El hito del año es el Rechazo, y si hay que ponerle nombre al año, es un "aterrizaje forzoso" que (Boric y su Gobierno) sobrevivieron a duras penas, gracias a un sistema político que querían transformar. Pero también es un aterrizaje a ciertas realidades sociológicas, políticas, demográficas, que el Frente Amplio nunca se había abierto a reconocer.
Primero, el Plebiscito del 4 de septiembre, porque cambia la dirección del país y marca el fin del octubrismo; segundo, el Acuerdo por Chile, como expresión de la democracia de la negociación, de la incorporación del resultado del 4S a la toma de decisiones y de una renovación de liderazgos en la derecha que no solo honra su palabra, sino que logra armonizar convicciones y visión de futuro; y tercero, el ingreso de una nueva generación al poder y la posterior articulación intergeneracional.
Por lejos, el apabullante triunfo del Rechazo en el plebiscito de salida. La Convención Constitucional tenía que patear un penal sin arquero y lo perdió. Lo tuvo todo: popularidad, tiempo, recursos, pero tiró todo por la borda producto de una propuesta irracional que la ciudadanía rechazó de manera contundente.
Sin duda, el triunfo del Rechazo.
El reciente "Acuerdo por Chile" para continuar el proceso constitucional. Creo que seguir privilegiando la vía institucional mediante acuerdos amplios es el camino para recuperar el rol de la política y el sentido de la democracia.
El Rechazo. Que haya ganado el 4 de septiembre me parece un cambio en toda la dirección de lo que parecía estar pasando en Chile, que es imposible de ignorar. Primero, el estallido social, el proceso constituyente, y después se le pone “freno” con este Rechazo.
El Plebiscito de salida, que si bien fue con voto obligatorio, tuvo la mayor participación desde el retorno a la democracia, sumado también al resultado, que vino a cambiar de manera muy radical lo que venía siendo el desarrollo político del país en los últimos tres años. Marcó un antes y un después.
Obviamente es el fracaso de la Convención, y eso deriva inmediatamente en las probabilidades de éxito del segundo intento.
Sin duda, el Plebiscito del 4 de septiembre. Además de que llama la atención su resultado, marca precedentes respecto de lo que quiere la ciudadanía. El resultado, tras el voto obligatorio, dio luces de que Chile, en realidad, no está tan polarizado como se pensaba. Lo que busca son consensos más centrados en el desarrollo y las formas de organizarnos para trabajar por el bien común, más que causas identitarias en términos políticos, que terminaron por mostrar poca capacidad persuasiva, afortunadamente.
El Plebiscito, que luego del proceso constituyente, por su resultado mayoritario y la obligación del voto, produjo la llegada a las urnas de todos los inscritos -4,7 millones- que nunca habían sufragado.
El Rechazo, porque había mucha ilusión en cambiar la institucionalidad política del país y avanzar hacia una profundidad democrática y no resultó. Hubo mucho mal entendido en ese sentido, porque la gente se asustó con tanto cambio. Olvidaron que la gente en Chile es moderada y conservadora en varios aspectos. No supieron leer la realidad.
El monumental triunfo del Rechazo en el Plebiscito del 4 de septiembre, no sólo por lo que implica el rechazo a la propuesta de una nueva Constitución, sino por la contundencia y transversalidad del triunfo. Esto implicó un golpe para el Gobierno, que se había jugado irresponsablemente por el Apruebo.
Camila Vallejo ha mostrado, en esa generación, la mayor solidez y autocontrol. Javier Macaya también ha sido un personaje político muy importante en momentos de mucha incerteza, con consistencia y que cumplió lo que prometió.
Los personajes políticos del año son, para mí, el sentido común y el pragmatismo. Ambos pueden encarnarse en nombres concretos, pero como expresiones de la ciudadanía y de una nueva forma de hacer política permiten terminar el año de forma más auspiciosa que los tres anteriores.
Por lejos la dupla Rincón/Walker. Apoyaron el Rechazo desde el centro, sacaron adelante la reforma de los 4/7, y empujaron la aprobación del voto obligatorio. Esos tres hitos son más que suficientes para declararlos como ganadores.
Javier Macaya, Álvaro Elizalde, Natalia Piergentili, Paulina Vodanovic; creo que hay una nueva generación en política importante, que ha empujado el proceso constituyente y ha cruzado las fronteras. También el Presidente Boric, con todo lo difícil y errores, ha mostrado capacidad política para sostenerse y producir giros que eran impensados.
El Presidente Gabriel Boric, sin duda. Se trata del Presidente más joven de América y uno de los más jóvenes del mundo que llegó, inéditamente, con dos coaliciones a gobernar y en un momento de cambios complejos a nivel nacional e internacional.
Creo que hay varias empatados. La dupla Walker-Rincón hizo mucho para que ganara el Rechazo, al salirse de la DC y proponer una forma de seguir adelante; son atacados y sin embargo, luego se comprueba que tenían razón. Les fue tan bien, que empezaron a hacer un partido político nuevo. También Macaya, que cambia el rostro de la UDI y que endosa un cheque que permite que gane el Rechazo, y Álvaro Elizalde, como una figura política que le permite al Gobierno instalarse.
Pese al poco tiempo que lleva en el gabinete, la ministra Tohá ha jugado un rol importante, de articulación y ordenamiento interno del equipo de Gobierno y con otros actores. Ha brillado con luces propias.
Creo que el año ha estado marcado por el orden público, y el personaje que más brilló probablemente tiene una pistola en la mano, en fin. El segundo personaje fue, el que rompiendo todas las normas, ingresó a Chile masivamente y ha ido generando la sensación del descontrol del Estado; luego, el Presidente, con su maduración vertiginosa, ha ido sorprendiendo al país. Todavía no le creen del todo sus adversarios, porque la transformación ha sido rápida y probablemente ha perdido a algunos de los propios, pero creo que va a terminar valorándose.
Evelyn Matthei. Además de ser una de las personas políticas con mayor aprobación, ha sabido tender puentes con la oposición y el oficialismo. En este sentido, no sólo ha valorado el trabajo llevado en conjunto con el Gobierno y sus personeros, sino que también ha sabido criticar al oficialismo y ser escuchada.
La ministra Tohá vino a insertar al socialismo democrático el eje central del Gobierno, que luego del Plebiscito parecía desorientado, y aportó gobernabilidad. Por otra parte, Juan Sutil, quién destacó en su capacidad de diálogo y contribuyó a lo público desde el empresariado, algo distinto y apropiado a la época.
Carolina Tohá. Es seria, maneja los temas políticos de manera muy prolija, es sencilla, tranquila, pero aguda. Realmente nos hacían falta personas como ella en política y no personas que de todo hacen un espectáculo histórico. Suficiente tuvimos con la Convención y con la primera parte del Gobierno. La política requiere retomar la seriedad y discreción.
La sociedad chilena, que volvió a dar una sorpresa a ojos de algunos, o de muchos, y que se movilizó de un modo pacífico pero masivo, con lápiz y papel, a manifestar claramente que no estaba dispuesto a la “refundación” de Chile y todas las cosas que se dijeron en la Convención.
La lista es larga. Rodrigo Rojas Vade, Elisa Loncon y no solo ella, sino que todos los representantes indígenas, pues con la votación del Rechazo quedó en evidencia que poco pesan en sus mismos territorios. También fue brutal lo que ocurrió con la ex ministra Izkia Siches, no sé a quién se le ocurrió ponerla en Interior, o qué pensó que iba a pasar en Temucuicui.
Depende del punto de observación, pero nombraría la Convención, la superioridad moral, la rigidez y el voluntarismo, todos fracasados el 2022. Desde otra perspectiva, podrían ser considerados como los aprendizajes del año.
Los principales líderes de izquierda que encabezaron el proceso constitucional tanto desde la Convención como del gobierno. Pero si de nombres se trata, a mí me decepcionó mucho Giorgio Jackson. Es líder de una generación política brillante desde el punto de vista electoral. Lo respeto por eso, pero su desempeño en Segprés y su "apruebismo" abierto y declarado siendo ministro de Estado, derrumbó su imagen.
Del mundo del Frente Amplio se esperaba más y, particularmente, habían expectativas en el ministro Jackson que se desarmaron profundamente, porque creo que no entendió el momento en que le tocaba gobernar. Entendió muy bien cómo ganar una elección, pero no cómo gobernar.
Caló hondo y dañó mucho en el trabajo de la Convención el caso de Rodrigo Rojas Vade. Engañar y dañar la fe pública tiene un efecto muy pernicioso en la confianza, que es vital para darle sostenibilidad a la democracia. Mención también para la investigaciones en curso que hay sobre la corrupción del ex alcalde de Vitacura, Raúl Torrealba y sobre los ex comandantes en jefe del Ejército. Hay que ser tajantes e intolerantes contra la corrupción de cualquier tipo.
Creo que es Gabriel Boric. Llegó con mucha fuerza, con mucha energía, pero casi inmediatamente comienza a decepcionar, no sólo a quienes votaron por él, una clase media no tan politizada; sino que también a su base. No se ha hecho cargo de las cosas que ha debido, y es un Presidente sin poder, con la popularidad más baja desde el retorno a la democracia.
Creo que hay dos personas que disputan ese rol. Primero, la ex ministra Siches, con las expectativas que habían sobre ella al llegar a Interior con el trabajo que había hecho en el Colmed y en la campaña hacia el balotaje. La realidad mostró que gobernar no es una tarea sencilla. Y también el ministro Jackson, que si bien no salió del gabinete, pero su paso por la Segprés resultó bastante decepcionante, por sus declaraciones y sus problemas para tener una relación fluida con el Poder Legislativo.
No me gusta hacer el ticket hacia arriba o abajo.
El Gobierno de Gabriel Boric. Su repentina aparición como opción de gobierno se enfrentó súbitamente a una compleja realidad, dándose cuenta que no la entendía tanto como creía. Además, su capacidad de gestión no ha destacado, lo que le ha valido críticas en su sector, en la oposición y en la opinión pública. Su mayor error fue hacer depender su Programa de Gobierno al resultado del Plebiscito.
Izkia Siches. El personaje decepción fue la ex ministra quien llegó precedida de una alta aprobación pública y ciudadana tras el triunfo del Presidente Gabriel Boric, pero rápidamente quedó entrampada en errores que la terminaron por sacar del cargo.
El Gobierno de Gabriel Boric. Porque prometieron que cambiarían todo, que ellos eran los prístinos y sabían hacer bien las cosas, no como antes que se hizo todo mal; y nos encontramos con un Gobierno paralizado por el Plebiscito, con muy pocas ideas de futuro, rescatado en materia de gestión gubernamental y política por la figuras emblemáticas de la Concertación como Carolina Tohá. Pero a la fecha, incluso en los temas que parecían dominar como la agenda de género, no hemos visto nada nuevo más que un carnet de cuidadora, que es una política a demasiado largo plazo.
La principal decepción fue Izkia Siches. Me parece que todo lo que ocurrió con ella simboliza las severas dificultades que ha tenido el Frente Amplio para manejar el aparato estatal.
Abordar las prioridades ciudadanas (seguridad, economía, salud, educación, pensiones), concordando proyectos de ley que se concreten en medidas y políticas públicas palpables. Y, sin duda, la gobernabilidad que se expresa en la necesidad de modificar el sistema político para abordar la fragmentación y el bloqueo. Ambos imprescindibles para evitar los riesgos de la crisis de la democracia: tecnocracia y populismos.
Enfrentar de la mejor manera posible la crisis económica y la crisis de seguridad pública.
Sacar adelante un proceso constituyente en un contexto donde ese tema será absolutamente secundario desde el punto de vista de las prioridades sociales en curso.
Del mundo del FA se esperaba más y, particularmente, habían expectativas en el ministro Jackson que se desarmaron profundamente, porque creo que no entendió el momento en que le tocaba gobernar. Entendió muy bien cómo ganar una elección, pero no cómo gobernar.
Navegar con timón firme un primer semestre que será complejo en lo económico e incierto en lo político (por el trabajo constitucional). Lo que ocurra entonces será clave para navegar bien el segundo semestre y llegar a buen puerto hacia el 2024.
Los temas de corto plazo, como la delincuencia, economía, migración, educación incluso. Son cosas que si no se atienden de forma inmediata, se nota mucho, y las personas desaprueban al Gobierno.
El principal desafío es superar los problemas de acción colectiva que tiene el Gobierno. Ya ha pasado un año y los ministros y ministras siguen actuando de manera desarticulada, con agendas particulares.
Creo que el próximo año, finalmente vamos a tener una Constitución y en eso tiene razón Jackson, el Gobierno no va a pasar desapercibido; creo que va a ser valorado en el futuro si es que logra que se llegue a buen término con una Constitución de consenso, aprobada por más de 2/3, y si logra aquello que es en lo que fracasaron los dos gobiernos anteriores, que es una reforma previsional.
Crear confianza en la ciudadanía, respecto del papel clave que tiene la política en una democracia. El año 2023 estará marcado por el proceso constituyente, el cual contará con estándares que están siendo establecidos por políticos. Es de esperarse que estas bases sean legitimadas por todos los chilenos y chilenas, siempre y cuando éstas contemplen idearios comunes, y no visiones excluyentes e identitarias.
Para el Gobierno, el tema de la seguridad y situación económica serán importantes por la consecuencias políticas; de hacerlo de forma deficiente o simplemente no hacerlo, es una semilla al populismo . El otro reto es el nuevo proceso constituyente, que pueda concluir con una constitución aprobada por el pueblo.
Cuidar la democracia. Estamos frente a una amenaza autocrática no menor. La gente dejó de pensar que la política era importante para resolver sus problemas, y se desafectó de todo lo público; caldo de cultivo para liderazgos de corte autócrata populista que vienen a resolver los problemas “reales” de la gente. Sumado a la decepción del actual gobierno, la crisis inflacionaria, crisis de seguridad y la crisis política, es un tremendo escenario para esto.
Lograr equilibrar el avance del proceso constitucional, con que el sistema político dé respuestas, que se note que está priorizando las urgencias sociales y temas sentidos para la ciudadanía, como delincuencia, educación, y manejo de orden público.