A diferencia de otros ciclos electorales, pocas encuestadoras se atrevieron a jugársela por números exactos en la previa a la elección de convencionales constituyentes. Lo que circulaba, más bien, eran cálculos extraoficiales: el ministro Jaime Bellolio dijo que la lista Vamos por Chile "por sí misma" obtendría un tercio de los constituyentes" y el diputado Pepe Auth le asignaba al mismo conglomerado un 31% de los votos y un 43% de los escaños.
En la práctica, la coalición se quedó con un 23,9% de los cupos. Los pronósticos, como ha sido la tónica en el último tiempo, una vez más fallaron. "La gente votó por algo que no era lo que estaba en la encuesta y no era lo que los políticos se imaginaban que iban a votar, sino que votó por algo que era lógico: si efectivamente había un descontento con la clase política, este quedó reflejado en las elecciones", aseguró este lunes el analista Carlos Correa Bau en Cooperativa.
En cambio, algunas mediciones intentaron aproximarse al perfil de los candidatos que la gente preferiría en las urnas. Una encuesta de Ipsos y Espacio Público informó en noviembre pasado que el atributo más importante en la persona a votar era que fuera "experto/a en temas constitucionales" (22%) y que preferían votar por una persona "que no tenga militancia en un partido político" (64%), algo que quedó de manifiesto con la elección de más del 31% de candidaturas en listas de independientes.
Otras mediciones, como TuInfluyes, un 81% de los electores prefería votar por candidatos independientes o provenientes del mundo social, es decir, personas ajenas a los partidos políticos. Además de dichos sondeos, existen otros dos que Correa destacó directamente: el que realizó luego del estallido social el Centro de Estudios del Conflicto y Cohesión Social (COES) y el que emanó de la instancia de diálogo nacional Tenemos que Hablar de Chile (TQHDC).
"No es una encuesta: es un estudio cualitativo donde la gente efectivamente hizo ver que las autoridades políticas actuales no estaban en la línea de lo que a la gente le pasaba; sentían la política muy lejos de la cotidianidad", dijo sobre la iniciativa liderada por las universidades Católica y de Chile que tuvo lugar durante la pandemia.
Sobre el trabajo del COES, señaló que "habían datos que permitían leer un descontento generalizado con la manera de hacer las cosas". "Pareciera que las universidades han avanzado más en esa investigación", apuntó. "Creo que los partidos no leyeron esos estudios, más bien fueron a sus encuestadores preferidos, quienes les dijeron lo que ellos querían escuchar. Es una especie de simulación mutua", agregó.
Baja permeabilidad del lenguaje político
"El ejercicio que hicimos nosotros justamente tenía que ver con tratar de desentrañar y entender en profundidad qué significan muchos de esos titulares que a veces vemos o muchas de las acciones o muchos de los resultados que hay en las encuestas, tratar de entender qué es lo que está sintiendo y pensando la gente", explica a Emol el director de TQHDC, Hernán Hochschild.
Se trata de una de las conclusiones de un proceso donde más de 8 mil ciudadanos de todas las comunas del país conversaron sobre qué cambiar, mantener o mejorar en el país. Fueron más de 3 mil horas repartidas en 1.700 conversaciones por videollamada. La iniciativa unió a las universidades de Chile y Católica.
"Las personas participantes del proceso hablan de política y discuten sobre ella, pero este diálogo no opera bajo las categorías o modelos políticos específicos con los que trabajan quienes lideran la opinión pública"
Hernán Hochschild
"Lo que hallamos, en línea con toda la estructura de los diálogos, es que la permeabilidad del lenguaje del mundo político en los diálogos es baja. Las personas participantes del proceso hablan de política y discuten sobre ella, pero este diálogo no opera bajo las categorías o modelos políticos específicos con los que trabajan quienes lideran la opinión pública", se lee en las conclusiones.
Hochschild lo explica: "El hallazgo que nosotros llamamos el 'reseteo' de la política, tenía que ver con que cuando nosotros le preguntábamos a la gente qué es lo que había que cambiar, mejorar o mantener en Chile,
el cambio se predicaba con mucha fuerza de la política y la nueva Constitución se predicaba con mucha fuerza de la política", afirma.
"El anhelo de cambio, la radicalidad del cambio, está sobre todo asociada a cómo funciona la política. Cuando la gente habla de sistema político en TQHDC no significa sistema presidencial, parlamentario, significa sobre todo las prácticas con las que funciona la política. Los resultados de las elecciones terminan incluso dándole más fuerza de lo que nosotros leíamos en esa radicalidad", agrega.
Para Hochschild, los partidos en cierta forma sí advirtieron esta tendencia, porque 20 de sus candidatos elegidos fueron independientes con cupos cedidos. Pese a ello, asegura que "este voto es una señal a todo el mundo político, a la poca capacidad que han tenido de conectarse con las urgencias y los problemas de la ciudadanía y de integrarla en los procesos de discusión".
Decreciente afiliación a partidos
El informe anual del Observatorio de Conflictos correspondiente a 2020 del COES informó de un cambio: en los once años anteriores al 18 de octubre de 2019 ocurrían cinco acciones de protesta promedio al día. Con el estallido social esta cifra se multiplicó por nueve: hubo una media de 45 acciones de protesta diarias entre ese día y hasta el 31 de diciembre de 2019.
"Tal como lo han expresado muchas encuestas, en Chile hay una tasa decreciente en la afiliación a organizaciones de todo tipo, las que hoy cumplen un rol menos protagónico en la sociedad. En su lugar, la sociedad se está estructurando cada vez más a partir de vínculos y redes informales, que no cuajan con las estructuras organizacionales piramidales, en que el rol de los líderes está bastante desprestigiado", explicaba al presentar los resultados el investigador del Observatorio de Conflictos, Nicolás Somma.
"En Chile hay una tasa decreciente en la afiliación a organizaciones de todo tipo, las que hoy cumplen un rol menos protagónico en la sociedad. En su lugar, la sociedad se está estructurando cada vez más a partir de vínculos y redes informales"
Nicolás Somma
Adicionalmente, en el Termómetro Social elaborado por el COES en noviembre de 2019 se evidenciaba que la ciudadanía calificaba con un 2,4 en una escala de 1 a 10 a los partidos políticos, siendo la institución peor evaluada de la medición, por debajo de parlamentarios, ministros, el Presidente de la República, los empresarios, las Fuerzas Armadas y las organizaciones religiosas.
El último insumo al respecto lo entregó el la Radiografía del Cambio Social presentada por el centro, un trabajo del Estudio Longitudinal Social de Chile que identificó que "en el transcurso
de cuatro años (2016-2019), alrededor de dos tercios o más de la población encuestada, no se identifica con alguna coalición", aunque habla de una creciente politización el 2019, especialmente en aquellas personas que no se identificaban con ninguna orientación política el 2016".
"El problema es que los partidos políticos ya han caído en la irrelevancia ante los ojos del público, aunque los necesitemos para el funcionamiento de la democracia: ellos saben que, hasta cierto punto, han caído en la irrelevancia ante la opinión pública", aseguraba a Emol después del Plebiscito la socióloga e investigadora del COES, Emmanuelle Barozet.