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La historia del Palacio Bruna, el monumento histórico que la Cámara Nacional de Comercio aprobó vender

Su construcción comenzó en 1916 por petición del entonces senador Augusto Bruna, pero la familia del empresario salitrero no llegó a vivir en él. Ha sido residencia de los embajadores de EE.UU. y sede de su consulado. La CNC lo adquirió y restauró en 1996.

23 de Diciembre de 2020 | 08:00 | Por Consuelo Ferrer, Emol
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El Mercurio
Alejandro Bruna era empresario salitrero y senador de la República cuando le encargó al arquitecto Julio Bertrand realizar una mansión para su familia frente al Parque Forestal, en la calle Merced. La construcción del palacio —de estilo renacentista italiano y con tres niveles desiguales, incluyendo una gran terraza techada— comenzó en 1916, pero el arquitecto murió de tuberculosis a los dos años sin haber terminado la obra.

Ese fue el inicio de la historia del Palacio Bruna, una construcción que todavía se impone en el barrio Lastarria y que alberga, desde 1996, a la Cámara Nacional de Comercio (CNC). El gremio ha tenido al edificio como sede por 15 años, algo que podría cambiar luego que la asamblea general de la asociación decidió vender el inmueble, un idea impulsada por el presidente Manuel Melero debido a la compleja situación financiera de la organización y lo demandante que resulta mantener allí las instalaciones.

1916 Su construcción comenzó bajo la dirección del arquitecto Julio Bertrand, que falleció dos años más tarde de tuberculosis
Se trata de un recinto histórico para la ciudad de Santiago, que fue terminado por el poeta y miembro del Grupo de los Diez, Pedro Prado, en 1921. Con grandes ventanales y columnas que miran al río, la construcción era muy moderna para la época. Tenía numerosos salones, pisos de maderas, estucos ornamentales y vitrales en un jardín invernadero y en la puerta de acceso, además de un gran friso con guirnaldas que recorría todas las fachadas.

En la época, el crítico literario Alone quiso hacer una nota sobre el Palacio Bruna, pero no logró identificar estilos ni influencias. Le escribió una carta a Prado y luego de recibir la respuesta pudo publicar su reseña de la casa, según consta en Memoria Chilena. El periodista describió al palacio como una de "majestuosidad alegre", luminoso y con un carácter liviano que le entregaban sus frisos de "muchachos gordinflones". Desde la terraza, aseguró, se veía una puesta de sol que "podría consolarnos de todas las tristezas del invierno".

Allí, contra todo pronóstico, la familia Bruna nunca llegó a vivir: la vendieron producto de la crisis del salitre. Entre 1939 y 1962 fue residencia de los embajadores de Estados Unidos, y consulado general hasta 1995. De esa época le quedó un monograma con las letras "USA" en la chimenea del comedor principal, un búnker en la planta baja y un relieve de águilas blancas en uno de los salones.

El recinto fue residencia de los embajadores de EE.UU. y también consulado general del país

En 1996, el palacio fue adquirido por la Cámara Nacional de Comercio, quienes realizaron un minucioso trabajo de restauración en tres meses. Con cien obreros bajo la guía del arquitecto Luis Alberto Derraïdou, se quitaron cielos falsos de plumavit y alfombras de muro a muro, dejando al descubierto un piso de parquet de madera de encina de bosques europeos de comienzos del siglo XX. Ese mismo año fue declarado Monumento Histórico.

En los jardines del palacio se puede ver un busto de Augusto Bruna Venezuela, que fue también presidente de la Cámara Nacional de Comercio cuando esta se constituyó en Valparaíso. En el lugar se le hizo un homenaje el año 2011, con una ceremonia a la que asistieron sus familiares vivos –nietos y bisnietos- en un espacio que tiene una importante simbolismo para la historia familiar.

Fue su nieto, Augusto Bruna Vargas, quien gestionó la instalación del busto de su antepasado, quien fue senador por la Región de Antofagasta en 1915 representando al Partido Liberal. El busto original estaba instalado en la Universidad de Antofagasta y su nieto gestionó su préstamo temporal para traerlo a Santiago y elaborar una réplica, que fue inaugurada en 2011, cuando Carlos Jorquera lideraba la Cámara de Comercio.
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