Para mí, todas las personas, dentro de nuestra diversidad somos iguales en dignidad, y merecemos igual respeto y valoración. No existe ninguna razón que justifique el que algunos se puedan sentir por sobre otros, ni tampoco que haya quienes se sientan en una situación de inferioridad. Y afortunadamente me ha tocado ser testigo de cómo este principio básico del pensamiento humanista se ha ido haciendo realidad en nuestra sociedad de manera cada vez más creciente. Las discriminaciones que antes se veían con frecuencia, hoy cada vez más han ido desapareciendo. Y el reconocimiento efectivo de la igualdad entre hombres y mujeres es una de ellas.
Creo que es fundamental lo que ha ocurrido con la educación y la formación de las mujeres. Hoy en día todas las niñas tienen más acceso a la educación formal, y ya no ocurre como antes, esa dolorosa situación en la que se optaba por entregar más herramientas a los hombres que a las mujeres, ya que serían ellos los futuros sostenedores de la familia y la sociedad. Esta formación les ha permitido tener más oportunidades, acceder a espacios que antes solo estaban reservados para los hombres, así como demostrar que las capacidades no están determinadas por el género.
En primer lugar consolidar los avances, y hacerlos extensivos a toda la población. Las mujeres de sectores más acomodados tienen bastante más afianzados estos espacios y logros, y probablemente por la mayor autonomía económica que tienen producto de sus ingresos propios, más libertad y empoderamiento. Pero esto no ocurre de igual manera en toda la sociedad, y en la medida que hay una mayor dependencia económica esta libertad se ve disminuida. Pero además resulta fundamental un mayor empoderamiento de los hombres en el ámbito del hogar, pues solo de esa manera será posible construir y consolidar una fundamental corresponsabilidad en la sociedad. Si seguimos creyendo que las responsabilidades domésticas son de manera prioritaria de las mujeres, o que nosotras las podemos hacer siempre de mejor manera que nuestras parejas seguiremos teniendo mujeres sobrecargadas y sin posibilidades de un pleno desarrollo en otros ámbitos; y hombres que no se desarrollen plenamente en un ámbito tan relevante como es el del espacio privado.
Para mí el feminismo es avanzar a un estado de situación en que hombres y mujeres tengan exactamente la misma valoración, respeto, igualdad de oportunidades, salario por el mismo trabajo, responsabilidades y deberes. Que ser mujer no determine, menos desde la niñez, una posición de subordinación, discriminación o abuso por parte de la sociedad en general. Que no sea natural ni normal que las mujeres tengan menos derechos y un trato injusto solo por ser mujeres.
Creo que en Chile se ha avanzado bastante. Por supuesto aún queda por llenar el vaso. Lo primero es una mayor conciencia de que no es lógico ni natural discriminar a la mujer por el solo hecho de serlo. Que se haya avanzado en material laboral, acceso a directorios, acceso al poder tanto a nivel internacional como nacional, regional o local. Pero aún falta mucho. No es verdad que en Chile las niñas tengan como único límite el cielo y que depende de su mérito y esfuerzo llegar a lo más alto. Aún donde uno nace, ser mujer, el barrio donde se vive o el colegio donde se estudia, determina límites en Chile a todas las personas pero en especial a niñas, adolescentes y mayores.
Creo que aún hay un tema de mentalidad que se debe avanzar para que ese vaso medio lleno se llene y ya no tengamos que hablar de cuotas o conmemorar el día de la mujer. Si lo estamos conmemorando, es que en el mundo aún los derechos y deberes entre hombres y mujeres deben equipararse. Hay temas aún en materia de salarios, acceso al trabajo post pandemia donde las mujeres dejaron de trabajar remuneradamente para hacerse cargo de la casa y la reincorporación no ha sido rápida y eso es un problema grande. En materia de cargos públicos, hay avances y tenemos a más mujeres liderando pero falta. Es la sociedad la que pierde al no dar igualdad de oportunidades a una mayoría como son las mujeres.
Para mí, desde la posición profesional que uno esté, es contribuir a abrir espacios de desarrollo y a dar la máxima visibilidad posible a las mujeres, sobre la base de sus talentos y capacidades reales. Por eso el Hub de Directoras de Orquesta que desarrollamos junto a Fanjul & Ward y Alejandra Urrutia -y que este 2023 tendrá una nueva edición-, tiene tanta importancia, ya que busca ampliar las posibilidades de desarrollo y laborales de las mujeres directoras, mediante la entrega de conocimientos, herramientas y la generación de redes colaborativas.
Pienso que el mayor avance es que hay cada vez más conciencia respecto de que no deben existir diferencias en el ámbito laboral y salarial entre hombres y mujeres. Y, asimismo, se conversa más y se comparte la visión de que las tareas domésticas deben abordarse de manera equilibrada entre las parejas.
Siempre habrá pendientes. Pienso que, como sociedad, debemos seguir trabajando la conciencia y la visión cultural respecto de qué diferencias estamos dispuestas a aceptar y cuáles no entre hombres y mujeres.
Para mí es reconocer que las mujeres tenemos los mismos derechos que los hombres, y que por ello podemos acceder a las mismas oportunidades. Pero también es importante reconocer que existen diferencias, y en este sentido veo en la diversidad un gran valor que aporta a las organizaciones. Es por ello que es importantísimo generar conciencia a nivel de políticas públicas y al interior de las organizaciones de modo que se den las condiciones necesarias para que las mujeres podamos insertarnos en todos los ámbitos de la vida de forma integral, y así, desarrollarnos profesional y laboralmente de igual forma.
Creo que sí hemos avanzado. El sector minero, por ejemplo, ha entendido la importancia de sumar más mujeres, no solamente por alcanzar un KPI determinado, sino que también por el valor que aportan los equipos diversos a las organizaciones. En efecto, vemos que se ha observado un alza sostenible en la participación de la mujer en los últimos años: si en 2018 la cifra era de un 8,4%, hoy alcanza a un 15%. Es un avance, pero debemos seguir impulsando el tránsito hacia una mayor equidad de género en el sector, y no solamente en áreas corporativas, sino que también en faena, donde en muchos casos las condiciones son más complejas.
Si bien vamos mejorando en la participación de las mujeres en diversos sectores, hay que generar las condiciones para que, una vez que llegan, su inserción sea la correcta y que se tengan las mismas oportunidades que los hombres en el desarrollo de carrera. En otras palabras, no sólo dar el espacio, sino que también puedan desplegar su talento en un ambiente competitivo y complejo. Creo que un tema pendiente también tiene relación con el hecho de la validación permanente por el cuestionamiento que se puede dar en relación a los objetivos/metas en torno a la participación de la mujer. Es decir, que no exista la presión por demostrar las capacidades para justificar un determinado cargo o ascenso,sino que se dé el espacio natural para que las mujeres se puedan desarrollar en la organización. Para lograr esto, no basta sólo con políticas de inclusión y diversidad, sino que se debe impulsar un cambio cultural organizacional que sostenga esas políticas.
El feminismo es una respuesta crítica e integral a la dominación de las mujeres por parte de los hombres. En ese sentido, el feminismo ha apuntado a la igualdad de condiciones y al fin de la violencia desde que existe.
El feminismo en Chile ha logrado muchísimos avances, desde la posibilidad que las mujeres estudien, que vayan a la universidad, que voten, que puedan trabajar, que tengan independencia económica, que tengan igualdad salarial, etcétera.
Esta última ola feminista ha puesto el énfasis en algo fundamental que es el fin de la violencia hacia las mujeres. En ese sentido hay un gran pendiente en eliminar todas formas de violencia y de discriminación que, lamentablemente, aún vivimos las mujeres cotidianamente.
Para mí el feminismo es tener conciencia de que se producen discriminaciones sólo por el género, y estar dispuesto a hacerlo notar y luchar porque eso no ocurra.
Es increíble como en Chile, y en todo el mundo en realidad, se ha avanzado mucho respecto a los derechos de las mujeres y a no ser discriminadas. Probablemente todavía falta mucho para que haya igualdad de género, igualdad de oportunidades para trabajar y para realizar distintas actividades que antes se consideraban reservadas sólo a los hombres, pero se ha avanzado. En Chile, en particular, se ha avanzado muchísimo en estos últimos años, eso es una buena noticia que se puede seguir haciendo.
Creo que haciendo cambios en nuestra sociedad, en los horarios en que funcionan las cosas, que permitan a las mujeres poder compatibilizar actividades de todo tipo, como las que hacían antes los hombres tranquilos, pensando que la mujer mantenía la casa funcionando. Que las mujeres puedan tener familia, marido, hijos y actividades sociales además de su trabajo, y eso todavía falta. Creo que hay muchas actividades que ocurren en horarios que son típicos de los hombres y que para las mujeres se hace muy difícil participar, y compatibilizar aquello con su rol de madre, por ejemplo.
Desde mi posición como deportista de alto rendimiento, el feminismo ha sido fundamental, ya que el deporte en general se ha inclinado por la desigualdad, y creo que estoy viviendo una época en la que puedo estar empezando a ver cada vez todo más igual. Como deportista chilena, he tenido la suerte de inspirar a nuevas generaciones, a las niñas que vienen y eso para mí es un orgullo. En el Team Chile ahora no hay solo un capitán, sino que un capitán y una capitana; estoy presenciando una época un poco más igual.
En materia deportiva, por lo menos se siente más igualdad a nivel de competencias, pruebas deportivas, a nivel de asumir responsabilidades grandes. En temas de auspicios también estamos viviendo una buena época.
En cuanto a lo pendiente, creo que falta mejorar un poco más la visibilidad de lo que pueden llegar a ser las mujeres deportistas y la influencia en las nuevas generaciones resaltar los valores y sacarle provecho a eso.
El concepto de igualdad de género en cuanto a los derechos y oportunidades me parece algo fundamental, prioritario de promover y es lo que más me identifica con este movimiento. A veces es mal entendido el feminismo, como creer que es la antítesis del machismo o que apunta a incentivar que las mujeres tengan más derechos sobre los hombres; ambos conceptos están errados. Para mí refiere principalmente a que esta igualdad de derechos se dé fomentando una educación real en base a la equidad, dejando atrás el retrógrado modelo patriarcal, el dañino estereotipo de género, pero sobre todo fortaleciendo y empoderando a la mujer en su rol y desde todas sus aristas.
El movimiento feminista ha visibilizado muchos temas que antes no se hablaban de manera abierta. Si bien hay avances desde la normativa, no tengo dudas que muchos de ellos se deben a la propia contribución del movimiento social a generar conciencia, a impulsar la agenda y a que tenemos presencia de mujeres que nos representan en el mundo político. Avances muy importantes son la ley de responsabilidad parental y el pago efectivo de pensión alimenticia, pero hoy destaco el proyecto de ley de “Reparación Integral para víctimas de femicidio”, ya que no podemos olvidar los niños o niñas que quedan huérfanos de su madre. Esta mirada integral, sistémica y que trasciende me parece clave. Ojalá se logre su aprobación pronto en la Sala, ya que es un proyecto de suma importancia.
Me sorprende como la suma de femicidios sigue creciendo, y lo que es peor, aumenta la brecha entre los femicidas y la sentencia otorgada. Más que un tema pendiente respecto al feminismo, es un tema transversal a nivel país que debería ser de extrema prioridad para todos. La brecha salarial, la carga desproporcionada del trabajo doméstico y no remunerado que recae principalmente en mujeres, la violencia, el acoso y hostigamiento sexual, por mencionar algunos temas, deben ser prioritarios en la agenda política. Finalmente si bien el feminismo es un movimiento histórico, aún hay varias mujeres que no se sienten identificadas con él y creo que esto se debe a que como movimiento político y social puede abarcarse desde distintas aristas, algunas más radicales, otras liberales, etc., Si bien todos ellas promueven la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, los conceptos e ideologías de cada corriente son diferentes y eso conlleva a que puedan haber distintas opiniones y referentes sobre esta materia generando una ausencia de una “voz única” e incluso generando diferencias entre las mismas mujeres. Creo que el desafío es unificar, creando mayor conciencia respecto a lo que el feminismo es, ya que independiente de la corriente, a todas nos une la necesidad de promover la dignidad y respeto que todas merecemos.
Para mí, el feminismo es el movimiento que promueve que hombres y mujeres -o cualquier persona de cualquier identificación- tengan cercanamente los mismos derechos, responsabilidades y oportunidades. Significa luchar contra discriminaciones, y promover que las diferencias entre mujeres y hombres no solo sean aceptadas, sino valoradas. Las mujeres deberíamos ser estimadas por nuestras capacidades específicas: tendemos a aumentar la inteligencia colectiva, gracias a éstas. Quiero decir con ello que “no da lo mismo contratar a un hombre o mujer” en una empresa, sino que hay que buscar activamente un nivel adecuado de neurodiversidad, lo que incluye la diversidad de género. En lo cotidiano, pienso que el feminismo promueve que las mujeres -y cualquier persona- puedan presentarse como quieran, ponerse el maquillaje y los zapatos que quieran, y tal cual deberían ser aceptadas como personas profesionales también, incluida en la mesa de negociación. Ninguna mujer debería tener que comportarse y vestirse como hombre para ser escuchada.
El proyecto de ley que impone una cuota de género mínima de 40% para los directorios de empresas es un gran avance que ha impulsado este Gobierno. A las personas -y gremios- que están contra las cuotas y que argumentan ello en nombre de “la libertad” para elegir “a los mejores” sin cuotas obligatorias, habrá que recordar que tendrán la razón siempre cuando el mercado funcione de forma más competitiva, y con menos sesgos discriminatorios. Y es cierto: Si las empresas están sujetas a una alta presión competitiva en los mercados, buscarán efectivamente un alto nivel de inteligencia colectiva (y mayor diversidad) para innovar y sobrevivir. En oligopolios, no obstante, no necesariamente se trata de ello, sino a menudo de preservar privilegios – lo que requiere estrategias más bien maquiavélicas, basado en equipos “militantes”, ciegamente leales y alineados en exceso. En estos espacios, la diversidad es percibida como amenaza y no como valor.
Hay sesgos importantes que provocan que en empresas con jerarquías verticales quienes más tienden a subir son las personas con mayor adicción a poder y status: y aquí suele tratarse de hombres con alto nivel de narcisismo. En estos casos, los que suben en la jerarquía no necesariamente son los más talentosos, sino quienes más saben venderse, alcanzar el poder y sostenerse allí, como muestran decenas de estudios. Hombres no-narcisistas y mujeres no solemos competir de forma adecuada. Por ello, una forma importante de romper este sesgo pro-hombre-alfa, es establecer cuotas para mujeres en empresas.
El feminismo es una fuerza en movimiento que traspasa las fronteras, que nos ayuda a empoderarnos día a día, y a ser más conscientes en nuestro actuar y hablar. Nos hace cuidarnos y valorarnos, no solo a nosotras mismas sino a las demás también. Abrir los ojos y no dejarnos estar, entender que "no" es "no", y que nos tienen que hablar y tratar con respeto sin importar el contexto.
Creo que en Chile y el mundo —sobre todo en países de Occidente— hay mucho avance en cuanto a compañerismo, ayuda y entrega entre las mujeres. Se han forjado las relaciones sin recelo, sin esperar nada a cambio, entendiendo que no somos competencia sino más bien un apoyo. Mientras más mujeres seamos, más seguras y acompañadas podemos estar. En cuanto al rubro gastronómico, poco a poco hay más mujeres en la cocina, pero falta mucho camino. Ya somos más las que ponemos el pecho para que en un futuro los equipos sean igualitarios.
Falta mucho aún, sobre todo al interior de las regiones que suelen ser más tradicionales. Creo que el mayor avance, aquí y en casi todos los países, se produce en las grandes ciudades. Para mí, el mayor pendiente es que nos valoren y nos dejen de ver como un sinónimo de debilidad. A nivel gastronómico, en varios restaurantes se entiende que si una mujer va a pedir trabajo es para pastelera o recepcionista. Falta ese vuelco en que nos vean como compañeras en los fuegos, gerentas o jefas.
El feminismo es el nombre de un tipo de justicia: que la mitad de la humanidad tenga los mismos derechos y dignidad que la otra mitad. No más, ni tampoco menos. El hecho que un concepto tan sencillo sea a menudo desfigurado y deliberadamente malentendido habla del profundo arraigo de la desigualdad. Estando en el siglo XXI no ha calado aún la noción que los derechos de la mujer no son concesiones graciosas del Estado a una minoría, sino derechos que le corresponden, en tanto seres humanos, a la mitad de la población.
El desarrollo de los estudios de género, la legislación sobre violencia intrafamiliar y femicidio, la ley contra el acoso callejero y el postnatal masculino son hitos importantes de las últimas décadas. También es destacable la mayor toma de conciencia, por parte de la sociedad en su conjunto, de que aún estamos lejos de la igualdad necesaria para que todos los seres humanos valgamos lo mismo. Eso empuja manifestaciones y movimientos políticos que son clave, porque ninguna conquista de derechos es definitiva. La evolución histórica de países como Estados Unidos y de Irán así lo demuestra.
Hay demasiadas tareas pendientes, porque la cultura va bastante más atrás que la ley. Entre ellas están: reducir la impunidad ante la violencia de género, la desigualdad salarial, la falta de mecanismos de inclusión de la mujer a áreas como ciencia, finanzas o emprendimiento, el hecho que aún en las páginas noticiosas la voz de la mujer es excluida como fuente calificada en muchas áreas (los paneles de hombres), y el hecho que las labores de cuidado se sigan considerando como femeninas, como muestra la casi nula aplicación práctica del postnatal (opcional) masculino.
Para mí, el feminismo es la creencia y la búsqueda de un mundo basado en la igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres, y la clave para que las mujeres podamos desarrollarnos libremente en la sociedad, alcanzando todo nuestro potencial y teniendo un espacio para que nuestras voces sean escuchadas. Y no solo escuchadas, sino que también tengan peso en las decisiones a nivel país. Creo que el feminismo ha sido, y continúa siendo, una palabra temida, pero para mí (y el trabajo que hacemos en Genias), ha sido un catalizador muy potente cuando se trata de impulsar a otras mujeres a ir tras sus metas profesionales y personales.
Creo que han habido avances importantes, sobre todo en el último tiempo. Por ejemplo, la constitución basada en la paridad de género y la propuesta de una cuota de género en los directorios de empresas de nuestro país. Este tipo de medidas me parecen súper necesarias, teniendo en cuenta que, en Chile, la participación de mujeres en los directorios de las empresas IPSA está por debajo de la media de los países OCDE. Además, hoy en día, nos es más común ver a mujeres liderando empresas e instituciones, siendo referentes para las próximas generaciones. Por otra parte, también se ha puesto en valor a la emprendedora, abriendo más oportunidades para ellas y dándoles más espacios de desarrollo tanto a nivel público como privado.
Aunque hemos avanzado en esta materia, aún queda mucho camino. Hay que seguir impulsando la participación femenina en cargos de decisión, junto con ir cerrando la brecha salarial. Mientras exista una diferencia entre lo que ganan mujeres y hombres, no podemos hablar de igualdad. Creo que es también importantísimo impulsar la equidad desde la temprana edad, para que niñas y jóvenes no crezcan bajo los sesgos y estereotipos de género con los que tantas otras mujeres crecimos, y puedan soñar con un futuro donde tengan la autonomía para hacer todo lo que se propongan hacer, sin limitantes de ningún tipo. Un tema que me apasiona es cómo impulsamos una vocación con perspectiva de género Y por último, creo que tenemos que seguir reforzando el mensaje que el empoderamiento femenino es un bien social, si avanzamos en eso, y nosotras mismas somos ejes de empoderamiento para otras mujeres, empujamos a una sociedad más igualitaria con mayor valor económico y social para todas y todos.
Para mí es un proceso que cada una de nosotras las mujeres vivimos de manera personal y colectiva donde aprendemos a respetarnos, valorarnos, apoyarnos y cuidarnos individualmente o entre nosotras, y donde buscamos crear conciencia de la igualdad entre las personas, modificando ciertas relaciones sociales.
Creo que se ha ido avanzando en igualdad de oportunidades en diferentes áreas del mundo laboral, sin embargo aún falta mucho.
Lo pendiente es que nos falta educación para estar alerta a las señales de violencia psicológica, emocional, económica, física y empoderamiento para denunciar cualquiera de estas violencias de género.
Distingo al feminismo como un movimiento multidimensional (social, político, económico cultural) cuyo propósito en cualquiera de sus formas es contribuir expandir la conciencia sobre la equidad brindando a las mujeres y a los hombres las mismas oportunidades y condiciones relacionales sin dejar de lado lo particular de cada individuo, y de las personas para que resulte una cultura donde el mutuo respeto, la cooperación, la conversación, sean los espacios de encuentro entre las personas eliminando cualquier forma de discriminación, agresión, violencia a las mujeres, hombres, niños y niñas o sea entres los seres humanos.
Un gran avance es la multidimensionalidad antes mencionada. El espacio de conciencia está germinando y tenemos que verlo como una gran oportunidad de avanzar hacia un modo de relacionarnos naturalmente y espontáneamente “democrático”. Mirar desde este presente nuestra historia de este movimiento nos podemos encontrar con grandes mujeres en nuestra historia y en la historia de la humanidad como visionarias y mujeres con coraje en un mundo avasalladoramente patriarcal.
En materia educacional, los pendientes son aprender del feminismo como otro ramo en los colegios y generar conversatorios sobre feminismo y sobre género; que esta expansión de conciencia no solo sea para el mundo adulto, sino que también sea una conversación que se instale, que penetre en los colegios, institutos, en el mundo académico; que también en este “aprender” se interesen las personas que toman decisiones y hacen las leyes en Chile. Hay que recordar que la educación ocurre como transformación en la convivencia, y mientras más temprano comprendan los niños y niñas los jóvenes y los adultos con poder de decisión este modo de convivir, será para ellos y ellas un modo de relacionarse espontáneo y no intencional.
Es una ideología, movimiento social, una doctrina que busca el reconocimiento de la mujer desde la igualdad en todos los contextos en los que se desenvuelve eliminando brechas de la cultura patriarcal y sexista en la que estamos insertas. Desde esa perspectiva surgen diversos enfoques del feminismo.
Que las mujeres adquiramos mayor protagonismo en el mundo público y político proyectando un futuro con paridad de género.
Creo que falta protección laboral a mujeres que trabajan de forma independiente; eliminar brechas salariales y laborales; aumento en protección a la vulneración de mujeres víctimas de violencia; construir iniciativas culturales que integren y posicionen a mujeres en contextos de liderazgo y toma de decisiones permitiendo a la sociedad habitar de forma inclusiva; y generar iniciativas más inclusivas en salud mental y reproductiva.
Para mí, el feminismo es la búsqueda de la liberación total de las mujeres, abandonar las definiciones o pre-concepciones de lo que es Ser Mujer.
La existencia del Mayo feminista, una nueva generación que ya no acepta el abuso.
Que todas las mujeres participen, transformando la sociedad chilena.
Para mí el feminismo es la lucha por la igualdad de oportunidades, por el trabajo constante y a través de acciones concretas para disminuir la brecha de género que es algo absolutamente real. El cómo estamos dispuestas a hacer una comunidad y a acompañarnos en ese proceso. El cómo nos reconocemos desde nuestras diferencias y estamos dispuestas a cimentar un futuro para las que vienen, pero también reconociendo todos los avances que han hecho nuestras propias madres y abuelas a través de sus propias acciones y cómo nos enseñaron a soñar en grande, a construir oportunidades. El feminismo es una herramienta que jamás debe ser demonizada.
Los avances en Chile son desde la visibilidad, el cómo estamos dispuestos a abordar temáticas que antes nunca se trataron, por supuesto, deben ir de la mano con aquellas leyes que en la práctica tengan un impacto real en la vida de las mujeres y de las niñas.
En los pendientes está, sobre todo, develar aquellos 'micromachismos'; en cómo se afecta la imagen de las mujeres y sus intereses desde la cosificación. En mi área, que es el deporte, aún noto cómo los logros o nuestras fortalezas pasan a un segundo plano al momento de comunicar y solo mostrar la imagen, desde el cómo nos vemos o qué tan guapas podamos ser o no.
La importancia de la mujer, la libertad de elegir su rol y su posicionamiento en la sociedad, sin perder bajo ningún punto de vista, la esencia femenina. Junto con ello, la búsqueda de una sociedad más equilibrada permitiendo que tanto hombres como mujeres compartan roles relevantes y complementarios.
Las organizaciones que se han dedicado a visibilizar y entregar herramientas para incorporar a las mujeres al mundo del trabajo, han logrado posicionar la temática y los desafíos pendientes, lo que es un avance significativo. Esta mayor conciencia de la importancia de la mujer en la sociedad ha dejado de ser solo un tema de mujeres, sino más bien un desafío social y económico que le compete tanto a hombres como a mujeres. Integralmente debemos avanzar en una mayor equidad de oportunidades para que generemos un país que crezca con sostenibilidad. Nuestra sociedad requiere de la complementariedad para innovar, crecer y construir vínculos de confianza.
Los rezagos culturales propios de nuestra historia. Por ejemplo, bajos niveles de corresponsabilidad en las tareas domésticas, crianza o cuidado; en pandemia, vimos cómo más de un millón de empleos femeninos desaparecieron porque las mujeres cumplimos esos roles. Otro ejemplo, el no uso (por ser mal visto por sus pares) del post natal por parte de los hombres. Las buenas noticias es que las nuevas generaciones, “post millennials” vienen con una mayor conciencia de corresponsabilidad.
Definiría el feminismo en mi vida como una posición o un punto de vista de carácter social o cultural que opera como un catalizador en los quehaceres cotidianos, familiares, laborales, como ciudadana, en todas las actividades que uno desarrolla, y que hace que orientemos muestras (y mis) acciones, hacia la desinstalación o desarticulación de toda forma de discriminación, y de toda forma de violencia respecto de las mujeres. De esta manera, propender a condiciones de desarrollo en plena igualdad.
El feminismo en Chile ha sido una fuerza transformadora, sumamente relevante en diversos periodos de la historia. En el ámbito educacional, cuando se logra la dictación de las leyes que permiten el acceso igualitario a las universidades, la incorporación de las mujeres al voto femenino y también a la capacidad de ser elegibles para cargos públicos. Posteriormente, el feminismo tuvo un rol destacado en la época de la dictadura, también reclamando los derechos vulnerados de las mujeres durante esta etapa. Recuperada la democracia, han sido sustantivos, aunque lentos, los avances en los distintos ámbitos, uno de los cuales fue desarmar los enclaves patriarcales que existían en el nudo de la legislación civil. Sin duda la incorporación de la ley de cuotas a las elecciones parlamentarias y también a las elecciones municipales, y la Convención Constitucional paritaria significaron avances sumamente relevantes en la participación política de la mujer que es una de las cuestiones que más fortalecen sin duda la democracia.
Los aspectos que todavía faltan yo diría que son múltiples. Pese a que se ha incrementado la penalidad asociada a los delitos de violencia contra la mujer, las cifras no han disminuido, lo que probablemente va asociado al hecho de que el derecho penal nunca constituye un factor que por sí solo va a resolver un conflicto social, sino que se requieren cambios culturales más profundos. Deberían intensificarse campañas de concientización contra la violencia a la mujer. En el sector Justicia ha habido avances también en el juzgamiento con perspectiva de género, pero todavía se necesita ahondar más en ese en ese punto, explicando también a la ciudadanía, que lejos de significar alguna inequidad, la utilización de la perspectiva de género, tanto en la investigación como en el juzgamiento, lo que hace es desmantelar brechas y sesgos; y por lo tanto, apuntan o abonan a una justicia que tienda al establecimiento más correcto y libre de cualquier tipo de prejuicio de la eventual verdad judicial.
Para mí el feminismo es la búsqueda de la eliminación de la discriminación o incapacidad de las mujeres con respecto a los hombres. Creo que en Chile y en el deporte esta materia va muy bien, hemos tenido muy buenos avances y yo nunca me he sentido disminuida o pasada a llevar por ser mujer en mi disciplina. Claro, si hablamos de números, hay diferencias como en la cantidad de hombres y mujeres que hay en mi deporte, pero netamente es cosa de tiempo, yo creo que en unos años la selección será muy equiparada y muy poderosa en ambos géneros. Creo que hay que tener cuidado con la gente que cree que el feminismo es ser mejores que los hombres, porque no es así.
Un gran avance es que siento que nos dan harto espacio publicitario a las mujeres, lo que logrará que seamos una inspiración para todas y vayan creciendo las mujeres que se atreven en el deporte, en lo laboral y en muchas cosas que antes se pensaba que socialmente no se podía.
Los pendientes en Chile son las generaciones antiguas. Muchos creen que aún la mujer se debe quedar en la casa atendiendo al hombre, que ellos deben estudiar y/o trabajar, y que la mujer debe atenderlo. Que es casi de mala educación que nosotras salgamos a trabajar, estudiemos y hagamos nuestra vida.
Sobre la base de la búsqueda de igualdad de derechos y la eliminación de la discriminación y violencia de género, el feminismo representa para mi también, desde una perspectiva organizacional, una tremenda oportunidad de entregar todo lo que la perspectiva y liderazgo femenino pueden aportar al desarrollo y la creación de valor para el país.
En los últimos años, hemos visto que la agenda pública y privada ha impulsado fuertemente el desarrollo del liderazgo femenino, entendiendo que este acelera la inclusión laboral de las mujeres. Lo anterior es esencial, pues permite la libertad económica de las mujeres. En mi perspectiva de socia de empresa, he visto cómo se ha generado gran visibilidad y apoyo a emprendimientos y empresas lideradas por mujeres. Ejemplo de ello son los fondos de financiamiento del Estado para emprendimientos femeninos. En mi rol de directora, el impulso es potente. A nivel de empresas públicas ya es ley la equidad de género y en la empresa privada se evidencia un cambio de tendencia. El pasado 2022, la presencia de mujeres en directorios IPSA fue de 18,4% frente al 12% de 2021. Pero, las iniciativas son respuestas tardías al liderazgo femenino cuando el sistema social no aporta al crecimiento de las profesionales que ingresan al mundo laboral y deben forjarse su carrera.
Definitivamente la coparentalidad y el cuidado de terceros son las grandes brechas que tenemos que enfrentar las mujeres en el desarrollo de nuestras carreras profesionales. Para estar insertas en plenitud en el mercado laboral, los hombres deben involucrarse con los mismos derechos y responsabilidades en torno a la crianza o cuidado. Aquí, las empresas tenemos todo por hacer a través de políticas pensadas para hombres y mujeres. El mejor ejemplo es la ley de sala cuna. La necesidad de cuidado de los menores de 2 años, al ser puesta solo en la mujer y no universal, ha terminado perjudicando infinitamente en términos de igualdad de oportunidad de acceso al trabajo.