La aventura presidencial de la Lista del Pueblo (LDP) llegó ayer a su fin, pero también al inicio de un complejo escenario judicial que deberá enfrentar el ahora ex candidato Diego Ancalao, luego que el Servel bajar su candidatura tras descubrir que más de 25 mil rúbricas eran fraudulentas.
En paralelo, el propio colectivo anunció que presentará una querella criminal contra su ex abanderado y contra quienes resulten responsables por falsificación de instrumento público. Todo ello no puede significar otra cosa, en palabras del propio Ancalao: "
es el fin de mi carrera política".
Pero el debate que hoy se tomó la agenda también apunta a pensar en la relevancia de la institucionalidad y la necesidad de la existencia de los partidos políticos que, -cuestionados o no- son una manera de otorgar una orgánica y relato a las colectividades, con el fin de evitar, en lo posible, desmembramientos como los vistos en los últimos meses en la colectividad.
Y es que Ancalao es finalmente la gota que rebalsó el vaso, porque a la fecha hay nueve contituyentes que han abandonado las filas de LDP, además de Fabiola Campillai, la única carta parlamentaria que había tenido su respaldo. Las críticas de los descolgados apuntaban a tres dos frentes: el cuestionamiento a la verdadera representatividad "del pueblo" y las aspiraciones del pacto a participar en estas elecciones.
La "confianza" que les dejó el camino a la Convención
La Lista del Pueblo tiene, en su génesis, un sentido de unión de aquellas personas que luchaban por una causa común: la justicia social y darle voz a quienes no se sentían representados. En otras palabras, que el mismo pueblo lograra llevar sus problemáticas y necesidades a la instancia que abrió el Plebiscito, la Convención Constitucional.
Máximo Quitral, analista político y académico de la UTEM, destaca que su conformación fue "consecuencia de la desafección política que viene dándose hace mucho rato en nuestro país". En ese contexto, "emerge la Lista del Pueblo tras el estallido, con un discurso muy crítico a los partidos tradicionales. Canaliza esa molestia, a través de una agrupación que, si bien no es un partido político como se conoce, sí se estaba comportando de la misma manera".
¿En qué fallaron, entonces? Un análisis apunta a la confianza que sintieron tras el éxito logrado en la elección para los constituyentes, lo que pudo haberles hecho pensar que el camino para esta nueva contienda política estaba sembrado.
"Pero eso no es así, porque las reglas electoral para esa institución eran diferentes, allí los independientes pudieron formar listas y podían hacer algo más colaborativo, pero para esta elección, todos fueron a buscar firmas bajo las reglas normales del sistema, donde cada independiente fuera de pacto compite solo, no en lista, y debe juntar determinado número de firmas", agrega el analista político Kennet Bunker.
Un buen ejercicio, comenta, podría haber sido mirar la experiencia del Frente Amplio, conglomerado que también nace de una coyuntura social -a raíz de la movilización estudiantil-, desde donde emergieron líderes que conocieron hasta hoy. "Fueron por años distintos movimientos, pero con aspiraciones a ser partidos políticos, con estructuras, líderes y organigramas para poder funcionar", complementa.
La importancia de la orgánica y el relato político común
Los analistas apuntan a que es clave que las colectividades cuenten con una orgánica y un relato político común, que oriente sus acciones y mensajes. Un claro ejemplo de la carencia de ello fue la intrincada definición de Cristián Cuevas como candidato presidencial, que trajo consigo una serie acusaciones cruzadas entre facciones y comunicados anónimos.
Lo anterior, si bien no anula la crítica social a los partidos políticos tradicionales, pone el foco en la importancia de éstos en las democracias representativas. "
Son máquinas institucionales que sirven para ayudar a canalizar las ofertas de los candidatos, y Ancalao careció de eso. Esto demuestra que la orgánica e institucionalidad son importantes, al menos a nivel de quienes llegan a la primera línea o quienes quieren ser senadores o diputados", señala Búnker.
Sin liderazgos claros, no hay con quién conversar, y para ello no se necesita una lógica autoritaria al interior de una colectividad, sino que "construir un proyecto político orgánico, donde no es necesario que existan lógicas autoritarias, pero debes darle una forma y estructurarlo", complementa Quitral. Sin ello, "van a continuar con estos enfrentamientos y pugnas".
De todas maneras, lejos de pensar que esto implique un desincentivo para que no emerjan nuevas fuerzas políticas desde la población, porque el escenario propende a salir del establishment político, y en ese sentido la Lista del pueblo marca un punto importante, siempre y cuando, vayan acompañados de "estructura, forma, contenido y relato político", zanjó Quitral.
