló el ministro, quien llamó a "evaluar y balancear qué es lo más grave o más riesgoso": si vacunarse o enfermarse. "Los medicamentos siempre tienen efectos adversos", acotó.
La medición, cuenta el decano de la Facultad de Gobierno de la UDD, Eugenio Guzmán, fue realizada hace tres semanas y piensan repetirla prontamente, debido a que otras encuestas fuera de Chile muestran que en todo el mundo la confianza en las vacunas ha ido decayendo. "En el caso norteamericano, en agosto había un 66% de disposición a vacunarse y ahora en octubre había bajado a un 50%", comenta a Emol.
Se trata de una tendencia mundial, luego de que movimientos antivacunas aparecieran en los últimos años, causando incluso la reaparición de enfermedades que se tenían controladas, y desde antes de la pandemia, los epidemiólogos ya lidiaban con combatir esta situación. Hoy, con la salud, la economía y el bienestar social amenazados por un virus nuevo, que las personas se quiera vacunar es un desafío para las autoridades sanitarias, sobre todo considerando que se calcula el umbral de rebaño en torno al 60% del total de la población.
Las vacunas en crisis
Las razones que merman la confianza, explica Guzmán, "son muchas y van desde a que no ha habido campaña comunicacional, porque no hay vacuna todavía, al hecho de que no haya vacuna en sí mismo, que hace que la gente sienta que estamos pensando en el aire". Son las que han podido recopilar en sus sondeos. Menciona, también, la rapidez con la que se han desarrollado las investigaciones: se aprobará una vacuna en meses, cuando el proceso normalmente puede demorar tres o más años.
"También se relaciona con la seguridad de la vacuna, porque los efectos adversos generan cierto temor en la gente. Por otro lado, hay quienes dicen que solo se tienen que vacunar los que están en riesgo, pero el problema es que el hecho de que alguien no sea de riesgo no significa que no pueda contagiarse ni seguir contagiando", añade.
Las mediciones muestran que a mayor nivel socioeconómico, mayor es la voluntad de vacunarse. En el sector ABC un 41% se vacunaría lo antes posible, versus un 17% del grupo E
Este jueves, el estudio Tú Influyes de Data Influye entregó más cifras: un 44% de la población prefiere esperar "el tiempo que sea necesario por la vacuna más efectiva" y solo un 25% se vacunaría "lo antes posible". En tanto, un 15% señala de plano que no se vacunará. Estas proporciones cambian si se analiza por grupos socioeconómicos: entre el tramo ABC1, la voluntad de vacunarse con rapidez sube a aun 41%, mientras que quienes más señalan que no se vacunarán son las personas pertenecientes al sector E (24%).
Las mediciones también muestran diferencias de género: según la encuesta de la UDD, un 21% de los hombres señala que no se vacunará, versus un 19% de las mujeres. En Tú Influyes, por el contrario, el porcentaje de mujeres que no se vacunarían es mayor al de hombres: un 18% versus un 11%. En ambos estudios, la alternativa que más confianza genera es la de Reino Unido (Oxford y AstraZeneca), seguida de la Estadounidense (Pfizer y BioNTech). Sputnik V y Sinovac tienen menor nivel de convencimiento.
"Es comprensible que la población tenga dudas y temores sobre los posibles efectos adversos que las vacunas podrían causar, sin embargo, es importante mencionar que los estudios clínicos que se están realizando tienen como objetivo precisamente evaluar la aparición de este tipo de efectos, especialmente aquellos efectos severos", explica el académico UC Alexis Kalergis. "A la fecha, los estudios que se han realizado en las vacunas en desarrollo han tenido pocos efectos adversos serios y el perfil de seguridad en general es positivo. Esto significa que el beneficio de prevenir una enfermedad como covid-19 por sobre los posibles efectos adversos en muchísimo mayor, y conocemos bien los síntomas y secuelas causadas por el SARS-CoV-2".
La etapa que viene apenas la vacuna esté disponible, asegura Guzmán, requerirá "compromisos colectivos". "Va a ser un tremendo desafío desde el punto de vista político: para el Gobierno, para toda la clase política, para los sectores involucrados y para toda la sociedad. En definitiva, es un desafío para cada uno de nosotros", dice.
Investigar y combatir
"Efectivamente hemos visto que la confianza partió muy elevada, en alguna encuestas se mostraba que cerca de un 90% decía que se vacunaría, y hoy ya está disminuyendo a un 70%. Esto también habla de cómo necesitamos investigar cuáles son las razones de esa desconfianza, y ojalá el Gobierno esté considerando una recolección de información", dice a Emol la presidenta de la Sociedad Chilena de Epidemiología y académica de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile, María Paz Bertoglia. "Necesitamos que esto se considere".
El mensaje que se transmitirá a la población, señala Bertoglia, debe responder a sus inquietudes. "Son muy válidas y es valioso instalar un diálogo con la ciudadanía. Cuando tú dialogas con la población, logras fortalecer la confianza en todas las intervenciones de salud pública y especialmente de las vacunas. Nosotros esperamos que se esté evaluando una campaña comunicacional, pero también la generación de algún tipo de plataforma donde se pueda acceder a información basada en evidencia", añade.
"Toda la energía se concentra en lograr tener una vacuna, que por supuesto es muy importante, pero no basta con tener una vacuna que sea segura y efectiva si no logras tener a una gran cantidad de tu población que adhiera a esta recomendación"
María Paz Bertoglia
Por ahora, observa la epidemióloga, "toda la energía se concentra en lograr tener una vacuna, que por supuesto es muy importante, pero no basta con tener una vacuna que sea segura y efectiva si no logras tener a una gran cantidad de tu población que adhiera a esta recomendación". Las estrategias para lograr ese convencimiento que están evaluando organizaciones como la OMS y Unicef van desde un listado de preguntas frecuentes a la habilitación de chatbots donde se pueda otorgar respuesta a las dudas.
Bertoglia sugiere además pensar en un paquete de herramientas que se le pueda entregar al personal de salud, sabiendo que es a ellos a quien se vuelca la ciudadanía para obtener respuestas médicas. "Necesitamos pesquisar si esa población que trabaja en hospitales o en la atención primaria requiere algún apoyo comunicacional para dar información rápida. La población va a ir a buscar respuestas a sus consultas y no puede ser que no les estén entregando herramientas para ayudar a construir o fortalecer la confianza en las vacunas", dice.
"Es ahora, cuando todavía no tenemos la vacuna y cuando soñamos con ojalá tenerla en los próximos meses, que es necesario hacer un llamado al trabajo colaborativo y a dialogar, en estos tiempos que son de alta incertidumbre, para que la población, en el momento en que llegue la vacuna, pueda tener respuesta a sus dudas. Hay muchísimos temas que preocupan a la ciudadanía. Muchos de ellos son muy válidos y necesitan, entonces, una plataforma donde se les dé respuesta", cierra.
"Es importante que la información científica sobre las vacunas y sus efectos sean comunicados a la población de manera clara, precisa y transparente", agrega Kalergis. "La desinformación crea desconfianza, por lo tanto si nuestra población está al tanto de lo que está sucediendo en torno los estudios clínicos, si entiende cómo se desarrollan, qué se busca lograr con estos estudios y qué acciones se toman cuando aparece un efecto adverso, podemos contribuir a generar la confianza necesaria para abocarnos a la tarea de promover la vacunación".
En la tarea, asegura, "todos los sectores de la sociedad pueden contribuir positivamente: sector comunicacional, científico, de salud, político y educacional". "No debemos olvidar la importancia de las vacunas a lo largo de la historia y su efecto en salud pública y como han logrado reducir enfermedades que causaban una gran cantidad de muertes y secuelas en la población, afectando la calidad de vida de sociedades completas. Por esta razón debemos mostrar a nuestra comunidad en términos simples, cercanos y con datos de nuestra población, cómo las vacunas han permitido superar múltiples enfermedades infecciosas que han causado mucho sufrimiento en la humanidad", cierra.