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Pablo Ruiz-Tagle, decano de Derecho de la Universidad de Chile: “La base ideológica del texto propuesto es mucho más abierta”

A juicio del abogado y académico, el anteproyecto “es sustancialmente mejor que el que produjo la Convención y, en muchos aspectos, que la Constitución que tenemos”. Eso sí, advierte que hay normas que mejorar y que el Consejo tiene todas las facultades para hacer cambios. “El derecho constitucional es ensayo y error”, afirma.

09 de Junio de 2023 | 08:28 | Nadia Cabello F., Crónica Constitucional
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Con orgullo, el decano de Derecho de la Universidad de Chile, Pablo Ruiz-Tagle, muestra los pendones colgados en el hall central de la facultad. Allí, desde esta semana se exhiben los 211 artículos permanentes y 47 transitorios del anteproyecto constitucional elaborado por la Comisión Experta.

El mismo texto está impreso y lleno de apuntes y marcadores sobre el escritorio del decano. Como profesor de Derecho Constitucional, advierte, “me voy a dedicar toda mi vida mentalmente útil a criticar esto. Y ya partí, pero sí debo reconocer que lo que se logró en el comité de expertos es un texto sustancialmente mejor y genera las condiciones de un patriotismo constitucional, que muchas personas distintas sintamos que esta puede ser nuestra Constitución”.

“Soy un optimista”, dice, aunque reconoce que también lo era al inicio del proceso anterior. Eso sí, si bien recalca que no revelará su voto del 4-S, afirma que el texto de la Convención “era una propuesta muy difícil de aceptar desde el punto de vista del derecho constitucional. Tenía mucho de programa de gobierno, muchas cuestiones identitarias, muchas reglas contradictorias, partes que no se entendían. Cuando los partidos reciben la noticia del 62% del Rechazo, creo que el sistema político reaccionó bien”.

—¿Por qué?

—Porque para el nuevo proceso fijaron 12 puntos que son un mensaje claro de cuáles son los contenidos que debe tener una Constitución. No es que el proceso anterior no los haya tenido (…), pero ahora se hizo más claro el encargo constitucional. Se pensó una fórmula de trabajo que es realmente muy auspiciosa. El resultado, a mi juicio, es sustancialmente mejor que el que produjo la Convención y, en muchos aspectos, que la Constitución que tenemos. Esto no significa que no tenga defectos, pero quiero agradecer el trabajo de la Comisión Experta porque ha generado las condiciones del patriotismo constitucional, que se ha mostrado en el acuerdo político que sustenta este texto, que va del Partido Comunista al Republicano. Eso nunca en la historia de Chile se había logrado.

—¿Qué hace mejor a este texto?

—Yo creo que algunos de los problemas centrales que tenía el sistema constitucional se abordan correctamente. Por ejemplo, se instala la idea del Estado social y democrático de derecho y además se le otorga un sistema de garantías a los derechos económicos y sociales. Eso no existía antes. Segundo, los pueblos originarios están reconocidos. Tercero, hay un rediseño de las normas del proceso legislativo que son más realistas. Se les dan atribuciones, por ejemplo, a las bancadas, a los jefes de comisión, que existían en la práctica, pero que ahora quedan en la Constitución. Cuarto, se establece un capítulo especial de participación ciudadana y de regulación de los partidos políticos. ¡Mire qué importante, qué tremendo salto! Había una breve referencia a los partidos en la Constitución vigente y en el texto de la Convención no había.

—En la Convención se habló de “el pueblo unido avanza sin partidos”.

—Bueno, se dijeron tantas cosas en la Convención, pero la verdad que parte del problema que había es que un grupo no estaba comprometido con la democracia constitucional y la democracia constitucional o representativa es con partidos. Entonces, para seguir, (en el anteproyecto) se hace un esfuerzo por la regionalización, se elimina el Consejo de Seguridad Nacional, se le dan atribuciones a una asesoría técnica del Congreso para tener una mayor calidad profesional en las leyes; se instalan los estados de excepción constitucional como parte de la estructura de los derechos y no como régimen de gobierno alternativo a la democracia (...). Esto es muy importante. Creo que nosotros teníamos instalada la idea de que la democracia en algunos momentos se transformaba en otro sistema de gobierno y eso desde el punto de vista de la teoría constitucional no es aceptable”.

—Esta semana los expertos entregaron a los consejeros su anteproyecto y ahora estos tienen la labor de revisarlo y hacer las modificaciones que estimen…

—A ver, los expertos liberaron este texto y se lo entregaron no solo a los consejeros, se lo entregaron a la ciudadanía chilena. En el Consejo van a votar, pero la diferencia con el proceso anterior es que los consejeros se han dispuesto a estar un mes escuchando a la ciudadanía para recibir sus propuestas de mejora y de cambio. Yo encuentro que eso es muy virtuoso. (...) Puede ser que la ciudadanía esté más cansada, pero se está poniendo todo a disposición para que exista, digamos, un proceso de trabajo, de análisis y luego entonces empiezan los consejeros a procesar esto y a tomar decisiones sobre el texto definitivo. Los consejeros están en su derecho de proponer mejoras y por cierto que hay muchas cuestiones que criticar en este texto.

—¿Qué cree que es necesario mejorar?

—Hay varios puntos, pero no quisiera que los que nombre se transformen en un reproche al trabajo de los expertos porque yo entiendo el derecho constitucional como un proceso de ensayo y error, de ir buscando mejores soluciones.

“A ver, hay muchas referencias a un término: si bien no dice “seguridad nacional”, dice “seguridad de la nación”, qué diferencia hay. La seguridad nacional tiene una historia triste que tiene que ver con la Escuela de las Américas, con Panamá, con la idea del enemigo interno. En el capítulo sobre Justicia hay una serie de consejos: hay un consejo para coordinar, otro para la capacitación, otro para la formación, otro para la ética, así. Francamente, un exceso. Y en algunos casos, el consejo tiene que actuar con el Senado, entonces es lo que llamaría una típica solución chilena: jurel tipo salmón”.

“No me gusta en cuanto a los derechos que se mantenga una regla de limitación a la defensa jurídica de los integrantes de las Fuerzas Armadas. Esto se mantuvo de la Constitución anterior. Creo que en la Contraloría no se le puede entregar tanto poder a una sola persona. La estructura de gobierno superior de la Contraloría debería ser parecida, talvez, a la del Banco Central. Y hay muchas partes donde parece que se han incorporado leyes en la Constitución y quizá habría que revisar cómo hacer que la Constitución sea un poquito más liviana”.

—¿Hay normas que piense que el Consejo no debiese modificar?

—Al Consejo Constitucional le recomiendo mantener las normas del anteproyecto que se recogen de Constituciones anteriores que reflejan nuestra tradición. También mantener las que se refieren a tratados internacionales de derechos humanos y preservar las referidas a las 12 bases que podrían activar innecesariamente el Consejo Técnico de Admisibilidad. Todo lo demás se puede modificar más fácilmente porque el derecho constitucional es ensayo y error.

—¿Sería el anteproyecto una Constitución habilitante, como se ha llamado?

—No me gusta ese término habilitante. No. Una Constitución genera condiciones de apego en que yo puedo decir yo no estoy excluido independientemente de si tengo un determinado origen étnico, vivo en Punta Arenas o en Santiago, soy de derecha, de centro o de izquierda, algo en la Constitución es parte de mí, de mi país y del país que quiero. Eso yo lo veo posible aquí. Hay una mayor amplitud ideológica que la que existió hasta ahora en Chile y eso es muy bueno.

—¿No se sentirán excluidos ahora esos grupos que en el proceso anterior defendían la ecología, los movimientos feministas, los pueblos originarios?

—Es que nadie está totalmente feliz con este texto, ni siquiera los que lo hicieron, pero todos piensan que es un texto que establece las bases de un acuerdo.

“Se ha dicho que la Constitución que tenemos es neoliberal, pero en verdad se podrían reconocer ahí tres corrientes ideológicas. Una católica tradicional, con la protección de la familia; una liberal, por ejemplo, dice el artículo primero ‘las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos’; y una socialdemócrata o socialista, con el inciso final del artículo primero que plantea la idea de igualdad de oportunidades. Hay que decirlo, esa parte social tiene menor influencia frente a las otras. Ahora, en el texto que nos proponen los expertos, desde el comienzo tenemos una equiparación, no han desaparecido enteramente ideas del pensamiento católico o liberal, pero la base social y democrática se eleva hasta colocarse en un plano de igualdad. Entonces, ahora hay una mayor diversidad. Y a eso agreguémosle el capítulo sobre el medio ambiente, el reconocimiento de los pueblos originarios, una nueva idea de la participación (…). La base ideológica del texto propuesto es mucho más abierta y compleja”.

“Las constituciones tienen tres partes y hay un aporte sustancial en todas ellas: una dogmática, que sería la equiparación de estas tres visiones; la estructura del poder, donde acá el Congreso adquiere mayor relevancia, los estados de excepción se instalan con los derechos, la regulación de los partidos políticos y la participación, nuevo diseño de la separación de poderes, hay mucha neurona invertida en la regionalización; y la última, una nueva forma de crear y aplicar el derecho. Se establecen nuevos tipos de leyes: están las interpretativas, las electorales y las que se refieran a los partidos, esa categoría no existía, están las institucionales y las leyes simples”.

—¿Qué expectativas tiene de la etapa que sigue?

—Hay que ver cómo evoluciona esto. Son muy legítimos los cambios que pueda proponer el Consejo. Algunos de ellos van a venir desde las propuestas de la ciudadanía, otros de los partidos o de los mismos consejeros y vamos a tener una nueva Constitución.

—¿Confía en que va a haber nueva Constitución, entonces?

—Yo soy optimista, pero incluso si nos fuera mal con esta propuesta, yo veo muy difícil instalar otro proceso, aunque podríamos volver a la Constitución vigente con algunas reformas. Ahora, si usted me hace elegir entre las dos (la vigente y el texto de los expertos), yo prefiero la propuesta nueva porque hay ideas renovadas.

“Hay amenazas sí. Si se activa la disputa por una propuesta radical, por prohibir el aborto, el tema de las AFP, las isapres, y se quiere que eso quede constitucionalizado, creo que puede desviarnos del camino”.

—¿Esos son los temas que, a su juicio, podrían romper los acuerdos?

—Hay muchos, toda la lógica identitaria. Hay personas que van por una cosa específica y sería un error porque la Constitución no puede tener todo lo que yo quiero. Hay otras cosas que son muy importantes que tienen que ver con las necesidades urgentes. Estamos pasando por una crisis económica gravísima, conflictos sociales relacionados con la delincuencia, pero que no los resuelven típicamente las constituciones. Eso, creo, no se debe renunciar a mirarlo, pero debe ser, quizá, objeto de un acuerdo paralelo, un pacto social, político y económico, nuevamente, desde el PC a republicanos. Y ahí hay un rol para el Gobierno, para la oposición, para los empresarios y para toda la ciudadanía porque, le digo algo, los referéndums muchas veces se votan según la opinión que existe del Gobierno y no según el texto.

—Se han hecho muchos llamados a los republicanos a no cerrarse al diálogo. ¿Usted siente temor de que eso ocurra?

—Siempre se pueden cometer errores, pero creo que están dadas las condiciones para que haya una demostración de patriotismo constitucional, eso es lo que necesitamos. El lunes, por ejemplo, yo tengo un debate aquí en la facultad con el profesor Carlos Frontaura. Por cierto, no todo lo que él quería se puso en el texto, pero tiene un pensamiento muy racional. Creo que las personas que han sido elegidas del Partido Republicano que he podido ver, la presidenta elegida y quienes han hecho vocerías, tienen amor por Chile. Esa es la base de lo que necesitamos para llegar a buen puerto.

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